GUILLERMO BROWN PRUEBA A SUS HOMBRES Y SUS NAVES (05/02/1826)

El almirante GUILLERMO BROWN pone a prueba a sus hombres y a sus naves, ordenando un «ataque limitado», para comprobar el estado de alistamiento de la escuadra brasileña.

La escuadra brasileña, compuesta de 17 buques, aún tenía bloqueado el puerto de Buenos Aires desde el 22 de diciembre del año anterior y el almirante GUILLERMO BROWN, que con más entusiasmo que medios, había organizado la armada nacional, luego de la exitosa experiencia llevada a cabo el 15 de enero de ese año, quiso nuevamente, antes de emprender operaciones serias contra los imperialistas, probar el espíritu de sus tripulaciones, de composición muy heterogénea y con escaso tiempo de instrucción.

Para ello, se propuso lanzar un sorpresivo ataque sobre las naves enemigas, para obligarlas a combatir o a huir. Al oscurecer del día 4 de febrero, abandonó sigilosamente su fondeadero y al día siguiente, al amanecer, estaba a dos millas de la escuadra contraria.

Su capitán, al avistar las naves de BROWN, enarboló su pabellón, acto de arrogancia que fue contestado por el almirante argentino, dando al viento la enseña de la patria.

Pero la firmeza del enemigo no pasó más adelante. Sorprendido o intimidado, emprendió súbitamente la retirada, sin disparar un tiro, perseguido por las naves comandadas por Brown. Pero a poco de iniciar esta persecución, Brown, que por el momento no tenía mayor interés en entablar un combate con los imperiales, volvió a su fondeadero ya conseguido el propósito que tuvo al dejarlo, y que no era otro que tonificar a sus tripulaciones, llenándoles de confianza en sí mismas y de esa fuerza moral que encierra en sí el secreto del triunfo.

El almirante argentino, al dar cuenta de su expedición al comandante superior de Marina, general ZAPIOLA, le decía: «El enemigo, con el mayor descaro y prudencia, me huyó» (ver Brown, Guillermo).

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