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MULAS, CARRETAS Y HORMIGAS (1802)
Extraemos de una carta escrita por un viajero en 1802, donde describe experiencias que nos traen a la memoria, usos y costumbres de aquella época:
«Es muy curioso ver un arria de mulas procedente del interior. Suele estar formada hasta de noventa animales, cada cual cargado con dos cascos de vino. La tropilla lleva adelante una yegua, con una campana atada al pescuezo».
«Muy interesante resulta, también, ver una tropa de carretas que suele ser de doce a treinta juntas, tirada cada una por seis bueyes y transportando las más variadas mercancías. La salida de estas caravanas de carretas constituye un acontecimiento en la ciudad, y al arrancar levantan grandes nubes de polvo y producen un gran ruido» (ver La carreta, navío de las pampas).
«Cada carreta lleva una gran tinaja de agua en la parte trasera y entre las cosas que llegan al mercado, olvidé mencionar los melones, que abundan pero que hay que comerlos con discreción. En este país son muy numerosas las hormigas, siendo los árboles sus principales víctimas. Se les protege con una piletita que se coloca a su pie y que se mantiene con agua para que estos insectos no puedan atacarlos».
«Un amigo nuestro que tenía en su casa muchas hormigas, echó en el hormiguero una buena cantidad de sublimado corrosivo mezclado con azúcar y por este medio se vio libre de ellas. Las ratas abundan y ocasionan grandes molestias. Mamá, al llegar a este país, se alarmaba mucho por ellas y una noche pisó una, involuntariamente, y la mató, pero quedó muy impresionada».