FINAL AMARGO PARA ALGUNOS PRESIDENTES ARGENTINOS

Varios de los presidentes argentinos de nuestro pasado, tuvieron un triste e injusto final de sus vidas.

Algunos debieron enfrentar denuncias, feroces oposiciones y algunos hasta llegaron a ser encarcelados cuando ya no estaban en el poder, con o sin procesos judiciales de por medio.

Pero, claro, cada etapa histórica ofrece diferentes circunstancias políticas. Allá lejos en el tiempo, en los últimos años del siglo XIX, la única detención presidencial fue resultado de luchas de poder, cuando la política era una actividad muy restringida.

BARTOLOMÉ MITRE fue el primero de la lista. Presidente del país unificado bajo la autoridad porteña, le dejó la presidencia a DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO  en 1868. Seis años después intentó volver al cargo, pero fue derrotado por NICOLÁS AVELLANEDA, candidato de la confianza del autor de «Facundo».

Por eso, en 1874, MITRE organizó un movimiento armado con el objetivo de impedir que AVELLANEDA asumiera la Presidencia: lo derrotaron en la batalla de «La Verde» y terminó encarcelado en el Cabildo de Luján, so­metido a un consejo de guerra y degradado como militar.

No desaprovechó el encierro, ya que, gran parte de su monumental trabajo como historiador, fue desarrollado durante los cinco meses de detención. Estando encerrado, escribió el prólogo a su «Historia de San Martín y la emancipación sudamericana» (ver La revolución de Bartolomé Mitre).

Las detenciones del siglo que siguió están vinculadas en todos los casos a persecuciones políticas de los regímenes de facto instalados por golpes militares. Incluso, de un gobierno instalado por elecciones fraudulentas, como el del general AGUSTÇIN P. JUSTO en los años 30.

El primer ex presidente argentino que tuvo que enfrentar a un juez fue HIPÓLITO YRIGOYEN, poco después de ser derrocado el 6 de setiembre de 1930 por el primer golpe militar de la Historia Argentina,  ejecutado para derrocar a un Presidente, que encabezó  la historia argentina, encabezado por el general JOSÉ FÉLX URIBURU (ver La revolución de 1930).

El caudillo radical fue satanizado por el régimen, que constituyó una comisión especial para investigar sus actos de gobierno e hizo abrir una causa por supuestos hechos de corrupción, que incluían desde compras hechas por el Estado hasta la administración de Lotería Nacional.

Según cuenta Félix Luna en su libro «Yrigoyen», el Juez federal MIGUEL JANTUS, el 28 de octubre de 1930 fue hasta el buque «Belgrano», donde el presidente depuesto estaba detenido, para indagarlo.

Al mes siguiente, el Juez dictó su prisión preventiva. Quince meses preso pasó Yrigoyen, hasta que Uriburu lo indultó en febrero de 1932. A pesar de que intentó rechazar el gesto, fue liberado y volvió a Buenos Aires, desde la isla Martín García, el mismo día en que el general JUSTO asumía el gobierno, inaugurando lo que se llamó la «Década Infame».

En diciembre del mismo año, YRIGOYEN pasaría el último fin de año de su vida detenido nuevamente en Martín García, acusado de conspirar. El otro presidente radical de la década del 20, Marcelo T. de Alvear, enfrentó el exilio en Río de Janeiro y, a su regreso al país en 1932, también se lo acusó de conspirador y fue detenido en Martín García (ver Finales amargos para mujeres y hombres públicos argentinos)

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