FRACASO DE UN PROYECTO INDUSTRIAL PARA LA PATAGONIA (1911)

Esta es la historia de un argentino tan extraordinario como desconocido llamado EZEQUIEL RAMOS MEXIA (1853-1935) que fue Ministro de JULIO ARGENTINO ROCA, JOSÉ FIGUEROA  ALCORTA y LUIS SÁENZ PEÑA; de  un talentoso científico norteamericano llamado BAILEY WILLIS y nuestra Patagonia, ese  inmenso territorio que desde los tiempos de la conquista llevada a cabo por los expedicionarios españoles, fue motivo de disputas, crueles enfrentamientos, gestiones fallidas, pero muy pocas veces favorecido por planes racionales que buscaran un auténtico desarrollo de sus potencialidades.

Cuando el primer personaje de nuestra historia, el doctor RAMOS MEXIA, quiso dar los primeros pasos para promover el desarrollo patagónico, se levantó una sorda resistencia  primero y violenta después, que él enfrentó con inusitado valor cívico. El segundo protagonista, BAILEY WILLIS, por haber colaborado y hecho aportes fundamentales al Ministro, fue víctima de la acción combinada de la burocracia y los políicos del atraso, encaminada a frenar la ejecución  de las iniciativas de ambos.

El tercer integrante, la Patagonia, fue el objetivo fundamental de esas luchas y parte del escenario en que se desenvolvieron los personajes nombrados, precursores de lo que fue, la segunda y fundamental “conquista del desierto”: la integración de la Patagonia con el resto del país y su transformación en un gran centro de intensa actividad económica y de vida cultural.

En 1907, siendo Ministro de Agricultura del Presidente JOSÉ FIGUEROA ALCORTA, el doctor RAMOS MEXIA ordenó realizar cateos en un pequeño puerto del sur que se conocía con el nombre de “Comodor Rivadavia”. Era su propósito “dotar de agua potable a esa localidad, como paso previo a la puesta en marcha de un plan de progreso para reactivar la Patagonia.

A lo largo de todo ese año, un grupo de trabajadores de la División Minas, Geología e Hidrología del Ministerio a su cargo, operó en esa zona y solo a fines de ese año (el 13 de diciembre), tuvo éxito, pero en lugar de agua, encontró petróleo y RAMOS MEXÍA creyó que la gran aventura había empezado”.

Pero no fue así. Eran  necesarias otras medidas para quebrar ese largo sueño patagónico con ambiciosos planes y las cosas parecieron cambiar, cuando una iniciativa suya, se concretó mediante la  sanción de  la Ley 5.559 destinada a fomentar el desarrollo económico de los territorios nacionales, especialmente de la Patagonia a la que MEXÍA consideraba como “el segundo platillo de la balanza  en la economía argentina”.

La primera etapa de ese desarrollo, debía contemplar la búsqueda de agua y el tendido de líneas ferroviarias estatales de fomento en esos territorios y para ello debía emprenderse lo que él llamaba “la segunda conquista del desierto”

En 1910, siendo RAMOS MEXIA, Ministro del Presidente ROQUE SÁEN PEÑA,  aprovechando la presencia en Buenos Aires, del ingeniero BAILEY WILLIS, un reputado geólogo del Departamento de Investigaciones Geológica de los Estados Unidos, que participaba un Congreso Científico Internacional que se realizaba en ese momento, para confiarle detalles del ambicioso proyecto de SÁENZ PEÑA para dotar de agua y tender líneas ferroviarias estatales de fomento en la Patagonia y convencido de haber encontrado el hombre que podría hacer realidad ese proyecto, le encargó la exploración de esos territorios y la confección de un plan de trabajo que lo hiciera posible.

Pronto el proyecto fue víctima de la acción combinada  de la burocracia, de los políticos y de los intereses económicos. Ni las empresas inglesas que explotaban en esos momentos los ferrocarriles en la Argentina, que no tenían interés en invertir en esas regiones que consideraban carentes de segura rentablidad, ya que carecían de carne y granos para transportar; ni los políticos que no le veían potencial electoral a la región , las fuerzas reaccionarias del Congreso, infectado por burócratas, que enrolados en la oposición, bloqueaban  todo proyecto o iniciativa oficial, para robustecer las posibilidades de sus apetencias personales, fueron sólo algunos de los obstáculos que impidieron la concreción del proyecto.

El 10 de octubre de 1911 el proyecto de WILLIS fue presentado al Ministro RAMOS MEXIA. En él incluía (acompañando un estudio de factibilidad),  un profundo análisis acerca de las obras y servicios que se deberían instalar  para satisfacer los aspectos que MEXIA consideraba imprescindibles para el desarrollo de la Patagonia:

Ferrocarriles estatales de fomento, provisión de agua potable, construcción de un Dique y usinas hidroeléctricas, caminos viables para intercomunicar el sur chileno con el sur argentino, fundación de una industria patagónica mediante el establecimiento de una “ciudad industrial” en Nahuel Huapi , la siembra de trigo para dejar de depender de los envíos provenientes del norte y formulación de  grandes planes de colonización para arraigar población campesina en el desierto

El Proyecto fue puesto a la consideración del Director de Irrigación, JULIÁN ROMERO y éste, casi sin leerlo le dijo que el proyecto era técnicamente correcto, pero irrealizable económicamente. La insistencia de MEXÍA logró que se le demandara a ROMERO un más profundo análisis de factibilidad del mismo, pero oh! Manes de la burocracia, cuando seis meses después se le exigió que presentara el informe que se le solicitara, éste arguyó que no podía hacerlo porque toda la documentación se la había llevado un empleado a su domicilio para estudiarla y que allí,  se había perdido cuando la casa se incendió.

En setiembre de 1912, RAMOS MEXIA debió concurrir al Congreso Nacional para responder a los cargos de “extravagancia  y derroche de dineros públicos”, con los que se pretendió abrumarlo. Comenzaba así morir el proyecto de una “Patagonia industrial, el sueño de RAMOS MEXÍA  y el trabajo de WILLIS. Finalmente, en 1914, con la muerte de SÁENZ PEÑA, su gran sostén desde la presidencia  y la guerra que se declaró en Europa, lo enterraron para siempre

La tarea de WILLIS había llegado  a su fin y una vez más “El imperio invisible del mal”, según fueron sus expresiones había triunfado sobre el sueño de un hombre, RAMOS MEXIA que solo deseaba la grandeza de su Patria (material extraído de “Breve Historia de un Yanqui que proyectó Industrializar la Patagonia” de Arturo Frondizi, Ed. Centro de Estudios Naionales,  Buenos Aires, 1964)

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