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MARTÍN ALONSO PINZÓN, EL CODESCUBRIDOR DE AMÉRICA (1440-1493)
MARTÍN ALONSO PINZÓN fue un navegante español que al mando de la carabela “La Pinta”, acompañó a Colón en el descubrimiento de América. En las biografías, generalmente se lo muestra como el más notable de los colaboradores de Cristóbal Colón.
Pero fue bastante más que eso. Cuando durante el viaje, la tripulación de la Santa María se le amotinó a COLÓN, fue PINZÓN quien logró restablecer el orden en esa carabela y dicen que, sin sus conocimientos de la navegación, no habría sido posible concretar la hazaña del descubrimiento, ya que por haberse adentrado en otras oportunidades en el Océano Atlántico, estaban al tanto de sus corrientes, vientos, peligros y riesgos que debían asumirse.
Gracias a que La Pinta por él comandada, era la más veloz de las tres naves, siempre viajó marcando el rumbo, adelante de la Niña, que viajaba al mando de su hermano Vicente y La Santa María, que comandaba Colón, razón por la cual, fue desde su nave, desde donde partió el célebre grito de ¡Tierra” que se le atribuye a RODRIGO DE TRIANA (ver Viajes y desventuras de Cristóbal Colón).
Quizás ese protagonismo como codescubridor de América, lo haya hecho merecedor al reconocimiento del propio CRISTÓBAL COLÓN, cuando, habiendo desembarcado en San Salvador, ya en tierras de América, le otorgó un premio de 5.000 maravedíes por su actuación como su más eficaz colaborador y “codescubridor destas nuevas tierras”, reconocimiento que se potenció, cuando la reina Isabel, dispuso que se le otorgara una recompensa de 10.000 maravedíes, confirmando así, que se lo consideraba como el coautor de la hazaña.
MARTÍN ALONZO PINZÓN nació en Palos de la Frontera (España) hacia 1440 y fue el hijo mayor de una rica familia de navegantes. Empezó a navegar desde muy joven a la costa norteafricana, a Italia y a Guinea, dedicándose a actividades muy diversas, como la pesca, el corso y la guerra (posiblemente intervino en el conflicto luso-castellano).
En los años que precedieron al descubrimiento de América, se consolidó como el armador de mayor prestigio y riqueza de la cuenca de los ríos Tinto y Odiel (Huelva). Contrató a pescadores de Palos, de Moguer y de la misma Huelva.
Se ignora el momento en que entró en contacto con CRISTÓBAL COLÓN, pero seguramente fue en el mismo año 1492, después de firmadas las Capitulaciones. En el verano de dicho año, y ante el desánimo de COLÓN por no encontrar tripulantes para sus barcos, fray JUAN PÉREZ, guardián del monasterio de La Rábida, le sugirió que enrolara en su empresa a MARTÍN ALONSO PINZÓN, experimentado piloto de gran ascendiente en los marineros de la región. COLÓN logró convencerle y contó además con el apoyo de sus hermanos VICENTE YAÑEZ PINZÓN y FRANCISCO MARTÍN PINZÓN.
En los Pleitos colombinos se declaró que el Almirante le ofreció parte de las riquezas que encontraran; fray BARTOLOMÉ DE LAS CASAS afirmó que «algo debió prometer COLÓN a MARTÍN ALONSO PINZÓN, porque nadie se mueve si no es por su interés».
Con la ayuda de MARTÍN ALONSO PINZÓN, Colón logró completar las dotaciones para sus tres naves, una de las cuales, “La Pinta, parece que era de los PINZÓN. También se ha sugerido, aunque no probado, que MARTÍN pudo prestar a Colón parte del medio millón de maravedíes que le faltaba para poner en marcha la empresa.
Sea como fuere, la expedición partió de Palos el 3 de agosto con MARTÍN ALONSO como capitán de “La Pinta” (como maestre iba FRANCISCO MARTÍN PINZÓN), y con VICENTE YÁNEZ como capitán de la Niña, lo que ilustra el protagonismo de esta familia en el viaje descubridor.
Las consideraciones de MARTÍN ALONSO respecto a la ruta a seguir fueron decisivas para el descubrimiento de América, pues el 25 de septiembre aconsejó a COLÓN un cambio de ruta para encontrar el Cipango o Japón y el 6 de octubre le pidió dejar la derrota que llevaban desde Canarias (el paralelo 28) y singlar hacia el suroeste, con objeto de topar con las islas que el Almirante tenia pintadas en el mapa que llevaba a bordo (quizá el de Toscanelli, en que se representaba imaginariamente la posición del Cipango o Japón), cosa que Colón aceptó al día siguiente.
La presencia de los PINZÓN fue igualmente relevante a la hora de sofocar los intentos de motín de los días 6, 9 y 10 de octubre; no sólo respaldaron en todo momento al Almirante, sino que sugirieron incluso colgar a los rebeldes.
Tras el descubrimiento, realizado el 12 de octubre, la relación entre MARTÍN ALONSO PINZÓN y COLÓN se deterioró. El 21 de noviembre el primero de ellos abandonó la flotilla sin autorización y siguió desde Cuba hacia el oriente, en busca de la supuesta isla de Babeque. Llegó a la costa norte de Santo Domingo y se dedicó a rescatar oro en el río que tuvo luego su nombre.
Desde allí pasó a las proximidades de Monte Christi, donde le encontró COLÓN el 6 de enero de 1493. El Almirante le pidió explicaciones por su deserción. Al parecer, el Almirante tuvo que aceptarlas sin discusión, por necesitar del marino y de su nave, ya que había perdido la nao “Santa María” en la Navidad anterior. En su diario de a bordo COLÓN anotó, sin embargo: «otras muchas cosas me tiene dicho e hecho», lo que demuestra las desavenencias entre ambos.
Juntos emprendieron el viaje de regreso a España, pero el 14 de febrero surgió una gran tempestad y la nave de MARTÍN ALONSO se perdió nuevamente. Llegó con “La Pinta” bajo su mando a Bayona antes que el Almirante arribara a Lisboa. El capitán español quiso dar cuenta del descubrimiento a los Reyes Católicos, pero éstos le dijeron que debía hacerlo Colón. Tras unos días de descanso, MARTÍN ALONSO emprendió el regreso a Palos.
Llegó el 15 de marzo, unas horas después que COLÓN. Iba muy enfermo de sífilis y se recluyó en el monasterio de la Rábida, donde murió a los pocos días, quizá el 31 de marzo de 1493. Es significativo que COLÓN no se molestara siquiera en visitarle en su lecho de muerte. El gran marino español se llevó a la tumba su versión del descubrimiento (Extraído de «Colón y Pinzón, descubridores de América», de Jesús Varela Marcos y de Biografias y Vidas)