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BUENOS AIRES INVADIDO POR RATAS Y HORMIGAS (03/11/1611)
En 1611, se produjo en la pequeña aldea que era entonces Buenos Aires, una terrible invasión de ratas y hormigas. No se trataba de la primera vez, porque estas plagas afectaron por años a la ciudad hasta el punto, que las hormigas llegaban a provocar la caída de las paredes, cuando hacían los hormigueros debajo de las viviendas, problema que solucionó, recién en 1600 comenzaron a hacerse cimientos de piedra para evitar estas catástrofes.
Sin embargo, la plaga que llegó en 1611, debió ser muy grave, porque el 3 de noviembre de ese año, los miembros del Cabildo se reunieron para buscar una solución. Si en la actualidad resulta difícil vencer a estos bichos con toda la parafernalia de productos modernos con que se cuenta, es fácil imaginar lo dramático que debía resultar entonces.
Las autoridades, impotentes para solucionar el problema, no encontraron otra salida que buscar un Santo patrón que oficiara de abogado para terminar con las plagas.
En realidad, mucha gente ya apelaba por entonces a los poderes de San Bonifacio y San Sabino como protectores contra las ratas y las hormigas, pero los cabildantes resolvieron hacer una votación secreta, para elegir por medio del azar el nombre definitivo de un santo patrono libertador.
Para evitar suspicacias, se eligió a un niño para que sacara de la bolsa el nombre del santo, de entre otros muchos propuestos para la función de salvador.
El honor le correspondió a «San Simón Judas» y se establecieron misas, procesiones y limosnas en su nombre. Sin embargo, la gente siguió fiel a sus viejas devociones, y el pobre «San Simón Judas» fue ignorado y «San Sabino» y «San Bonifacio», continuaron siendo los favoritos por muchos años.
«San Sabino» era el protector contra los ratones y «San Bonifacio» contra las hormigas y como no existían imágenes de ellos, se mandó hacerlas, de pequeño tamaño para poder ser llevadas cómodamente en las procesiones (ver Historietas de la Historia Argentina).