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INGLATERRA SE APODERA POR LA FUERZA DE LAS ISLAS MALVINAS (02/01/1833)
Las Islas Malvinas forman parte de un archipiélago ubicado en la plataforma submarina continental, perteneciente a la República Argentina y usurpada por el gobierno inglés en 1833.
Tienen una superficie de 11.718 kilómetros cuadrados y una población estimada en 2.000 habitantes. Situado en el Océano Atlántico, a 550 km. de la entrada al Estrecho de Magallanes, el Archipiélago está formado por más de cien islas, entre las que se encuentran la isla Soledad y la Gran Malvina, ambas las de mayor tamaño. Sus principales recursos económicos provienen de la explotación de ganado ovino y del aceite de ballena.
Se cree que los primeros en avistar a las Malvinas, fueron los tripulantes de una nave comandada por ESTEBAN GÓMEZ, desertor de la expedición de Magallanes en 1520.
Es probable también, que en 1522, durante su paso por las costas de la Patagonia, hayan sido avistadas por los 18 tripulantes de la expedición de MAGALLANES, únicos sobrevivientes de la expedición que partiendo desde San Lucas de Barrameda” el 20 de setiembre de 1519, al mando ahora de SEBASTIÁN ELCANO, pudieron retornar al mismo puerto en España, después de haber dado la primera vuelta al mundo en navegación,
El “Diario” que llevara el piloto de MAGALLANES llamado FRANCISCO ALBO, donde fue anotando los pormenores de ese viaje y las notas del supernumerario de esa expedición ANTONIO PIGAFETTA, donde describió por primera vez, el territorio de la Patagonia, son dos de las fuentes que confirmarían este hecho.
Pero es ya desde 1493, cuando a partir del Tratado de Tordesillas, se las considera incluídas en la soberanía y el derecho de posesión del reino de España, son por derecho heredado, un territorio perteneciente a la República Argentina.
Un derecho usurpado por Gran Bretaña en 1833 y hasta hoy reclamado por la República Argentina en diversos Foros Internacionales. A continuación exponemos un desarrollo cronológico de los principales acontecimientos vinculados con las Islas Malvinas y su cuestionada soberanía por parte del Reino Unido (ver “Las islas Malvinas”).
02 de enero de 1833
INGLATERRA SE APODERA POR LA FUERZA DE LAS ISLAS MALVINAS. El gobierno de Gran Bretaña, que desde muchos años atrás, venían disputando a España la posesión de las Islas Malvinas, y habiendo intentado apoderarse por la fuerza de ellas, se mostró decidido a no permitir que la Argentina ejerciera sus derechos de soberanía sobre el archipiélago malvinense y preocupado además por la intervención norteamericana en el estratégico archipiélago (ver «, decidió proceder, sin más tardanza, a concretar la anexión.
Ordenó el envío de un navío de guerra fuertemente artillado para frustrar la formal toma de posesión que el gobierno de Buenos Aires había dispuesto con la instalación del Gobernador FRANCISCO METIVIER en agosto de 1832,
La ocupación de las islas Malvinas por parte de Gran Bretaña en 1833 está íntimamente asociada a la acción de un personaje que paradójicamente, ejerció como funcionario argentino el cargo de Gobernador Político y Militar y después como Gobernador del Archipiélago.
Ese hombre fue LUIS VERNET, un comerciante y aventurero nacido en Francia y de ciudadanía hamburguesa. En 1823, al ser designado PABLO AREGUSTI primer gobernador de las islas Malvinas, Vernet obtuvo una concesión de tierras y derechos a la explotación de las pesquerías y el ganado en dichas islas.
En 1826 instaló en “Malvinas Este” el núcleo inicial de una colonia y obtuvo posteriormente la concesión exclusiva de las pesquerías. Con el correr del tiempo el establecimiento de Vernet prosperó y en 1829, vista la dedicación y esfuerzos realizados por este hombre, para hacer efectiva la ocupación soberana de estos territorios, las autoridades de Buenos Aires, resolvieron dar por finalizados los servicios de AREGUSTI y darle el gobierno político y militar de las islas a Vernet.
En ese momento, Vernet se encontraba en Buenos Aires reuniendo material y gente para llevar a cabo la expansión de la colonia y durante su estadía en la ciudad –y antes de ser nombrado gobernador–, sostuvo una entrevista privada con el cónsul británico, WOODBINE PARISH, a quien, entre otras cosas, le dio a entender que “estaría muy contento de que el Gobierno de Su Majestad británica tomara la colonia bajo su protección”.
En una carta fechada el 25 de abril de 1829, PARISH comunicó esta insólita noticia a su gobierno, adjuntando un extenso memorándum con los informes de VERNET sobre las ventajas que las Malvinas ofrecían para el establecimiento de una próspera colonia. Entre estos informes figuraba el siguiente: “También creía (Vernet) que si con la ayuda de algún Estado pudiera establecer la facultad de fiscalizar las pesquerías de la costa, lograría, en su condición de concesionario, obtener un beneficio sustancial de las focas…”.
La “ayuda de algún Estado” era una clara referencia a la protección británica. Las sugerencias e informes de VERNET, enviados por PARISH a Londres en el mes de abril, se vieron reforzadas por una carta que recibió posteriormente el Foreign Office, firmada por un señor BECKINGTON, súbdito inglés, radicado en estas colonias.
El desconocido personaje urgía al gobierno inglés a establecer una colonia en las Malvinas, destacando la importancia que tenían las islas para fortalecer el poderío naval de Gran Bretaña, eliminar la piratería y facilitar la pesca de ballenas. La reacción del gobierno inglés no se hizo esperar.
El 8 de agosto, el ministro ABERDEEN cursó una nota a WOODBINE PARISH, ordenándole que protestase ante las autoridades argentinas por los actos de soberanía que habían llevado a cabo en las Malvinas.
En noviembre de 1829, Parish cumplió con la orden, trasmitiéndole al ministro TOMÁS GUIDO las protestas del gobierno de su majestad británica por las acciones “cumplidas sin referencia a la validez de las pretensiones que Su Majestad constantemente afirmó a la soberanía de las islas, acerca de lo cual, no se haría ninguna objeción…”. VERNET recibió la designación oficial de gobernador de las Malvinas, el 10 de junio de 1829 y asumió el cargo el 30 de agosto del mismo año. (Posteriormente el comerciante hamburgués escribiría a WOODBINE PARISH, diciéndole que había aceptado el cargo, sólo para impedir que lo ocupase un ciudadano argentino, y que su actuación había sido para su “lucro personal”).
Su interés principal, en esos momentos, era valerse de la nueva autoridad de la que estaba investido, para afirmar en las islas la exclusividad de sus derechos de pesquería, frente a los pesqueros que frecuentaban las aguas del archipiélago.
Esta resolución dio lugar al incidente con las naves pesqueras norteamericanas, que culminó con la agresión de la fragata Lexington a Puerto Soledad. Cuando se produjo el ataque de la Lexington (diciembre de 1831), VERNET se encontraba en Buenos Aires.
Allí volvió a entrevistar a WOODBINE PARISH, a quien repitió sus insinuaciones referentes a la posibilidad de que Gran Bretaña se adueñase de las Malvinas. Con tal fin, entregó al cónsul otro largo memorándum, donde destacaba, para información del gobierno inglés, la vital importancia de las Malvinas como el mejor puerto de recalada en la ruta de navegación interoceánica entre el Atlántico y el Pacífico, señalando, además, los recursos con que contaban las islas para abastecer de víveres frescos a las tripulaciones de los barcos.
Este memorándum fue enviado por PARISH a Londres, donde hoy se conserva en los archivos del Foreign Office. VERNET no se limitó a esto. En ese mismo año de 1831, hizo una gran concesión de tierras malvinenses al teniente WILLIAM LANGDON, de la marina real británica.
LANGDON, en una carta que el 20 de enero de 1832, dirigió a sus superiores del Almirantazgo, informó que “por una conversación que mantuve con el señor Vernet sobre este asunto, estoy autorizado a decir que no se haría ninguna objeción a que el Gobierno británico ocupara las islas”.
En el mes de agosto do 1832, el Almirantazgo presentó al Foreign Office, para su aprobación, un proyecto de orden destinado al jefe de las fuerzas navales en el Atlántico Sur, en el cual se le indicaba que tomara medidas para ejercer periódicamente el derecho de soberanía de su Majestad en las Islas Falkland”.
La orden fue aprobada por lord PALMERSTON y el 30 de agosto, fue cursada al contralmirante BAKER. Cuando éste la tuvo en sus manos en Río de Janeiro, el 28 de noviembre, dispuso que la fragata “Clío”, al mando del capitán JOHN JAMES ORISLOW, se dirigiese a las Malvinas.
El 2 de enero de 1833 la “Clío” se presentó en Puerto Soledad, donde se encontraba fondeada la goleta argentina “Sarandí”, comandada por el teniente coronel JOSÉ MARÍA PINEDO (éste había conducido a las Malvinas a ESTEBAN MESTIVIER, el gobernador designado para reemplazar a VERNET y que había fallecido a poco de llegar, asesinado por un grupo de amotinados).
El capitán ORISLOW desembarcó en “Puerto Soledad” e informándole al capitán PINEDO que había llegado con el objeto de tomar posesión de las islas en nombre de Su Majestad británica, invocando un derecho de soberanía que sólo tenía por razón sus poderosos cañones apuntados contra una débil población, le exigió que procediera a arriar la bandera argentina y retirarse.
PINEDO protestó enérgicamente contra el atropello y se negó a arriar su pabellón. Ante esta actitud, al día siguiente, los británicos decidieron un ataque a las posiciones argentinas. Un pelotón de infantes de marina desembarcó en Puerto Soledad y forzando la guardia, procedió a arriar la bandera argentina y a enarbolar la propia.
PINEDO, sin fuerzas para resistir el ataque, reiteró sus protestas y sin combatir, zarpó con su nave, después de recibir de los ingleses la bandera nacional. LUIS VERNET, ex Comandante Político y Militar del archipiélago, escribiría posteriormente al gobierno inglés, solicitando que se le reconociese su vieja concesión, para levantar una nueva colonia bajo el dominio británico. Su requerimiento empero, no fue atendido.
Esta ocupación, ilegal y violenta, fue desconocida por el gobierno de JUAN MANUEL DE ROSAS. El 17 de junio de 1833 el representante diplomático argentino en Londres, el doctor MANUEL MORENO, presentó una enérgica protesta, formulada ante lord PÁLMERSTON, primer ministro de la Gran Bretaña y el 18 de junio hizo insertar en “The Times”, un mensaje del gobierno de Buenos Aires denunciando el atropello cometido por las autoridades británicas.
“La población porteña –dice el historiador CAILLET-BOIS-, atónita ante tamaño atentado dio rienda suelta a su indignación”… Las calles fueron teatro de escenas que revelaban que, no obstante la enorme desproporción de fuerzas, los ciudadanos de Buenos Aires no retrocedían ante el gesto de una gran nación que les cercenaba una parte del territorio sobre el cual nadie podía discutirle su soberanía”.
El ministro de Relaciones Exteriores, MANUEL V. MAZA, envió una circular a las cancillerías americanas dando cuenta de los hechos. Bolivia y Brasil se apresuraron a expresar su solidaridad y en numerosos foros internacionales se considera que la actitud de nuestro gobierno es uno de los hechos que otorga mayor fuerza a los reclamos que desde entonces se vienen haciendo para poner a salvo nuestros derechos, con arreglo a usos diplomáticos y a la Ley de las naciones.
Desde entonces la Argentina ha insistido, sin mucha coherencia ni continuidad con sus reclamos reivindicatorios apoyada por gran número de países del mundo, que se oponen a la política de coloniaje del gobierno de Gran Bretaña.
26 de agosto de 1833
ANTONIO RIVERO, “el gaucho Rivero” y un pequeño grupo de seguidores, protagonizando un desesperado y heroico, aunque inútil intento de recuperar nuestras Islas Malvinas, ataca la comandancia británica instalada en el Archipiélago y mata a cinco empleados de LUIS VERNET, nefasto personaje que continuaba allí representando los intereses de los ingleses.
10 de marzo de 1834
El sabio naturalista CARLOS DARWIN escribió desde las Islas Malvinas una interesante carta a su amigo el señor LUMB domiciliado en el Nº 36 de la calle de La Paz, de la ciudad de Buenos Aires. Darwin había llegado a mediados de marzo a esa isla y en su carta decía, “lugar de discordia tanto para los elementos como para los negocios humanos”, según decía en el histórico pliego, agregando:
“Estas islas miserables por las que disputaron mucho tiempo España, Francia e Inglaterra; después quedaron deshabitadas. Entonces el gobierno de Buenos Aires las vendió a un particular, reservándose el derecho de llevar a ellas a sus criminales”.
14 de octubre de 1859
Luis PIEDRABUENA recorre las costas de la Patagonia, Tierra del Fuego y Malvinas y remonta el rio Santa Cruz.
18 de setiembre de 1884
Se encomienda por Ley la confección del mapa de la República al Instituto Geográfico Argentino. La iniciativa renueva la cuestión de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas.
14 de octubre de 1957
La República Argentina y Guatemala formularon “reservas en la “Comisión Internacional de Asuntos Fiduciarios”, con relación a territorios ocupados por Gran Bretaña en el continente americano” El primero, en cuanto a las islas Malvinas y sus dependencias, y el segundo, en lo tocante a Belice (Honduras Británicas).
El delegado argentino, doctor ROBERTO ENRIQUE GUYER, observó que en la información trasmitida por Gran Bretaña sobre sus dependencias se refería a las Islas Malvinas. “La delegación argentina —dijo GUYER— solicita se deje expresa constancia en actas de su formal reserva en el sentido de que la transmisión de esa información en nada afecta a la soberanía argentina sobre dicho territorio, cuya ocupación detenta Gran Bretaña en virtud de un acto de fuerza jamás aceptado por el gobierno argentino”.
Manifestó también GUYER que el gobierno argentino reafirma los imprescriptibles e inalienables derechos de la República y deja constancia expresa de que las Islas Malvinas, islas Sandwich al Sur, Georgias del Sur y tierras incluidas dentro del sector antártico de la República, no constituyen colonia o posesión de nación alguna, sino que forman parte del territorio nacional, y están comprendidas en su dominio y soberanía”.
El representante de Gran Bretaña, sir ANDREW COHEN, declaró que respecto a las dependencias de las Islas Malvinas, su gobierno ha manifestado que está dispuesto a aceptar a su respecto la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia. Agregó que, sin embargo, los otros gobiernos interesados no han estado todavía dispuestos a hacer lo propio. GUYER le contestó seguidamente:
“Debo afirmar que no existe tal relación de dependencia, pero aun en el caso de que ella existiera no podría ser incoada por el Reino Unido, ya que las Islas Malvinas son argentinas. Por Otra parte, la República Argentina ha expresado ya al Reino Unido que ninguna norma de índole jurídica o moral impone a los Estados someter a la decisión de poderes o entidades extrañas sus derechos territoriales basados en títulos legítimos, como son los que fundamentan la soberanía argentina sobre su sector antártico e islas adyacentes, los que se apoyan en modos legítimos de adquirir el dominio territorial y en una efectiva, conocida y pacífica posesión.
Este —agregó— es el principio practicado por todas las naciones. La casi unanimidad de los países que han adherido a la jurisdicción obligatoria de la Corte Internacional de Justicia, han formulado las debidas reservas para excluir de esa jurisdicción toda posibilidad de quedar obligados a que el tribunal resuelva sobre la legitimidad de sus derechos territoriales.
Es ese precisamente el caso del propio Reino Unido, que ha dejado a salvo, además de los litigios configurados antes del año 1930, los concernientes a cuestiones sujetas a su exclusiva jurisdicción”. El representante de Chile, don OSCAR AGÜERO, mantuvo la misma posición de la República Argentina respecto a los territorios antárticos, sobre los cuales su país “ha ejercido y ejercita soberanía”.
Chile respeta a la Corte Internacional de Justicia y sus decisiones, pero no puede aceptar jurisdicción de la Corte para decidir sobre asuntos territoriales, como es el caso de los derechos de Chile sobre sus territorios antárticos”.