EL GLOBO PAMPERO SE PIERDE EN EL MAR (17/10/1908)

El 17 de octubre de 1908, el Pampero realizó su último viaje llevando a la muerte a dos heroicos pioneros de la actividad aeronáutica argentina, escribiendo una de las páginas más emocionantes de nuestra Historia.

Era la época en que los argentinos parecían inspirados por la proximidad del Centenario de la gloriosa Revolución de Mayo. El espíritu patriótico animaba una juventud que rivalizaba en el cumplimiento de hazañas que enorgullecían al país.

EDUARDO NEWBERY, al igual que su hermano, Jorge,  era un amante de los deportes, más aún si ñestos eran peligrosos. Tal vez por eso se había entusiasmado con los viajes en globo, que por entonces estaban de moda.

El campo de la Sociedad Sportiva Argentina, donde también se jugaban los importantes partidos de fútbol de la época, era el escenario obligado para esa clase de pruebas. Allí se reunían los jóvenes que participaban en esa especie de conquista del aire que significaban los viajes en globo y de allí salían para realizar travesías, más o menos cortas, más o menos largas. Lo importante era desafiar al aire v vencerlo con los elementos con que se contaba en la época.

Fue el 17 de octubre. Ese día, como decimos, se escribió una página emocionante y luctuosa. En el solar de la Sociedad Sportiva Argentina, se preparaba el inflado del globo Pampero, en el que iba a efectuar una de las tantas ascensiones Eduardo Newbery, socio del flamante Aero Club. Eduardo había invitado a su amigo Tomás Owen, destacado vatchman, para que lo acompañara en el vuelo.

El inflado del globo demandó varias horas y por fin, cuando todo estaba listo, ante la demora en llegar de Owen, la partida se demoró. Cuando se tuvo la seguridad de que su acompañante no vendría para cumplir con la invitación, Newbery decidió realizar de todos modos el vuelo, para lo cual, invitó al sargento Eduardo Romero, que había llegado desde su destino en El Palomar, trayendo una canasta llena de palomas mensajeras que se sumarían al viaje para establecer las comunicaciones, una vez que estuvieran en el aire. Romero no se hizo repetir la invitación y como si la hubiera estado esperando, de un salto se instaló dentro de la barquilla, listo para la aventura.

El pequeño grupo de entusiastas que rodeaba al globo Pampero aquel día en el campo de la Sociedad Sportiva  se fue abriendo lentamente para no entorpecer las maniobras del despegue y unos minutos más tarde el globo comenzó su ascensión, ante las aclamaciones del público que despedía a los aeronautas con jubilosas expresiones de admiración y deseos de buen viaje.

Los vecinos de Palermo y Belgrano subidos a las azoteas de sus domicilios, saludaban a los viajeros, sin sospechar que ésa era la despedida definitiva. El globo se fue elevando hasta que se perdió de vista. Luego, la espera, la interminable espera, que, con el correr de las horas, se fue haciendo angustiosa e interminable. Y llegó la noche sin que se volvieran a tener noticias del “Pampero”. Ninguna de las palomas que Newbery había llevado regresó con el mensaje esperado. Ni una sola noticia. Ni esa noche ni en los días sucesivos. Nada, nunca más se volvió a saber nada del “Pampero” desde aquella tarde.

Toda la población de Buenos Aires, y de todo el país, vivió horas angustiosas por la suerte de Newbery y Romero. Pero los días transcurrieron sin que llegara la noticia esperada. Sólo rumores.

Alguien dijo que se le había avistado frente a las costas del Brasil, por lo que se supuso que había caído al mar. Algún tiempo después se dijo que cerca de Montevideo se habían hallado restos del globo. Pero, en concreto, nada. Lo único real, lo único trágico, es que el “Pampero” no volvió y que tampoco regresaron sus tripulantes.

Después comenzaron a tejerse toda clase de relatos novelescos. Hubo muchos que escribieron sobre la probable suerte del Pampero y se hicieron eco de rumores, que no tenían fundamento alguno.

Y pasaron los años sin que el misterio pudiera develarse. Desde entonces el nombre del “Pampero” y los de sus dos tripulantes quedaron como símbolo de la lucha del hombre por ía conquista del aire, en 1a que luego habrían de ir cayendo muchos otros mártires de la aviación (ver Vuelos en globo desde Buenos Aires).

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