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INVENTOS E INVENTORES ARGENTINOS
El 6 de agosto de 1810, un relojero de Amsterdam radicado en Buenos Aires, llamado MIGUEL COLOMBISE, presentó ante las autoridades de la Primera Junta de Gobierno Patrio, un proyecto para fabricar “un control para la navegación de aeróstatos” (en realidad era un aeróstato con timón y remos), en el cual, decía, me ofrezco ir donde se me mande, no siendo a una distancia para lo cual se necesite instrumento de pilotaje, porque no es mi arte”, y a partir de entonces, su nombre figura en la Historia Argentina, como el Primer Inventor argentino.
Su proyecto ya había sido ignorado por Liniers en 1809 y tampoco esta vez, fue tenido en cuenta por las autoridades, pero a pesar de eso, Colombise, ha sido galardonado con un mérito que en realidad, le hubiera correspondido a Francisco Arellano.
Es muy posible que en los registros oficiales de la materia, no exista dato alguno de Arellano y su invento, pero lo cierto es que él, fue realmente el autor del primer invento que se presentó en el Río de la Plata y lo hizo en 1801.
Así lo confirma una nota publicada en el número 7 del periódico “El Telégrafo Mercantil” editado por Cabello y Mesa, en 1801, donde se informa acerca de una “máquina para limpiar el trigo, que lo suministra despojado de toda inmundicia y polvo, ahorrando en este concepto 18 peones, que pagados a 7 pesos por mes, importan 126 pesos”.
Informando a continuación que el Real Consulado había premiado a su inventor, el sargento retirado FRANCISCO ARELLANO con la suma de 100 pesos “en vista de las ventajas que la insinuada máquina proporciona así a la Agricultura como el Comercio”.
Talento argentino
Desde que FRANCISCO ARELLANO en 1801, inventara su “máquina para limpiar el trigo”, la República Argentina, ha visto nacer innovaciones que han superado sus fronteras y hoy son más de cien los inventos, productos del talento argentino que están contribuyendo al desarrollo del mundo y a la mejor calidad de vida de los ciudadanos.
Para la “Enciclopedia de Ciencias y Tecnologías”, son «inventos argentinos» los logrados por argentinos que nacieron y viven en Argentina, pero también por argentinos que residen en otros países.
El “helicóptero”, por ejemplo, que sí bien festejamos como un invento argentino gracias a que Raúl Pateras Pescara, fue un abogado e inventor que nació en Buenos Aires en 1890, lo cierto es que inventó varios modelos de helicópteros, entre otras cosas, viviendo ya en los Estados Unidos.
También son “inventos argentinos” los desarrollados por personas nacidas en otras latitudes, pero que por suerte estaban acá cuando se les prendió la lamparita. Así fue con el croata JUAN VUCETICH (nacionalizado argentino) y con el húngaro LADISLAO JOSÉ BIRO, quien también se nacionalizó argentino, fue periodista y le quedó tiempo para inventar 32 cosas diferentes, entre ellas “la birome”, el bolígrafo que lo hizo famoso.
El ECyT-ar también entiende que son argentinos los inventos que hayan cobrado vida entre los pueblos originarios que habitaban este suelo, como es el caso de “la aloja”, esa bebida alcohólica preparada con algarroba, que nació en la región chaqueña.
Desde los albores de nuestra existencia como Nación independiente, hasta el presente, los inventores y creativos argentinos han estado muy activos, aunque no siempre sus creaciones han podido ser comercializadas como se debería, ni se ha reconocido su autoría, a pesar que a partir 11 de octubre de 1864, con la creación del Registro Nacional de Patentes, sus obras están protegidas legalmente.
Tal el caso de los “silobolsas, un sistema para almacenar forraje a campo abierto que en realidad es un invento o creación original canadiense, a la que, el ingeniero argentino Cristiano Casini, introdujo algunos cambios, dando origen así a un nuevo producto que ha sido adoptado en todo el mundo.
Y del Tango y el tasajo, cuyo nacimiento se produjo en la cuenca del Río de la Plata, por lo que Uruguay y Argentina se disputan el mérito de su nacimiento, Y del submarino, si recordamos aquella experiencia fallida de Taber en 1811, de la milanesa napolitana, la fugazza y tantos otros productos, sistemas, métodos y aparatos, que modificados o perfeccionados, adquieren una nueva identidad, sin se los pueda considerar un invento.
En el 2004, el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial publicó “140 años de registros del progreso. 1864-2004. Patentes & Marcas” y allí constan 96 «grandes inventos» argentinos realizados entre esas fechas y todos ellos responden a los criterios ya comentados. A continuación, sólo algunos de ellos:
Nuevo control para la navegación de aeróstatos. Miguel Colombise, 1810
Máquina hiladora. Andrés Tejeda, 1813
Arneses, herramientas metalúrgicas y batanes para el Ejército de los Andes. Fray Luis Beltrán, 1813
Sistema de navegación nocturna para aeronaves. Vicente Almonacid 1828);1925
Una nueva clase de globo aerostático. Profesor Elías O’ Donelll, 1876
Sistema dactiloscópico para la identificación de las personas por medio de sus huellas dactilares. Juan Vucetich, 1891)
Juego de “la pelota al cesto”. Profesor Enrique Romero Brest, 1897
Transfusión de sangre almacenada. Doctor Luis Agote, 1914
Primer helicóptero con capacidad de control del vuelo. Raúl Pateras de Pescara, 1920
Técnica para producir los dibujos animados. Quirino Cristiani, 1917
El colectivo. como medio de transporte público (Ángel di Césare y Alejandro Castelvi, 1928
La cosechadora autopropulsada. Alfredo Rotania, 1929
El amortiguador hidroneumático. Francisco Avolio, 1929
El separador intercostal a cremallera, el frontolux, el empuja ligaduras, la pinza de dientecillos, el aspirador quirúrgico, el banco para cirujanos, la cánula para transfusiones, la mesa quirúrgica, el constrictor cierra nudos. Doctor Enrique Finochietto, 1930)
Conceptos teóricos sobre la tecnología de la fotoescultura. Antonio Saralegui, 1932
Método de recubrimiento de la superficie de los espejos de grandes telescopios. Enrique Gaviola, 1935
El bolígrafo o birome. Ladislao José Biro, 1938
Primer espectrógrafo estelar construido con espejos. Enrique Gaviola y Ricardo Platzcek, 1943
Método de diagnóstico precoz de embarazo. Doctor Carlos Galli Manini, 1947)
Secador de pisos de una sola pieza. José Fandi, 1953
Sistema de refrigeración en base a materiales piezo-eléctricos, sin químicos y sin piezas móviles. Antonio Saralegui, 1956
El «magiclik», aparato para encender cocinas, estufas, etc. Hugo Kogan, 1967
El bypass coronario. Doctor René Favaloro, 1967 1979
La tapa a rosca degollable (no hay evidencias de que se haya comercializado nunca; el método actual es de origen australiano. Jorge Weber, 1968
El corazón artificial. Doctor Domingo Liota y Denton Cooley, 1969
Primer Transplante de corazón artificial. Domingo Liota, 1969
El motor pendular de combustión interna. Eduardo Taurozzi, 1970
El plano sonoro. Juan Bertagni, 1970
El soporte fijo para marcapasos y el marcapasos cardíaco. Doctor Francisco de Pedro, 1979
El inyector para combatir las várices. Doctor Alberto Barbagallo,
El stent vascular expandible. Doctor Julio Palmaz, 1982
El semáforo para ciegos. Mario Dávila, 1983
La jeringa autodescartable y capuchón de seguridad para agujas hipodérmicas. Doctor Carlos Arcusín, 1989
La membrana de colágeno cicatrizante. Doctora Celia Mohadeb, 1998
El sifón de soda, o agua carbonada a presión. La empresa argentina Drago, 1965
La camilla automática para emergencias médicas. Claudio Blotta, 1994
La silla de ruedas para niños. Pablo Kaplan, 2014
Además son innumerables los argentinos que han ganado prestigio mundial como diseñadores. Tal los casos de MIRTA FASCI, diseñadora del envase más premiado del mundo. Es el llamado «Emiun», un envase con un sistema de encastres que hace que una vez vacío, pueda utilizarse para la formación de módulos constructivos (dixit Verónica Jordana en una nota publicada en el Diario La Nación); MERCEDES SUÁREZ, inventora de unos originales «carteles desplegables».
En la Argentina se generan 5000 patentes al año, mientras que Japón lidera mundialmente con 800.000 y le sigue Estados Unidos, con 450.000. El 20% de los inventores son independientes, profesionales o amateurs. Todos los años, en homenaje a la fecha de nacimiento de Ladislao José Biro, se entrega el Premio Nacional de Inventiva, que lleva el nombre de uno de los inventos más famosos en el mundo, el «bolígrafo» o «birome», inventado por Biro y Juan Meyne, su socio y amigo de siempre.