LA IDENTIFICACIÓN DACTILOSCÓPICA DE JUAN VUCETICH (01/09/1891)

El 1º de setiembre de 1891, JUAN VUCETICH, trabajando en la Policía de la provincia de Buenos Aires, logró perfeccionar un sistema para la identificación dactiloscópica, que llamó » icnofalangometría».

Buenos Aires se estaba poniendo seria. Por un lado el hampa, por el otro, la especulación. El Presidente JUÁREZ CELMAN había sido derrotado en 1891 y ese mismo año se había creado la «Federación de Trabajadores de la Región Argentina».

Por la misma época Jack, el «destripador», en Londres, asesinaba impunemente prostitutas amparado por la neblina del distrito de Whitechapel y le enviaba a Scotland Yard, las orejas de sus víctimas o alguna otra muestra anatómica de su furia homicida y los policías de todo el mundo se ponían serios, ante este avance de la delincuencia.

FRANCIS GALTON y EDWARD RICHARD HENRY elaboraban en Inglaterra, los primeros sistemas dactiloscópicos para identificar criminales. Pero Jack seguía lejos e impune. Entonces aparece un argentino en el Departamento Central de Policía de La Plata y pone punto final a los que soñaban con el crimen perfecto.

Este hombre se llamaba JUAN VUCETICH y había nacido en Lessina, ciudad del fenecido imperio Austro-Húngaro, el 20 de junio de 1858. Llegado a la Argentina con sus padres en 1865, ingresó luego como meritorio en la policía de la provincia de Buenos Aires.

Fue escalando posiciones y el 1º de setiembre de 1891 inició los trabajos de aplicación de un sistema de identificación dactilar, al que llamó «icnofalangometría», habiendo logrado agregar 61 tipos digitales a los 40 descubiertos por Galton.

Rápidamente la noticia se difundió por todo el mundo. El «sistema argentino», fue considerado en Europa como el más apto para la identificación dactiloscópica de los delincuentes. Las impresiones digitales, de estructura inmutable, únicas, perennes e infinitas en su variedad, era sin duda, el medio más adecuado para combatir el crimen.

Nuestro dramaturgo FLORENCIO SÁNCHEZ, al ingresar en 1892 en la oficina de VUCETICH, fue uno de los primeros en conocer su novedoso método, pero se atrevió a objetarle el nombre elegido. Más tarde, éste no le agradó mucho al doctor y periodista FRANCISCO LATZINA y en un artículo que publicó en el diario «La Nación» del 8 de enero de 1894  escribió una nota que titulo «Reminiscencias platenses con ribetes antropométricos» y en ella decía:

«Icnofalangometría», ¡Qué horror!. Está aquello compuesto del prefijo griego ¡ichnos» que significa figura, luego la palabra griega «phalax», que quiere decir falange y finalmente la voz griega «metrón», que es como quien dice: «total medición de la figura de la falange».

Agregando después: «Dígase por ejemplo: «dactiloscopía», palabra compuesta de los vocablos «daktylos», dedo, y «skopein», examinar, vocablo que es más propio, más corto y hasta más eufónico que «icnofalanometría».

Fue suficiente para VUCETICHO. Comprendiendo las razones del periodista, aceptó su crítica y cambió la denominación de su sistema, que pasó a llamar «dactiloscopia», como se lo habían propuesto LATZINA. Las «rayitas de Viucetich», como le decían a las huellas papilares, sirvieron entre nosotros, a poco menos de un año de haber sido puestas en práctica, para descubrir el autor de un crimen aberrante, que fue esclarecido por medio de las huellas digitales de su autor.

Recordamos a este respecto que el primer caso que fue resuelto mediante la aplicación del sistema de identificación creado por Juan VUCETICHO, se produjo el 29 de junio de 1892. El escenario del crimen fue la ciudad de Quequén, en la provincia de Buenos Aires, y las víctimas, dos niños de 6 y 4 años: PONCIANO y FELISA CARBALLO.

Sus cuerpos apuñalados habían sido encontrados por la madre, FRANCISCA ROJAS, en su propia casa. La mujer estaba separada del padre de los niños, PONCIANO CARBALLO, y se comentaba que tenía una nueva relación con PEDRO RAMÓN VELÁSQUEZ, antiguo amigo de su marido.

La Policía sospechó de VELÁZQUEZ, que aseguró no tener ninguna relación con el espantoso asesinato. Después se investigó al padre de los niños, pero tampoco se pudo demostrar que fuera el autor.

La Policía no tenía ninguna pista hasta que el asunto llegó a la jefatura de La Plata, desde donde enviaron al inspector ALBERTO ÁLVAREZ para retomar la investigación.

Después de viajar tres días a caballo, ÁLVAREZ llegó a Quequén y revisó la casa de los niños, que se conservaba cerrada desde el momento del crimen. Ante el asombro de los policías que lo acompañaban, se llevó una pala y un pedazo del marco de madera de una ventana que mandó serruchar.

Los objetos tenían rastros de huellas ensangrentadas. El sistema de identificación por huellas digitales había comenzado a emplearse un año atrás y el comisario, que había trabajado con VUCETICH, mandó extraer las huellas impresas en los objetos y las hizo comparar con las del padre y el ex amigo.

Comprobó que no coincidían y repitió la prueba con FRANCISCO ROJAS. Esta vez las huellas resultaron idénticas y, pocos días después, la madre confesó que había matado a sus hijos. JUAN VUCETICH, había triunfado así en su país como había sido ya en el mundo entero.

Si bien había comenzado sus investigaciones simultáneamente con FRANCIS GALTON, se le anticipó a éste, al completar el sistema y aplicarlo en setiembre de 1891.

Después, en 1893, publicó sus «Instrucciones generales para la identificación antropométrica» y al año siguiente, en 1894, lanzó su «Dactiloscopía comparada».

Expuso sobre su sistema dactilar en varias naciones y fue condecorado por los Estados Unidos, China, Francia, España y Brasil. En la Argentina, se los distinguió con el título de «Perito identificador». Él, a su vez, donó su archivo y Biblioteca a la Universidad de La Plata, que fue la base del Museo y Biblioteca que hoy, lleva su nombre.

La criminalística lo tuvo entre sus más destacados cultores. El problema de las huellas de todo tipo, fue una de sus pasiones, que seguía cultivando, a pesar de su retiro de la función pública. Incluso después de haberse alejado de ella, se lo consultaba en casos difíciles de resolver o en aquellos hechos, en que los delincuentes habían tomado todas las precauciones para evitar su identificación. Tenía 67 cuando la muerte lo sorprendió en la ciudad de Dolores, provincia de Buenos Aires, el 25 de enero de 1925.

1 Comentario

  1. Jacinto colmenares

    Este sistema ya cumplió su tiempo útil de vida la cedula ya es un documento vulnerable que no reune las normas de seguridad de estado para la cual fue creada, por lo que ofrezco una nueva metodología basada en el origen del ser humano

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