Autor: Horacio 15/12/2015 6 Comentarios

JOSÉ DE SAN MARTÍN llegó a España en 1784 y en julio de 1789, teniendo sólo 13 años, ingresó en el Regimiento de Infantería Murcia.

Estuvo en Melilla (África) y participó en la defensa de Ceuta, contra el ataque de los moros. Luego pasó destinado al Ejército de Aragón y por sus méritos, fue ascendido a Subteniente, sin haber cumplido aún los 5 años de ingresado a la fuerza, como se exigía.

En mayo de 1794, el Regimiento Murcia es obligado a capitular en Colliure (Francia) y San Martín queda prisionero hasta que se firma la Paz de Basilea. En una nueva guerra de España contra Gran Bretaña, forma parte de la dotación del navío «Santa Dorotea», fragata que es derrotada en combate contra el navío británico «Lion» y San Martín, nuevamente es hecho prisionero.

Devuelto a España, en 1801, participa en la guerra contra Portugal y en la victoria de Campo Mayor. En 1802 se lo destina a Cádiz y más tarde al acantonamiento próximo a Gibraltar. Allí asciende a Capitán segundo, pasando luego a Portugal como Capitán de guías en las proximidades de Setúbal.

Cuando los franceses invaden España, la Junta de Sevilla lo nombra Mayor General (Jefe de Estado Mayor), pero no se hace cargo del destino en la división a la que había sido destinado, sino que se incorpora a la vanguardia del General Coupigny, participando en los combates previos a la batalla de Bailen.

En Arjonilla, al frente de 21 jinetes desbanda una partida enemiga muy superior, significando este hecho su ascenso a Capitán de Caballería, grado con el que fue incorporado al Regimiento Borbón. En este Regimiento, el 5º de Caballería de Línea, participa en Bailén, una de las más cruentas batallas de la campaña napoleónica en España, librada entre el 16 y el 19 de julio de 1808, en los alrededores de ese pequeño pueblo que domina las comunicaciones de la baja Andalucía.

Bailén constituye la prueba de fuego del Libertador, quien después abandonará Europa para iniciar en Buenos Aires la fulgurante carrera que lo llevará desde el Río de la Plata hasta Guayaquil (ver San Martín y Matorras, José de).

En la hora en que SAN MARTÍN se ha propuesto luchar por la independencia de América, el balance de sus servicios, resulta favorable para España. BARTOLOMÉ MITRE, propenso a esta clase de ensayos de contabilidad histórica, ha señalado el saldo de esta cuenta. “Veintidos años hacia —ha escrito— que SAN MARTIN acompañaba a España en sus triunfos y reveses, sin desampararla un solo da.

En este lapso había combatido bajo sus banderas contra los moros, franceses, ingleses y portugueses, por mar y por tierra, a pie y a caballo, en campo abierto y dentro de murallas.

Conocía prácticamente la estrategia de los grandes generales, el modo de combatir de todos los ejércitos de Europa, la táctica de todas las armas, la fuerza irresistible de las guerras nacionales” y con él, llegaron todas esas habilidades y dones, que puso al servicio de su patria (ver San Martín y Matorras, José de).