EINSTEIN, UNA VISITA ILUSTRE A LA ARGENTINA (02/04/1925)

El 2 de abril de 1925, ALBERT EINSTEIN estuvo en la ciudad de La Plata y durante siete horas recibió el homenaje de la comunidad científica argentina, recorrió la ciudad y se detuvo especialmente en una visita al Museo de Ciencias Naturales.

En el físico alemán se encendió la curiosidad por conocer esa ciudad que había logrado convertirse en un polo científico, compuesto por muchos investigadores europeos, bajo la trama de una intelectualidad heredera de la generación del 80, caracterizada por una línea reformista hacia el interior de una oligarquía enfrentada a conflictos sociales y que pensó una educación superior original en el modo de situarse frente a las formas establecidas del academicismo, sostenida en un saber empírico.Conoció la fama como un bautismo inesperado. Durante un mes en Buenos Aires, Einstein se ocupó de difundir en persona la teoría de la relatividad entre físicos, ingenieros y filósofos.

Mucha de la intelectualidad argentina quería empaparse de este cambio de paradigma que inquietaba a todas las disciplinas del conocimiento.

LEOPOLDO LUGONES había compartido una conferencia con él en Europa y estaba entre los artífices de su viaje. Encontraban una voz que ponía en crisis el positivismo, despertaba la maquinaria de una revolución científica que reconocía en la ilustración nacional un interlocutor calificado para entenderla y transmitirla.

Por esos días el diario La Prensa publicó un artículo donde el físico alemán se anticipaba a la creación de la Unión Europea porque observaba un continente que hacía de la razón un arma de guerra. Era un pacifista minoritario que vivía rodeado de fotógrafos, que respondía con astucia a las preguntas de los periodistas, deseosos de su palabra. El mundo descubría una nueva forma de celebridad y Einstein nacía como personaje.

Cómo nos vio Alberto Einstein
En 2023 se editó la obra “Los diarios de viaje de Albert Einstein: Sudamérica, 1925) donde el sabio vuelca sus impresiones y juzga a los argentinos, diciendo que son “displicentes”, “infantiles” y “estúpidos”.  Así lo afirma Ze’ev Rosenkranz al comentar la obra, según lo consigna una nota de “BBC Mundo” publicada en la página Web del diario La Nación

 Y quizás haya sido así por no haber podido desprenderse de los prejuicios que en aquella época, se tenían en Europa a la hora de juzgar a los sudamericanos y en especial a los argentinos. o porque, al expresar tan poco halagüeños conceptos de los argentinos, se haya referido en realidad a los porteños y más concretamente, a los porteños “cholulos” que pugnaban por agasajarlo, desesperados por sacarse una foto con el sabio.

Porque en ese mismo diario, Einstein comentó la buena impresión que le había causado el hecho de que la Argentina “contaba con una buena infraestructura para la investigación en matemáticas y física, lo cual contrastaba con la situación en Uruguay y Brasil y que en la Argentina, ya se discutía la teoría de la relatividad”.

En su visita, Einstein tuvo además impresiones muy positivas, específicamente de académicos, como fue el caso del rector de la Universidad de Buenos Aires, José Arce, y del filósofo Coriolano Alberini y luego de su primera conferencia científica, expresó su complacencia por la presencia de estudiantes jóvenes interesados en los temas que abordó.

Rosenkranz dice que Einstein “Vio a Buenos Aires como una versión sureña de Nueva York, más materialista y más enfocada en lo que él considera era la apariencia externa”. En su diario, Einstein usó adjetivos como “superficial” y “fría” y, aunque se estaba refiriendo a la capital, Rosenkranz hace notar que el físico vuelve a caer en una generalización para englobar a todo el país.

Porque también dejó testimonio de cuánto disfrutó la música tradicional argentina y  “la nueva energía” que encontró en la localidad bonaerense de Llavallol, el paisaje que vio en las sierras cordobesas y la arquitectura de Córdoba, ciudad en la que halló “vestigios de una cultura genuina”, así como “un sentido de lo sublime”.

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