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EL CHAPEADO
El mayor lujo del gaucho era “el chapeado”, un apero o recado cuyas riendas, cabezada, bozal y cabestro se adornaban con bombas y virolas de plata o de plata y oro.
La cabecera de los bastos, artísticamente trabajada llevaba una chapa del mismo metal, con el monograma del dueño y hasta las “copas del freno” y la “pontezuela” eran de plata, cuando el orgulloso propietario, disponía de mayores riquezas (ver Los chapeados criollos).