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PEDRO DE VALDIVIA FUNDA LA CIUDAD DE SANTIAGO DE CHILE (12/02/1541)
El 12 de febrero de 1541, PEDRO DE VALDIVIA, en la Capitanía General de Chile, en proximidades del Cerro Huelén, fundó «Santiago del Nuevo Extremo», y la puso bajo la protección del Apóstol Santiago, santo patrono de España.
El alarife PEDRO DE GAMBOA realizó el trazado de la ciudad, dándole forma de «damero», como se estilaba en aquellos tiempo, aún en ciudades de España y estableció la ubicación de la Plaza Mayor, designando para ello, el centro de la nueva ciudad, aunque hay controversias acerca de este dato ver Santiago de Chile.
Alrededor de la Plaza Mayor, ubicó la Catedral, la cárcel y el domicilio del Gobernador y destinó una superficie total de ocho cuadras por diez, subdividida en solares de un cuarto de cuadra cada uno, para que fueran cedidos a los colonos.
Pocos años después de la fundación de Santiago de Chile, en una carta dirigida al emperador CARLOS V, el conquistador español, PEDRO DE VALDIVIA, describía así las tierras en que había levantado la nueva ciudad:
«Esta tierra es tal que para poder vivir en ella y perpetuarse no la hay mejor en el mundo, es muy llana y tiene cuatro meses de invierno , no más. Es la más abundante en pastos, mucha y muy linda madera, y las minas riquísimas de oro. Parece la crió Dios a posta para poder tenerlo todo a la mano».
Pero no siempre los españoles habían visto con tan buenos ojos a aquella lejana costa sur. Cuando en 1536 llegó hasta allí DIEGO DE ALMAGRO, describió el lugar como extremadamente pobre y difícil de conquistar por la bravura de los araucanos.
Tampoco para Valdivia la conquista fue una fiesta. Había cruzado el inmenso desierto de Atacama al frente de 200 españoles y mil indios y fundó la ciudad en el cerro de Huelen, que en lengua indígena significa dolor, y al que él rebautizó «Santa Lucía».
Como todos los poblados españoles, nació alrededor de una plaza central, rodeada por miserables chozas de barro. Pero los araucanos, que hacía miles de años habitaban en el lugar, no estaban dispuestos a ceder tan fácilmente sus tierras. Una y otra vez atacaron a los conquistadores y Valdivia se vió obligado a establecer una segunda capital, «La Serena», en la costa norte, que también fue arrasada por los indígenas.
Valdivia regresó al Perú, de donde había llegado y retornó al frente de un poderoso ejército. Por fin había conseguido que lo nombraran gobernador de la Colonia. La dicha le duró poco. En 1553 los araucanos volvieron a rebelarse, lo tomaron prisionero y lo mataron después de tres días de largo suplicio.