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ADIOS A LA GOLILLA (22/01/1758)
El 22 de enero de 1758, el Cabildo de Buenos Aires decidió suprimir el traje de golilla para los funcionarios y aunque parezca mentira, el asunto era muy serio.
La tradición mandaba que los regidores o miembros del Cabildo debían vestir una ropa especial para ejercer sus funciones y que se conocía como «traje de golilla» (cuello de tela blanca plisada que usaban los magistrados en su vestidura) y este cambio causó conmoción entre los funcionarios de la corona en América.
En principio, la designación para estos cargos no provocaba demasiado entusiasmo porque los nombrados debían abandonar en gran parte sus negocios durante el año que duraba el mandato.
Pero además, debían mandarse a confeccionar un traje de golilla para el verano y otro para el invierno y éste era un gasto que muchas de las personas elegidas para ocupar un lugar en el Cabildo, no podían afrontar.
Pero como la mayoría de los nombrados sentía vergüenza por dejar a la vista sus necesidades, hacían grandes sacrificios para pagar sus trajes, aunque terminado el empleo no les servían para nada.
El alcalde de la ciudad informó que en muchos otros Cabildos de América hacía rato que el famoso traje ya no se usaba y que, en su lugar, virreyes, gobernadores y funcionarios distinguidos usaban sus uniformes militares. Seguramente, los trajes de golilla ya debían estar pasados de moda porque muchos rioplatenses se burlaban de ellos por la calle.
El alcaide propuso entonces adoptar «vestidos negros, lisos, uniformes, con una divisa que los distinga, correspondiente su color a las armas reales y jeroglífico de la ciudad». Todos los cabildantes presentes estuvieron de acuerdo.
Sin embargo, pocos días más tarde, se presentó JUAN DE LA PALMA, un regidor que había estado ausente y que se quejó amargamente por la resolución tomada. Consideraba que el traje de golilla «era el traje más decente que permitía distinguir a los señores capitulares de los demás del común» y pidió que la cuestión se planteara ante el rey.
Lógicamente su reclamo nunca fue contestado y así, el traje de golilla desapareció del vestuario de nuestros cabildantes y funcionarios reales (ver Recuerdos, usos y costumbres de la Argentina de antaño).