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CONTRABANDO A LA ITALIANA (1906)
En 1906, al puerto de Buenos Aires, llegan cosas sospechosas en las bodegas del «Reina Margarita», un barco italiano que ya había llegado en otras oportunidades.
Son cosas sospechosas que los tripulantes quieren desembarcar sin pagar derechos. Los hombres de la Aduana hacen una investigación: ¡Culpables! Como primera medida, se decide apresar a los responsables y continuar con el sumario.
No es fácil. La gente del «Reina Margarita» no tolera ser arrestada. Gestos, gritos, empujones. Los sospechosos son liberados por sus compañeros. Muy cerca de allí, casi al final del muelle los cañones del «Fieramosca» (un buque de guerra también italiano), miran desorbitados.
Finalmente la marinería resuelve intervenir para apaciguar las cosas. Los agentes aduaneros ven colmada la medida: Primero intento de contrabando, luego liberación de los sospechosos, ahora intervención armada.
El capitán del «Fieramosca» trata de explicar: «sólo queremos ayudar a mantener el orden». Ésa no es una explicación. Son italianos que aparecen armados para participar en un problema con italianos.
Las cosas se van solucionando poco a poco entre la gente del puerto, pero ahora los problemas empiezan en la Cancillería. Se entiende que la intervención del «Fieramosca» significa una lesión a la soberanía. Largas explicaciones. Luego discursos interminables sobre «los lazos que unen a Italia y la Argentina y el aporte de los inmigrantes peninsulares que contribuyen a engrandecer el país y tienen hijos argentinos».
Finalmente todo quedará arreglado. «Grandes abrazos entre hermanos», mientras los sospechosos bultos son disimuladamente bajados a tierra y enviados a su destino incierto. ¡Viva Italia !, ¡ Viva la Argentina! (ver Corrupción hubo siempre).