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ARGENTINA, EL PAIS DEL DESPILFARRO? (1908)
Es fama justamente adquirida de los argentinos que no sabemos cuidar lo que tenemos. Que a través de nuestra Historia, no hemos sabido atesorar las inmensas riquezas que la naturaleza prodigó a estas benditas tierras y que la abundancia de bienes nos ha llevado a ser los “maestros del despilfarro”.
Basta sólo recordar las matanzas de ganado que se realizaban allá por el siglo XVII. Miles y miles de vacunos sacrificados solamente para aprovechar de ellos el cuero o peor aún, solamente el sebo que podía sacarse de ellos.
Están vivos en nuestra memoria los relatos que nos trae la actividad predatoria que aún hoy se realiza, en las aguas territoriales argentinas para explotar su inmensa existencia de especies marinas, “plata viva de nuestras aguas” que bien podría ser suficiente para mitigar el hambre de millones de personas, si esa explotación se realizara en forma coherente.
Centenares de miles de hectáreas de añosas arboledas ya no existen más, abatidas por la tala insensata; el agotamiento de la tierra provocado por la desertificación de inmensos territorios debido al mal manejo de su cultivo o de la que indiscriminada quema de rastrojos; aguas puras y cristalinas de arroyos, ríos y aguadas, transformadas en focos de inmunda pestilencia, por un desacertado tratamiento de efluentes; millones de metros cúbicos de gas desperdiciados en nuestra Patagonia, debido al “venteo” al que por muchos años, obligaba la falta de estructuras y políticas apropiadas para su aprovechamiento.
Y aún hoy, el colmo del despilfarro: Obreros descontentos o empresarios disconformes, no han encontrado mejor forma de expresarse, que tirando a las aguas miles de litros de leche, miles de kilos de cereales, verduras o lo que se les ocurra, sin pensar que eso que tiran, les vendría muy bien a la infinidad de seres humanos que hay padecen el hambre.
Transcribo a continuación, un texto extraído de una vieja publicación, donde un tal JOSÉ MARÍA PALMA expone su opinión acerca del despilfarro de nuestras riquezas y propone una solución (1), que no sabemos si fue tenida en cuenta, demostrando que esta desagradable faceta del “ser argentino”, no es cosa de hoy:
“Desgraciadamente, no tiene nombre, lo que de veinticinco años a la fecha está ocurriendo con nuestra exuberante producción agrícola, ya cosechada y embolsada y que se desperdicia puesta a la intemperie. Necesario es que ya, que renunciemos de una vez por todos, a estar tirando como locos la plata por la ventana”.
“Por negligencia o apatía criollas, muy censurables en verdad, en el país, anualmente se pierden más de doscientos millones de nacionales en razón de los deterioros experimentados por la desidia y el abandono de nuestros cereales, tirados al aire libre como cosas sin valor, cuando esa pérdida, equivale al doble de la cantidad requerida por el tesoro público, para el pago de los servicios de la deuda externa de la Nación”.
(1). “Con aviso previo de seis meses y publicado en los diarios de esta Capital, Bahía Blanca, Córdoba y Rosario, debe llamarse a concurso para la construcción de trojas, tinglados, depósitos o “ramadas” de tipo económico elemental, con destino al almacenaje, defensa y conservación de los trigos, maíces, cereales y demás productos agrícolas de la República. El Poder Ejecutivo deberá solicitar al Honorable Congreso de la Nación, la sanción de una Ley exonerando a los referidos tipos de graneros, del pago de todo impuesto nacional, provincial o municipal creado o por crearse
”Este preocupado ciudadano va más allá aún y se atreve a sugerir la aplicación de un más transparente sistema de comercialización de nuestros productos agrarios diciendo: «El trigo, el maíz y demás productos con aplicación a los objetivos que se especifican, será directamente adquirido por el gobierno nacional con la participación del ministerio del ramo y a su vez, enajenado en subasta pública y libre de comisiones».