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GUARDA CON LA MAROMA
Guarda con la maroma era un llamado de atención para ponerse a salvo del cimbronazo que solía producir el lazo arrojado sobre un animal lanzado al galope.
Recordando que en América y principalmente en la Argentina, una “maroma” es aquella cuerda (de esparto, cáñamo, etc.) o cable que se encuentra tensa, sujeta en ambos extremos y a cierta altura por sobre el nivel del suelo, digamos que la frase “guarda con la maroma” tuvo su origen en los trabajos que antaño se realizaban en los campos de cría con ganado, en oportunidad de la “yerra” o la marcación del mismo.
Durante esos trabajos, frecuentemente era necesario enlazar por los cuernos a los vacunos, que sintiéndose apresados, comenzaban a dar vueltas en círculo alrededor de quien lo había enlazado mediante su lazo, previamente sujeto al recado.
Este movimiento del animal, convertía al lazo en una “maroma” móvil, lo que significaba un evidente riesgo, para el jinete y para todas las personas que se encontrasen dentro del radio de ese fatal círculo móvil. Pero nuestros gauchos, familiarizados con los riesgos que sus tareas le imponían afrontar, sabían sortear el trance con admirable serenidad y coraje:
Al grito “guarda con la maroma”, apreciaban rápidamente la situación y cuando el lazo ya casi iba a alcanzarlo, le hurtaban el cuerpo dejándose caer a tierra, tendidos de largo a largo y sin levantar la cabeza, para que el lazo pasara por encima de ellos, sin tan siquiera rozarlos.
Lo notable era que situación tan riesgosa, acabara por provocar la hilaridad y la jarana entre todos los testigos de esta escena, que se apresuraban a “socorrer” al jinete que prontamente se levantaba, sin haber sufrido más que un revolcón.
En la época de las luchas por la Independencia Argentina, los gauchos emplearon este procedimiento como arma de combate con indiscutible éxito: aseguraban los extremos de un lazo a la cincha de dos caballos y abriendo espacio en ambos, de modo que el lazo quedara bien tensado, cargaban al galope sobre el campo enemigo y esa “maroma”, a modo de guillotina, iba segando las filas del enemigo, que quedaba despatarrado y en muchos caso, con muchos lesionados y hasta muertos.
Agreguemos otro modismo que también involucra a las “maromas”. “Estar en la maroma” significaba hallarse en una situación difícil, en un apuro. Tal como el que debía enfrentar el gaucho que enlazaba una res chúcara (ver Voces, usos y costumbres del campo argentino).