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GANGHI, CAYETANO
GANGHI, CAYETANO EL “GAUDILLO POSETIVO”. Cayetano Ganghi, era el principal agente electoral de Pellegrini (hoy se llamaría “puntero”) y amigo de Sáenz Peña. Se autonombraba un “Gaudillo posetivo” (Caudillo positivo) ya que a diferencia de los “Doctorcitos” que eran pura “Charla” y no conseguían muchos votos, él sin pronunciar una palabra hacía que miles de personas o mejor dicho, libretas de identidad, votaran por quien él decidiera.
A todos lados iba con su portafolios cargado de libretas, a lo que él llamaba su “Mercadería”. CAYETANO se sentía orgulloso de tutearse con todos los presidentes. Era el “hombre de las gauchadas” Contaba con innumerables amistades que cultivaba como parte del negocio. Era famoso dentro de la colectividad italiana.
Todos recurrían a él cuando tenían algún problema y CAYETANO se los solucionaba al instante. “…tenía en su casa miles de libretas electorales dispuestas a venderse al mejor postor, sin importar banderías. Concejales, diputados y senadores salían de su bolsa mágica y tenían que negociar con él los apellidos más respetables de la oligarquía”.
CAYETANO fue iniciado en la política por PELLEGRINI, que fue quien le dio las primeras instrucciones sobre la compra de libretas. Con libretas compradas y por lo tanto votos asegurados, CAYETANO se convirtió en un hombre muy influyente: “Saca presos de las comisarías, consigue nombramientos, gestiona pensiones, créditos, préstamos, subsidios, paga sepelios y consigue médicos para los enfermos (…) garitos, taba, quiniela, riñas de gallos y asados son hechos diarios y ubicuos”.
Era un buen negociador. Siempre decía: “Hay que osare la cabeza porque con la pelea y lo grito non se gana nada…”. En una oportunidad PELLEGRINI se mostró preocupado con el resultado que se obtendría en San Nicolás, la parroquia de Cayetano en las próximas elecciones.
Le dijo: “¡… A ver si todavía perdemos las elecciones!”.
CAYETANO volvió a la hora y le mostró a Pellegrini un inmenso baúl con 10.000 libretas cívicas, diciéndole: “¿Qué te parece a osté todas estas libretitas? ¿La perdemo o la ganamo la elecione?”. PELLEGRINI le dio un abrazo y lo bautizó como el “Caudillo positivo”. Cada vez que una parroquia de la capital tenía problemas recurría a Cayetano.
En una oportunidad, el propio FIGUEROA ALCORTA, al que CAYETANO llamaba “Pepe” y en cuyo despacho ingresaba sin anunciarse, lo llamó para pedirle ayuda cuando en víspera de una elecciones parlamentarias, debía enfrentar un posible resultado adverso.
Llega el día del comicio, en medio de grandes preocupaciones. Los opositores citan a sus adherentes en la esquina de Vieytes y Puentecito. Pero estos no llegarán nunca.
Tres cuadras antes CAYETANO ha instalado un local con asado, taba y naipes. Después dirá, sobrador y triunfante: – Y … se comprende, lo mochacho teníano hambre, pobrecito”.
En cierta oportunidad CAYETANO hizo nombrar 500 “langosteros” en el Ministerio de Agricultura, que en lugar de matar langostas en el campo, estaban todo el día jugando al billar en la calle Corrientes. El autor de esta nota conoció personalmente a un contemporáneo de CAYETANO que había sido contratado por el gobierno para que recorriera las calles de Buenos Aires, contabilizando los “bichos canasto” que anidaban en los árboles de la ciudad.
En otra oportunidad los cien ñoquis que había hecho nombrar en la Aduana se apoderaron de un cargamento de relojes. La policía los detuvo pero Cayetano los hizo liberar. El comisario llamó a CAYETANO y le dijo: – Yo ordené la libertad de los muchachos por una orden de arriba. Dígales ahora que sean discretos y que no anden mostrando los relojes”.
La Ley Sáenz Peña con la nueva modalidad electoral, sancionada en marzo de 1912, dejaba sin trabajo a CAYETANO y sobre esto dijo: “Ahora la eleccione la gánano cualquier desgraciado”.
El modelo se experimenta en Santa Fe a fines de marzo de 1912 y poco después en la Capital. En ambos casos ganaron los radicales. El gobierno de SÁENZ PEÑA que surgió entonces, se caracterizó por su decencia, pero no pudo hacer todo lo que hubiera deseado, pues su salud no se lo permitió.
Paradójicamente. quien había alcanzado la presidencia por uno de los fraudes electorales más vergonzantes, sería el responsable de hacerlos desaparecer.
Breve,nutrido,sólido comentario acerca de procederes que convertían a las elecciones en parodias que la Década Infame llevaría a la perfección técnica,después de apenas catorce años de inauguración democrática.Aún detalle menor,desluce el artículo la falta de citas de fuentes en cada emcomillado.