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Los grandes rodeos de vacunos que en 1698 pastaban a 20 ó 30 leguas de Buenos Aires, se retiran y ahora lo hacen a 90 ó 100 leguas. Viajeros de la época, hacen mención de ello, diciendo: “no queda un solo vacuno desde la zona de Tandil a Buenos Aires». Para remediar la situación se impone la formación de «estancias» para su cría, en predios donados por el Cabildo.