LA FÁBRICA DE CAÑONES DE JUJUY (00/04/1812)

El general MANUEL BELGRANO, comandante en Jefe del Ejército del Norte, desde febrero de 1812, disponía de muy escasa artillería para dotar con tan importante material a su fuerzas,  empeñadas en la lucha contra los invasores españoles que avanzaban desde el Alto Perú.

Con sólo un cañón «de a 2” y cinco “de a 1”, considerando que es vital revertir esta situación, dispone la instalación de una fundición en la provincia de Jujuy, para fabricar los cañones que le eran tan necesarios y nuevamente puso al frente del proyecto, al coronel EDUARDO KAILLITZ, barón de Holmberg.

Este destacado coronel de origen austríaco que se había plegado a la causa independentista y que destinado como Jefe del Estado Mayor de Belgrano, estaba a cargo de “todo lo concerniente a artillería e ingenieros”, era un experto oficial de artillería, con amplios conocimientos en la materia.

Como en el interín, desde Buenos Aires, llegaron a Jujuy algunas “piezas de a 6”, y los sirvientes de las mismas, el general BELGRANO dispuso que el coronel KAILLITZ, como paso previo a la fundición de cañones, comience con la fabricación  de las granadas que podían ser utilizadas con los “cañones de a 6”,  que les habían enviado desde Buenos Aires, cureñas y medios de tracción para esta piezas.

Y como se disponía de una importante cantidad de “munición de a 2”, sin que se contara con las piezas de ese calibre, con mucho ingenio, también fabricaron un torno que permitió recalibrar los “cañones de a 6”, para poder utilizar con ellos, esas granadas que tenían en cantidad.

En abril de 1812 la fundición fue finalmente puesta en marcha y comenzaron fabricando algunos morteros y obuses, para pasar después a fabricar los cañones de mayor calibre y el resultado fue tan auspicioso que BELGRANO, el 28 de julio de 1812, se dirigió a la Junta de Gobierno diciendo:

“Se han fundido bajo la dirección del coronel Holmberg, dos morteros de ocho pulgadas y dos obuses de seis pulgadas y tres líneas. Se están amoldando culebrinas de a dos, también dirigidas por el expresado barón y pronto espero que se fundan con el mismo éxito que aquellas piezas, de modo que si tuviésemos cobre, podré remitir a VE. algunas piezas aunque sean de mayor calibre.”.

Lamentablemente las expectativas de BELGRANO no se cumplieron: Los acontecimientos trastocaron sus planes, ya que obligado a retirarse de Jujuy, el 23 de Agosto de 1812, ordena que fuera desmontada la fábrica de cañones, cuando ya había empezado a fabricar las culebrinas “de a 2”.

En una nota al gobierno central, fechada el 30 de agosto de 1812, en el rio Pasaje, relata que la fábrica de morteros, obuses y cañones, instalada en Jujuy, había sido obra del barón de Holmberg, “quién no solo dibujó las formas graduando las proporciones, sino también ha tenido parte en tornear los moldes.

Los fundidores han trabajado bajo las órdenes de Holmberg, trabajando los moldes con la mayor facilidad y sucesivamente han fundido, proporcionando las mezclas con las lecciones de aquél”. También relata Belgrano que se habían valido de hornos muy sencillos y de los que se servían los fundidores de campanas, con la sola diferencia de ponerles dos respiradores verticales.

Tenían cuatro hornos que fueron desbaratados en los últimos momentos de su salida de Jujuy y que podrían volver a montarse en cualquier otro puesto. También refiere a que habiendo metales, en todo punto se puede establecer la fábrica, y pueden conseguirse cualquier tipo de pieza de artillería, sin necesidad de traerlas desde Europa, y tal hacer de la misma un ramo de comercio, quitando las utilidades a las fundiciones de hierro, ya que se sabía que las piezas de bronce eran las preferibles. Continúa diciendo Belgrano:

“La mayor particularidad de nuestra fábrica es que las tres fundiciones apenas han costado 13 pesos y un real al erario, y a esa misma proporción es el valor del bronce y días de trabajo empleados”.

Continúa diciendo BELGRANO: “La mayor particularidad de nuestra fábrica es que las tres fundiciones apenas han costado 13 pesos y un real al erario y a esa misma proporción es el valor del bronce y días de trabajo empleados”.

La fábrica no volvió jamás a ser montada, aún después de la batalla de Salta, cuando Belgrano se preparó para llevar las operaciones bélicas al Alto Perú, suponiéndose que ello se debió a que la primitiva pobreza de piezas de artillería, se remedió con el botín tomado a los realistas ó bien al alejamiento de Holmberg ó debido a que el carácter de la próxima campaña impediría al comandante en jefe una vigilancia directa y permanente de la fábrica.

La fábrica no volvió jamás a ser montada, aún después de la batalla de Salta, cuando Belgrano se preparó para llevar las operaciones bélicas al Alto Perú, suponiéndose que ello se debió a que la primitiva pobreza de piezas de artillería se remedió con el botín tomado a los realistas ó bien al alejamiento de Holmberg ó debido a que el carácter de la próxima campaña impediría al comandante en jefe una vigilancia directa y permanente de la fábrica”.

En la misma forma en que para la recomposición del armamento de la Infantería durante las operaciones se agregaban algunos maestros armeros a los Cuarteles Generales, para la artillería se comenzó a designar personal encargado del mantenimiento de las piezas, los armones y los vehículos, y se empezaron a instalar talleres de la maestranza en los períodos de estacionamiento y el almacén de Artillería.

Este personal se dividía según su especialidad en maestros de Montaje, torneros, maestros de Herrería, oficiales carpinteros y un largo etcétera, hallándose cada especialidad bajo las órdenes de un maestro mayor, en tanto los Almacenes de Artillería , tanto el permanente de la capital, como los provisorios de los Ejércitos en operaciones quedaban a cargo de un comisario de artillería, Guardaparque ó Guardaalmacén, según el caso, con los necesarios oficiales escribientes y de administración .

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