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A LA CONQUISTA DEL CIELO ARGENTINO
La era de los vuelos en globo, comenzó en junio de 1783 cuando los MONTGOLFIER, dos hermanos franceses, hicieron hecho elevar en París, por primera vez, un globo inflado con aire caliente, iniciando así la historia del hombre en el espacio. Pocos meses después, en noviembre del mismo año, el físico francés JEAN FRANCOIS PILATRE DE ROZIER voló en un globo y se convirtió en el primer aeronauta de la historia.
Desde entonces su aventura fue imitada por muchos aeronautas y sólo 26 años después, el cielo de Buenos Aires, se vio surcado por ellos. Durante 100 años los globos y los vuelos en globo, fueron noticia. Vuelos extraordinarios, tragedias y récords marcaron la existencia de la aeronavegación en la Argentina, hasta que en el año 1919, comienza la declinación de la actividad aerostática y ésta cae en desuso, dejando para el recuerdo y el agradecimiento de todos los argentinos, los nombres de quienes fueron pioneros de esa actividad:
JORGE Y EDUARDO NEWBERY, EDUARDO ROMERO, AARÓN ANCHORENA, ARTURO LUGONES, ALBERTO DE BARY, WALDIMIO CORREA, EL BARÓN ANTONIO DE MARCHI, SEBASTIÁN DE LEZICA, ROBERTO ZIMMERMAN, ISAAC DE OLIVEIRA CÉSAR, FLORENCIO PARRAVICINI, ALFREDO PALACIOS, JUAN A. ROTT, ALFREDO VALLETERN, EMILIO AUBRUN, WALDINO CORREA, HORACIO ANASAGASTÍ, LISANDRO BILLINGHURST, MELCHOR ESCOLA, RAÚL GOUBAT, EDUARDO BRADLEY y ÁNGEL MARÍA ZULOAGA.
El primer globo aerostático que se elevó en el país (mayo de 1809)
En Buenos Aires los vuelos sin tripulantes comenzaron antes de la Revolución de Mayo de 1810. Fue el que se utilizó como ornamento, en mayo de 1809, durante los últimos tiempos del gobierno de SANTIAGO DE LINIERS. Un habitante de la época, que firma como “Un soldado”, escribió en su diario que en la Plaza de la Victoria (hoy Plaza de Mayo) “para sorpresa y diversión de la población, se echó al aire un globo aerostático grande”, según su propia ortografía.
Más tarde, ya en tiempos de JUAN MANUEL DE ROSAS, se elevó otro “globo montgolfier” para los festejos del 25 de Mayo de 1834. Algunos afirman que este vuelo fue tripulado, aunque es poco probable. Los vuelos festejos, sin tripulantes, se multiplicaron hasta que pasando por alto algunas experiencias protagonizadas por aeronautas extranjeros, habrá que esperar hasta 1907, para que con la llegada al país del globo “Pampero”, la aeronavegación nacional, comenzara a ser una realidad en nuestro cielo.
A mediados del siglo XIX llegaron al país, los primeros globos aerostáticos y se realizaron con ellos, los primeros vuelos tripulados por argentinos. Estas experiencias, cubrieron cada vez espacios más largos y duraron más tiempo. En la época de JUAN MANUEL DE ROSAS, se elevó otro “globo montgolfier” para los festejos del 25 de Mayo de 1834 y aunque algunos afirman que este vuelo fue tripulado, es muy poco probable que así fuera. En 1840 fue JOSÉ MARÍA FLORES, quien lo hizo llevando luego su globo (también de aire caliente) en una gira por Chile, Perú y Colombia.
Desde mediados del siglo XIX y hasta el año 1907 sólo se vieron pocas ascensiones aerostáticas en el país, a la inversa de lo que ocurría en Europa, con los vuelos en globo, que eran cosa corriente. En Buenos Aires, las primeras ascensiones fueron realizadas por extranjeros, con fines comerciales (CEVALLOS, WELLS, BARAILLE, MARÍNEZ, SANZ, MEYER, CETTI y VALERIUS). Era realmente el tiempo de los “intrépidos en sus máquinas voladoras” y por entonces cada ascenso, cada minuto en el aire, equivalía a vivir una peligrosa una aventura.
El 16 de octubre de 1898, durante la Primera Exposición Industrial Continental realizada en la Plaza San Martín, de la ciudad de Buenos Aires, el aeronauta FRANCISCO CETTI hizo una demostración de vuelo en globo bastante accidentada, ya que debió ser rescatado en el Río de la Plata.
Primer vuelo en globo de un argentino (1843)
El 12 de junio de 1843, el aeronauta argentino JOSÉ MARÍA FLORES voló sobre Bogotá, realizando el primer vuelo tripulado que vieron los colombianos.
FLORES fue el primer aeronauta argentino y sudamericano que realizó ascensiones aerostáticas de tipo acrobáticas, fuera del país, en particular en Perú, Ecuador, Colombia, México y Guatemala, lugar éste donde habría fallecido en un accidente aéreo.
Desde que los hermanos MONTGOLFIER lograron elevar un globo en los jardines de Versailles, en 1783, la moda de los vuelos se difundió por toda Europa y llegó también a América. FLORES había aprendido a volar en globo en la Escuela de Aerosteros de París, fundada por NAPOLEÓN BONAPARTE y son escasos los datos acerca de su vida.
Existe una litografía de CARLOS ENRIQUE PELLEGRINI, realizada en 1841, que muestra el globo tipo Mongolfier en el que ascendió el aeronauta. Años más tarde, FLORES realizó una exhibición en Santiago, Chile, y descendió en paracaídas sobre la ciudad, suceso que fue documentado por el general TOMÁS DE IRIARTE, y lo cuenta en sus «Memorias».
En 1842 FLORES voló sobre Lima y siguió su recorrido por distintos países americanos. Se cree que llegó a Guatemala en 1850 y que se mató en un terrible accidente. Pero, como sucedió con su vida, también son escasos los datos concretos acerca de su trágico fin.
Primer vuelo en globo tripulado sobre Buenos Aires (19/10/1856)
Los vuelos festejos, sin tripulantes, se multiplicaron hasta que el 19 de octubre de 1856 se realizó el primer viaje comprobado de un aeronauta. Se trataba del francés CASIMIR LARTET, del que solamente se conoce su nombre, pero ningún detalle de su hazaña.
También son escasos y contradictorios los datos sobre el lugar de partida de su aerostato. Algunos afirman que despegó desde unos terrenos próximos a la plaza Lorea, y otros, de una zona cercana al actual edificio del Congreso. Pero como en este lugar se levantaba un molino de viento, es muy difícil que el aeronauta se haya arriesgado a volar cerca de sus peligrosas aspas. Se sabe en cambio que LARTET realizó tres ascensiones, la primera el 19 de octubre y durante ese vuelo chocó con una casa y cayó sin mayores consecuencias.
La segunda ascensión, realizada el 30 del mismo mes, terminó cuando chocó con un molino, logrando saltar a una terraza. Y por último, LARTET se elevó el 16 de noviembre, pero volvió a chocar con una casa, terminando con varias costillas y una pierna fracturadas.
El globo que no voló
Para los festejos que se preparaban para conmemorar el 25 de majo de 1810, ya en 1872, una compañía de fuegos artificiales ofreció al gobierno municipal la realización de un espectáculo único, agregando (sin saber quizás que ya desde 1809 los porteños habían visto a estos aparatos surcar el cielo de Buenos Aires) y “nunca visto por los porteños: un «globo aerostático que hará la delicia del público».
En su presentación D. JOSÉ MARELL, en nombre de su empresa, aseguraba que este tipo de entretenimientos ha causado grandes satisfacciones tanto en Viena como en Trieste y otras numerosas ciudades de Europa. Pide además, que le contesten con cierta celeridad para que pueda construir el “globo y probarlo». El 20 de abril se le contestó que no se aceptaba el ofrecimiento debido a “los posibles peligros que tal demostración podría causar entre los habitantes de esta ciudad”. “Cronista Mayor de Buenos Aires”, Editado por el Instituto Histórico de la ciudad de Buenos Aires, 2001.
Primera desgracia en el cielo porteño (1904)
En 1904 cayó al Río de la Plata y murió ahogada la señora de SILIMBANI una artista italiana, cuando hacía acrobacia desde un trapecio suspendido en un globo y esta tragedia impresionó vivamente al pueblo porteño
El globo “Pampero” (1907)
El 18 de diciembre de 1907, llegó a Buenos Aires, procedente de Europa, AARÓN ANCHORENA, un acaudalado personaje, nacido en Buenos Aires en 1877, que trabajaba en la Embajada argentina en París y que había conocido la fascinante aventura de volar, gracias a una invitación que le cursara otro precursor de la aviación americana, el brasileño ALBERTO SANTOS DUMONT.
ANCHORENA, se apasionó con el vuelo y continuó acumulando experiencia en globos en el aeroclub de Francia, donde llegó a ser un exitoso navegante, hasta que en 1907, finalizada su función diplomática, regresó al país.
Traía consigo un aerostato esférico construido en tela de algodón, con una capacidad de 1.200 metros cúbicos de gas de alumbrado, al que denominó “Pampero”, nombre que llevaba pintado en grandes letras rojas. Además, venía con la firme decisión de fomentar esta nueva actividad, no sólo en su faz deportiva, sino científica, ya que intuía que el globo se convertiría en un medio ideal para realizar estudios y observaciones de la atmósfera.
Primera ascensión (25/12/1907)
Decidido a hacer su primera ascensión en el país, invitó para ello al ingeniero electricista JORGE NEWBERY, primer Director de Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
El globo fue inflado con gas de alumbrado en la Sociedad Sportiva Argentina, lugar donde actualmente se encuentra el Campo Hípico Militar (Avenida del Libertador y Dorrego). El aerostato empezó a inflarse el 24 de diciembre y, por inconvenientes en la operación, recién estuvo listo el día siguiente. El 25 se elevó a las 12:45 horas ante la admiración y aplauso de las personas que asistían para ver volar a los primeros argentinos que lo hacían deportivamente.
Después de cruzar el Río de la Plata hacia el cual lo impulsó el viento reinante, descendió en la estancia de Tomás Bell, a seis leguas de la costa de Colonia (República Oriental del Uruguay) a las 14:50 horas, luego de 2 horas 5 minutos de vuelo, alcanzando una altura máxima de 3.000 metros.
Esta feliz ascensión del «Pampero» realizada, «no sin la consiguiente preocupación del pueblo de Buenos Aires que no estuvo tranquilo hasta que supo que el estuario fue sobrevolado sin tropiezo» fijó el destino de la Aeronáutica Argentina.
Fue entonces, cuando en los primeros años del siglo XX, un grupo de argentinos, entusiasmados con los progresos de la aeronavegación, se lanzaron a experimentar las primeras ascensiones en globo en el país y la ascensión del globo “Pampero”, realizada el 25 de diciembre de 1907, sin duda, marca el comienzo de la actividad aeronáutica argentina.
En los nueve meses y medio que el hermoso esférico de 1.200 metros cúbicos de capacidad surcó los cielos de Buenos Aires realizando numerosos vuelos–inclusive cruzó el Río de la Plata en su vuelo inaugural– se formaron bajo su tela amarillenta varios pilotos aeronautas, y entre todos, el que le iba a dar tintes legendarios: el doctor (odontólogo) Eduardo Newbery.
Y corresponde a uno de ellos, el ingeniero AARÓN ANCHORENA, el mérito de haber dado origen a la aeronáutica argentina. Este acaudalado hombre de negocios y deportista argentino que desde 1902 se hallaba en Francia, ejerciendo el cargo de Secretario de la Legación Argentina en París, inició allí sus actividades aeronáuticas, realizando once ascensiones en globo, la primera de ellas como acompañante del célebre brasileño SANTOS DUMONT.
Cuando el 18 de diciembre de 1907, llegó de regreso a Buenos Aires, trajo consigo un globo aerostático de 1.200 metros cúbicos de capacidad, que bautizara con el nombre “Pampero” y pronto se vinculó con el ingeniero electricista JORGE NEWBWRY, que se desempeñaba como primer Director de Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y otros entusiastas deportistas que veían en los vuelos en globo, el llamado a vivir aventuras de gran emoción.
Primer ascenso del Pampero (1907)
El primer ascenso del Pampero, tripulado por Anchorena y Newbery, tuvo lugar el 25 de diciembre de 1907. Anchorena decidió hacer su primera ascensión en el país e invitó para ello al ingeniero electricista Jorge Newbery, un deportista ya consagrado que se desempeñaba como primer Director de Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Juntos estimaron que el campo de la Sociedad Sportiva Argentina, lugar donde también se jugaban los importantes partidos de fútbol de la época (donde actualmente se encuentra el Campo Hípico Militar en la Avenida del Libertador y Dorrego), era el escenario obligado para esa clase de pruebas.
El 24 de diciembre de 1907 se dirigieron allí llevando el globo y a las 9 de la mañana, bajo la supervisión del técnico francés LOUIS FABERES, con la colaboración de 20 soldados del Regimiento de Granaderos a Caballo, comenzó su inflado, con gas de alumbrado provisto por la Compañía de Gas del Río de la Plata que había tendido para realizar la operación una cañería especial, pero debido a un inconveniente en la operación, el inflado debió postergarse hasta el día siguiente.
En los preparativos para el vuelo del “Pampero”, ANCHORENA trasladó el globo a la Sociedad Sportiva Argentina (hoy Campo Hípico de Polo de Palermo) el 24 de diciembre de 1907, donde se procedió a inflarlo mediante una cañería de emergencia que tendió la Compañía de Gas del Río de la Plata. La tarea de inflar el “Pampero” comenzó a las 10 de la mañana de ese día.
Por problemas en el suministro de gas, luego de 5 horas de trabajo debieron suspenderse las tareas de inflado para continuar al día siguiente. En la madrugada del 25 de diciembre, se comenzó a completar el inflado. Mientras tanto y en previsión de que el viento internara al Pampero en el Río de la Plata, el ministro de Marina dispuso mantener en alerta dos torpederas en Dársena Norte y otra en La Plata.
Además, ANCHORENA dispuso que la lancha “Pampa” de su propiedad lo siguiera ante un eventual accidente. En la pequeña barquilla del “Pampero” (de sólo 1 metro cúbico de capacidad) se instalaron ANCHORENA y NEWBERY, llevando consigo los instrumentos para la navegación: barómetro, altímetro, estatoscopio, catalejo, una máquina fotográfica, dos salvavidas y 6 bolsas de lastre con un total de 220 Kg. de arena.
Finalmente, el 25 de diciembre de 1907, entonces, siendo las 12,45 horas, habiendo terminado las operaciones preparatorias, el “Pampero” con AARÓN ANCHORENA y JORGE NEWBERY en la barquilla, comenzó su ascenso ante la admiración y aplauso de las personas que asistían para ver volar a los primeros argentinos que lo hacían deportivamente.
El “Pampero” ascendió lentamente, e impulsado por el viento reinante se desplazó, tal cual había sido previsto, hacia el Río de la Plata. Cruzó el estuario a una altura de 2200 metros hasta penetrar en territorio uruguayo, más precisamente en la localidad de Conchillas. Luego de 2 horas y 5 minutos de vuelo, habiendo alcanzado una altura máxima de 3.000 metros, a las 14,50 horas, descendió con toda normalidad en la estancia de TOMÁS BELL, a unas 7 leguas de distancia de la costa de Colonia del Sacramento (República Oriental del Uruguay), finalizando así con éxito, el primer cruce del Río de la Plata.
En esta ascensión, que era la duodécima de Aarón de Anchorena y octava con el “Pampero”, recibió su bautismo de vuelo quien sería luego, el símbolo de la aeronáutica nacional, el ingeniero JORGE NEWBERY y el comienzo de la actividad aeronáutica Argentina
Fundación del Aero Club Argentino (1908)
Esa feliz ascensión del Pampero –no sin la consiguiente preocupación del pueblo de Buenos Aires que no estuvo tranquilo hasta que supo que el estuario fue sobrevolado sin tropiezos– fijó el destino de la Aeronáutica Argentina. Sus tripulantes y otros amigos, entusiasmados por el éxito de la travesía aérea, un par de semanas más tarde, concretaron el viejo sueño de ANCHORENA y el 13 de enero de 1908, reunidos en la Sociedad Sportiva Argentina, dejaron constituída la Comisión que debía realizar los trámites constitutivos del Aeroclub Argentino, una Institución que será durante muchos años el centro impulsor de los vuelos en globo en la Argentina.
Cumplidos los trámites legales, el Aero Club Argentino, cuya primera Comisión Directiva estuvo integrada por AARÓN DE ANCHORENA, ARTURO LUGONES, JORGE NEWBERY, ALBERTO DE BARY, WALDIMIO CORREA, EL BARÓN ANTONIO DE MARCHI, SEBASTIÁN DE LEZICA, ROBERTO ZIMMERMAN e ISAAC DE OLIVEIRA CÉSAR, recién inició sus actividades en el año 1910 y aunque tenía muy poco material, realizaba diariamente ascensiones en globo, tripulados por jóvenes entusiastas entre los que se contaron FLORENCIO PARRAVICINI y ALFREDO PALACIOS.
A fines de ese año, se atrevió a organizar en el aeródromo de Villa Lugano el primer espectáculo aeronáutico, en el cual EMILIO AUBRUN logró alcanzar en vuelo, una altura de 112 metros y ALFREDO VALLETON recorrió 2 kilómetros en 27 minutos, es decir a una velocidad de 44 kilómetros por hora. Qué insignificantes nos parecen hoy esas marcas !!. Pero qué trascendentes lo fueron en esa época !!.
Jorge Newbery recibe su acreditación como piloto (1908)
El 7 de febrero de 1908, el ingeniero JORGE ALEJANDRO NEWBERY obtiene su título de Piloto Aeronauta efectuando una ascensión aerostática de 7 horas 30 minutos de duración, volando desde Palermo hasta a La Armonía, acompañado por el Mayor WALDINO CORREA, en el aeróstato “Pampero”.
Recordemos que en aquella época no existía “el brevet”, insignia que hoy se adjudica a quienes acreditan sus aptitudes como piloto de avión. Entonces tal nominación se hacía por medio de un “gallardete” de globos adoptados para el uso de los pilotos aeronautas registrados por el Aero Club Argentino.
Fue entonces que, luego de una corta vida institucional y obtenidos los grandes méritos que se le deben atribuír como pionero de nuestra aviación, el Aero Club Argentino comienza otorgar los primeros “brevets” de aviadores a los pilotos argentinos: JORGE NEWBERY, AARÓN DE ANCHORENA, FLORENCIO PARRAVICINI, JUAN A. ROTT, ALFREDO VALLETERN, EMILIO AUBRUN, WALDIMIO CORREA, HORACIO ANASAGASTÍ, EDUARDO NEWBERY y otros propulsores de la aviación argentina fueron reconocidos como tales, habiendo hecho sus primeras armas en esta benemérita Institución.
Segundo vuelo de El Pampero (1908)
El 25 de junio de 1908, tres entusiastas de los vuelos en globo, EDUARDO NEWBERY, el ingeniero HORACIO ANASAGASTI y el mayor WALDINO CORREA, en un terreno baldío existente en las inmediaciones de la quinta Tornquist, en Belgrano, procedieron a inflar nuevamente el globo “Pampero”, en el que deseaban realizar una ascensión.
El globo se encontraba en inmejorables condiciones para el fin propuesto y los tres tripulantes se aprestaban a subir a la barquilla, cuando, realizando sus últimos aprestos y cálculos, llegaron a la conclusión que uno de ellos debería quedar en tierra, para no exceder el peso, que estimaban les era necesario llevar, para lograr la ascensión, considerando la intensidad de los vientos reinantes.
La suerte le fue esquiva al mayor CORREA, y entonces ANASAGASTI Y NEWBERY, ya instalados en la pequeña barquilla que debía llevarlos hacia las alturas, dieron orden de soltar las amarras. Diez minutos después, el “Pampero” se perdía entre las nubes. Tres horas más tarde, el globo, sin mayores contratiempos, bajaba en Adrogué, en la quinta de un vecino apellidado MOLINA, habiendo alcanzado una altura máxima de 1700 metros.
Último vuelo del Pampero” (1908)
Luego se sucedieron sin interrupción distintas experiencias llevadas a cabo por intrépidos «globonautas» que se fijaban metas cada vez más complicadas hasta que en octubre de 1908 la audacia de los pioneros de los vuelos en globo, se convirtió en tragedia.
La tragedia, pronto vino a golpear a estos audaces precursores. El 17 de octubre de 1908 la audacia de los pioneros de los vuelos en globo, se convirtió en tragedia. El globo “Pampero”, piloteado por EDUARDO NEWBERY y EDUARDO MORENO, desapareció durante un vuelo, sin que jamás se volviera a tener noticias de ellos.
Entusiasmado por las ascensiones de ANCHORENA, de su hermano JORGE y del mayor WALDINO CORREA, que habían realizado unos meses antes, cumpliendo un «raid» que terminó en una estancia de la provincia de Buenos Aires, EDUARDO NEWBERY quiso realizar una travesía nocturna de distancia.
Debía acompañarlo el señor TOMÁS OWEN, pero inconvenientes de último momento hicieron que el referido invitado no llegase a tiempo. Se llevarían en una canasta especial palomas mensajeras, que serían enviadas con informaciones y detalles del vuelo y el lugar donde el aeróstato descendiese al término del mismo.
Ese día, el Pampero fue alistado para su novena ascensión, que sería el primer vuelo nocturno que se intentaba en el país. Entusiasmado por los vuelos en globo, luego de esa ascensión de ANCHORENA, de su hermano JORGE y del mayor WALDINO CORREA, que habían realizado unos meses antes, cumpliendo un “raid” que terminó en una estancia de la provincia de Buenos Aires, EDUARDO NEWBERY, (imagen), flamante socio del Aero Club Argentino, quiso realizar una travesía nocturna de distancia, e invitó a su amigo, TOMÁS OWEN, un destacado “yatchman” de esa época, para que lo acompañara, sin imaginar jamás que la aventura les costaría la vida.
Todo comenzó en la mañana del 17 de octubre de 1908. Ese día, se escribió esta emocionante página de nuestra aeronavegación que se transformó en un luctuoso suceso que consternó a todo el país.
Trasladados todos los protagonistas de este vuelo, junto con el “Pampero” y demás equipo que le era necesario, se instalaron en una quinta (aún existente), que pertenecía a ERNESTO TORQUINST, llamada “Villa Ombúes”, que se hallaba ubicada en la calle Las Cañitas, (más tarde Gutemberg y a parir de 1915, Luis María Campos), entre Olleros, Villanueva y Maure en el actual barrio de Belgrano.
Hasta el lugar también llegó el sargento EDUARDO ROMERO trayendo desde El Palomar una canasta con palomas mensajeras, que serían enviadas con informaciones y detalles del vuelo y el lugar donde el aeróstato descendiese al término del mismo. A las once de la mañana comenzó el inflado del globo, utilizando para ello gas de alumbrado, tarea que demandó varias horas.
Ahora el cabezudo “Pampero” vuelve a inflar su inmensidad para volver a volar. El pequeño grupo de entusiastas que rodeaba al globo Pampero aquel día en el campo de la Sociedad Sportiva se fue abriendo lentamente para no entorpecer las maniobras del despegue. JORGE NEWBERY mismo controla el estado del aeróstato. Prueba las cuerdas y las bolsas del lastre. Ha interrumpido una comida para despedir a su hermano.
El inflado del globo demandó varias horas y por fin, cuando todo estaba listo, ante la demora en llegar de Owen, la partida se demoró. Cuando se tuvo la seguridad de que su acompañante no vendría para cumplir con la invitación, Newbery decidió realizar de todos modos el vuelo, para lo cual, invitó al sargento Eduardo Romero, que había traído las palomas mensajeras que se sumarían al viaje. Romero no se hizo repetir la invitación y como si la hubiera estado esperando, de un salto se instaló dentro de la barquilla, listo para la aventura.
Eran las 17,30 horas del 17 de octubre cuando finalmente el globo soltó amarras y comenzó su ascensión, ante las aclamaciones del público que despedía a los aeronautas con jubilosas expresiones de admiración y deseos de buen viaje. Los vecinos de Palermo y Belgrano subidos a las azoteas de sus domicilios, saludaban a los viajeros, sin sospechar que ésa era la despedida definitiva.
Al principio el aeróstato fue volando a baja altura, casi a ras de los techos. Y luego se fue elevando hasta que casi se perdió de vista y pronto fue sólo un punto entre las nubes, mientras los vecinos de Palermo y Belgrano subidos a las azoteas de sus domicilios, saludaban a los viajeros, hasta que se perdió de vista. Un juguete en la atmósfera que nadie sospechaba, no se volverá a ver jamás.
Los Newbery eran muy conocidos en la zona por vivir en una quinta de la calle Ituzaingó, después Moldes, al 2300. JORGE NEWBERY dijo después que con una bocina usada en los automóviles de entonces, su hermano EDUARDO, mientras anochecía, iba asombrando a los pobladores del pintoresco barrio, que oían bocinazos provenientes del cielo.
Así fueron sucediendo las cosas mientras el globo ascendía y se desplazaba lentamente en dirección al Oeste. Fue visto sucesivamente –y está documentado tal pasaje– por el pueblo, ahora ciudad, de San Martín (provincia de Buenos Aires) y Moreno. Las luces eléctricas o de gas de neón del Gran Buenos Aires actual, no existían en 1908.
El barrio de Belgrano y los que iba sobrevolando el “Pampero” en dirección al Oeste estaban iluminados, en lo mejor de los casos, con faroles de kerosene. Después, el campo oscuro, ahí no más de esos suburbios y al pasar la actual avenida General Paz, salvo cuando podían verse a la distancia pequeñas luces de pueblos que dormían.
Desaparición del globo Pampero
Luego, la espera, la interminable espera, que, con el correr de las horas, se fue haciendo angustiosa e interminable. Y llegó la noche sin que se volvieran a tener noticias del “Pampero”. Ninguna de las palomas que Newbery había llevado regresó con el mensaje esperado. Ni una sola noticia. Ni esa noche ni en los días sucesivos. Nada, nunca más se volvió a saber nada del “Pampero” desde aquella tarde.
Dejando atrás tales luces el esférico fue desplazándose hacia el Sur y desapareció de la vista. Luego, la espera, la interminable espera, que, con el correr de las horas, se fue haciendo angustiosa. Y llegó la noche sin que se volvieran a tener noticias del “Pampero”. Ninguna de las palomas que NEWBERY había llevado regresó con el mensaje esperado. Ni una sola noticia. Ni esa noche ni en los días sucesivos. Nada; nunca más se volvió a saber nada del “Pampero” desde aquella tarde.
Toda la población de Buenos Aires, y de todo el país, vivió horas angustiosas por la suerte de NEWBERY y ROMERO. Pero los días transcurrieron sin que llegara la noticia esperada y a medida que pasaba el tiempo, se desgranaba la suerte y se confirmaba su desaparición.
Sólo rumores. Alguien dijo que se le había avistado frente a las costas del Brasil, por lo que se supuso que había caído al mar. Algún tiempo después se dijo que cerca de Montevideo se habían hallado restos del globo. Pero, en concreto, nada. Lo único real, lo único trágico, es que el “Pampero” no volvió y que tampoco regresaron sus tripulantes.
Un misterio aún no develado, pero que fría y razonadamente analizado en aquella época y otras posteriores, no debe dar más asidero a dudas o a especulaciones sin fundamento.
Como jamás aparecieron sus restos, es lógico que de cuando en cuando (y esto viene ocurriendo desde 1908), surjan las más antojadizas suposiciones, pero es indudable que en la noche del 17/18 de octubre y en plena oscuridad, corrientes aéreas de otro cuadrante, lo fueron arrastrando francamente con rumbo al Este, sacándolo mar afuera por la zona de la Bahía de Samborombón, teoría que queda confirmada por dos ascensiones hechas en años siguientes con otros dos globos y otros tripulantes, entre los cuales se encontraban, respectivamente, el propio instructor de vuelo en aeróstatos del Aero Club Argentino, ERNANI MAZZOLENI, y varios aeronautas oficiales de nuestro Ejército.
En esas circunstancias los protagonistas tuvieron que descender en forma precipitada y brusca, de noche o al amanecer, ya sobre o próximo a las playas del Océano Atlántico y por esas mismas latitudes. Puede darse casi por seguro entonces, que los esforzados tripulantes del Pampero–Eduardo Newbery y Eduardo Romero– se encontraron al amanecer del día 18 bien adentro del océano, sin posibilidades algunas de maniobrar para el retorno a tierra.
“Parece ser que en Las Flores (provincia de Buenos Aires) el globo tocó tierra”, perdiendo un salvavidas, cuyos despojos, fueron encontrados más tarde en el campo.
El 19 de noviembre de 1908, es decir a un mes de la desaparición del globo, Jorge Newbery envió una larga carta a su amigo Anchorena, donde abundaba en detalles sobre la tragedia y entre otras cosas, admitía en ella que el “Pampero” habría caído probablemente en el mar a 300 kilómetros de la costa.
Hubo muchos que escribieron sobre la probable suerte del “Pampero” y se hicieron eco de rumores, que no tenían fundamento alguno. Se tejieron toda clase de relatos novelescos sobre su misterioso destino y como jamás aparecieron sus restos, es lógico que de cuando en cuando –y esto viene ocurriendo desde 1908– surjan las más antojadizas suposiciones. Pasaran los años sin que el misterio pueda develarse, pero lo único real, lo único trágico, es que el “Pampero” no volvió jamás y que tampoco regresaron sus tripulantes.
Desde entonces el nombre del “Pampero” y los de sus dos tripulantes NEWBERY y ROMERO quedaron como símbolo de la lucha del hombre por la conquista del aire, en 1a que luego habrían de ir cayendo muchos otros mártires de la aviación.
Desde la Navidad de 1907 en que se elevó por primera vez en Buenos Aires, con Aarón Anchorena y Jorge Newbery como tripulantes, hasta su desaparición –17 de octubre de 1908–el “Pampero”, fue el único aerostato que tuvo el país y en los nueve meses y medio que el hermoso esférico de 1.200 metros cúbicos de capacidad surcó los cielos de Buenos Aires realizando numerosos vuelos e inclusive cruzó el Río de la Plata en su vuelo inaugural, bajo su tela amarillenta, se formaron varios pilotos aeronautas y entre todos, el que le iba a dar tintes legendarios a la aeronáutica argentina: el doctor odontólogo EDUARDO NEWBERY.
Pero el ánimo no decae
Desde la Navidad de 1907 en que se elevó por primera vez en Buenos Aires, con AARÓN ANCHORENA y JORGE NEWBERY como tripulantes, hasta su desaparición, el 17 de octubre de 1908, el «Pampero», fue el único aerostato que tuvo el país y su misterioso destino, causó una profunda impresión en el país y se alejaron muchos socios del Aero Club, pero nuestros aeronautas no se entregaron.
El desaliento causado por la tragedia del Pampero pronto fue superado. La fuerte personalidad de JORGE NEWBERY, ayudado por otros caballeros y con el concurso del ingeniero HORACIO ANASAGASTI, quien hizo traer de Francia un nuevo globo, trataron de reflotar el entusiasmo por esta actividad y así el 18 de abril de 1909, retorna la rutina de los vuelos en globo y los entusiastas de los vuelos en globo, volvieron a soñar nuevos vuelos y nuevos desafíos.
El nuevo globo que fue bautizado “El Patriota”, fue donado al Aero Club Argentino por el ingeniero HORACIO ANASAGASTI, y sobreponiéndose al dolor que le causara la muerte de su hermano, el 2 de abril de 1909, JORGE NEWBERY reanudó sus ascensiones, llevando de acompañante esta vez, al dirigente socialista ALFREDO PALACIOS y el 18 de abril de 1909, nuevamente en compañía del ingeniero ANASAGASTI, realizó un vuelo a bordo del “Patriota”.
El globo se elevó desde los terrenos de Tornquist, en Belgrano, y descendió en la localidad de Marcos Paz, provincia de Buenos Aires. Este vuelo constituía la primera demostración aérea después de la desaparición de El Pampero. Por esos mismos días regresaron de Suipacha los señores LISANDRO BILLINGHURST y ALFREDO L. PALACIOS, quienes también habían realizado un viaje aéreo en compañía de JORGE NEWBERY, como vuelo de reconocimiento previo y habían hecho una recopilación de interesantes observaciones, que fueron a enriquecer las muchas reunidas en anteriores ascensiones.
Más tarde llegaron más esféricos, construyéndose inclusive algunos en la Argentina. Fueron vistos a diario por los cielos de nuestra patria hasta el año 1919, en que las prácticas aerostáticas se fueron abandonando hasta caer en desuso.
Primer gran raid de la aeronáutica nacional (1909)
El 27 de diciembre de 1909, JORGE NEWBERY realiza el primer gran raid de la aeronáutica nacional. Jorge Newbery era al mismo tiempo un deportista excepcional y un apasionado de la aventura. Para entonces, había sido campeón nacional de florete, había-batido el récord de permanencia bajo el agua y el récord de velocidad como tripulante de una nave.
Era campeón sudamericano de lucha grecorromana, excelente boxeador, el mejor jugador de rugby del año 1906, campeón de atletismo y de automovilismo. A sus amigos les decía que “sólo le faltaba vencer al espacio. A pesar de tener aún vivo el recuerdo de su hermano Eduardo, muerto en octubre de 1908, decidió volver a subirse a un globo y esta vez, con la intención de realizar un vuelo muy prolongado, intentando batir la marca de permanencia en el aire.
A las once de la noche del 27 de diciembre de 1909 partió sin acompañantes, a bordo del globo “Huracán” (que había sido comprado en Francia) desde la quinta “Villa Ombúes que pertenecía a ERNESTO TORQUINST, ubicada en terrenos que hoy ocupan el barrio de Belgrano, que era desde donde en 1908 había partido también su hermano, para iniciar su trágico vuelo.
Cruzó el Río de la Plata y todo el territorio del Uruguay, volando a una altura máxima de 3.000 metros y después de recorrer 541 kilómetros en línea recta, descendió en la localidad de Bagué, al sur de Brasil. Había conquistado el récord sudamericanos de distancia y permanencia en el aire y así se ubicaba entre los primeros pilotos del mundo.
Pero para los habitantes de Bagué, tanto la nave como el piloto, eran una especia de milagro o brujería. Nunca habían visto un globo aerostático ni tenían noticias de su existencia. Así que al bajar, todos lo rodearon asombrados hasta que al lugar llegó la policía y se llevó preso a NEWBERY.
Con mucha paciencia debió dar todo tipo de explicaciones “sobre su extraña aparición” y hasta tuvo que permitir que revisaran los instrumentos de la nave y el contenido de la barquilla., logrando convencerlos por fin de que con “ese infernal aparato” no constituía ningún peligro, Lo dejaron en libertad y entonces pudo regresar a Buenos Aires con su globo bien acondicionado y feliz con la aventura que había vivido. Un vuelo de 12 horas.
El 7 de enero de 1911 el ingeniero JORGE NEWBERY, acompañado del Ingeniero FRANK LAVALLE COBO, efectúa en el aeróstato “Eduardo Newbery”, una ascensión de 12 horas de duración, uniendo Buenos Aires con Macía en la provincia de Entre Ríos, habiendo recorrido una distancia de 660 kilómetros y alcanzado una altura de 3.400 metros.
Marca sudamericana de altura en globo (1912)
El penúltimo vuelo de Jorge Newbery en aeróstato fue dramático. Lo realizó el 5 de noviembre de 1912, en el globo “Buenos Aires” y permaneció en el aire durante 4 horas y 10 minutos. Lo hace acompañado por el teniente de navío MELCHOR ESCOLA y el teniente 1º RAÚL GOUBAT, sus alumnos del primer curso de la flamante Escuela de Aviación Militar, recién inaugurada por su iniciativa y la de otros caballeros militares y civiles, en El Palomar.
El globo se levantó de la usina de Belgrano, en el norte de la Capital, muy cerca de donde había sido su domicilio hasta que en 1910, luego de pasar por Long Champs y Villa Lugano, se asienta en El Palomar, “el campo de sus amores”, como solía decir y que es donde comienza a desarrollar su pasión por los vuelos.
A las 10 de la mañana de ese día, el esférico suelta amarras y a poco de liberarse, inconvenientes en el ascenso, obligan a que se arrojen las tres cuartas partes del lastre que llevaba. El globo sube hasta alcanzar 1.700 metros, pero un viento desapacible lo tira hacia el río. NEWBERY indica a sus alumnos que preparen los salvavidas, pero consternados, advierten que el encargado de colocarlos en la barquilla –como era de práctica hacerlo cuando las ascensiones se realizaban junto al mar o a un estuario como el del Plata– los había olvidado.
De común acuerdo, sueltan para el olvidadizo una paloma con el siguiente mensaje: “Nos internamos en el río sin salvavidas. Lo felicitamos. NEWBERY, GOUBAT y ESCOLA…”. NEWBERY, como jefe de la tripulación decide navegar a “guide-rope”, esperando que un barco los recoja. No puede maniobrar casi sin lastre. Abre y cierra la válvula de escape.
El globo baja y la barquilla de mimbre choca contra el agua. Se arrastra y empieza a sumergirse. Los tres tripulantes se cuelgan del aro de unión entre el globo y la canasta. Ni un solo buque o bote a la vista. A lo lejos divisan la aguja de la torre de la iglesia de San Isidro.. Poco después GOUBAT anuncia 2.400 metros !!. Arriba del manto de nubes y sin brújula, navegan desorientados.
Aparece un claro y ven que siguen sobre el río. 3.500 metros !!. NEWBERY ha batido su propio “récord” anterior. 4.000 metros y 10º bajo cero !!. Con la ropa mojada y con esa temperatura, sufren terriblemente el frío. A las 12.30 horas, el “statoscope” señala 5.000 metros. Es el “récord” logrado el 6 de setiembre de ese año por el piloto francés GARRÓS en avión.
Así transcurre más de media hora en que el balón se arrastra penosamente por el río. Arrojan todo afuera: ropas, sacos de lastre, víveres e instrumental, menos el altímetro que el teniente GOUBAT se cuelga al cuello. A poco el sol que aparece por un claro de una capa de nubes, hace dilatar el gas del globo. Éste empieza a levantarse rápidamente hasta llegar a los mil metros de altura.
Poco después GOUBAT anuncia 2.400 metros !!. Arriba del manto de nubes y sin brújula, navegan desorientados. Aparece un claro y ven que siguen sobre el río y están a 3.500 metros de altura y siguen subiendo.
NEWBERY, acompañado por GOUBAT y ESCOLA, han batido su propio “récord” anterior. 4.000 metros y con 10º bajo cero. Con la ropa mojada y a esa temperatura, sufren terriblemente el frío.
A las 12.30 horas, el “statoscope” señala 5.000 metros. Es el “récord” del piloto francés Garrós logrado en avión el 6 de setiembre de ese año 1912. Sin lastre, sin oxígeno, ¿hasta cuándo subirán?… Dieciséis grados bajo cero. Escarchilla sobre sus ropas mojadas. GOUBAT grita 5.100 metros!!. Es la marca sudamericana de altura en globo.
Empiezan a sentir la rarificación del aire. De seguir ascendiendo sin oxígeno, vendría la muerte a breve plazo para los tres esforzados aeronautas. De repente GOUBAT dice: ¡Descendemos!… Se abrazan, se transmiten calor y ESCOLA, como buen marino que era o imitando el famoso grito de Rodrigo de Triana, lanza el clásico ¡Tierra!… Pero sólo es la costa. ¡No es un buque que debe atracar el que tripulan!. Deben adentrarse en tierra, si no, acuatizarán en vez de aterrizar.
A 80 metros de altura NEWBERY desgarra el globo. Chocan con el agua un poco adentro de la orilla y el canastazo es violento. La barquilla se sumerge, pero la costa está próxima. Están casi a punto de ahogarse, pero al final hacen pie en tierra. El esférico amenaza perderse. Hay que salvarlo. Con la ayuda de un paisano que se acercó curioso al lugar, lo arrastran a la orilla con una canoa.
El “raid” terminó cerca de Ensenada, por el Sur. A medianoche, NEWBERY, ESCOLA y GOUBAT, llegan en tren a Constitución en mangas de camisa, llenos de barro. La gente los mira asombrada, sin saber aún que esos tres “desaliñados personajes” han batido la marca sudamericana de vuelo en globo
La muerte de Jorge Newbery (1914)
El 1º de marzo de 1914, mientras se realizaba un vuelo de prueba y de reconocimiento con vistas a su intento de atravesar los Andes en globo, por la ruta de las altas cumbres, JORGE NEWBERY fallece en Los Tamarindos, provincia de Mendoza a los 39 años de edad.
Luego de batir el récord mundial en altura volando hasta una altura de 6.225 metros, a bordo de un avión Moranne Saulnier, el famoso deportista, estaba preparándose para intentar el cruce de los Andes, y sufrió un accidente mientras realizaba una exhibición para un grupo de damas amigas.
«Mendoza. Llegan noticias del campo de aviación de Los Tamarindos anunciando que el aviador JORGE NEWBERY al hacer un aterrizaje llevando a BENJAMÍN JIMÉNEZ LASTRA como pasajero, se mató. El señor Jiménez Lastra se halla gravísimo”. Así, el diario “La Nación” en su edición de dos de marzo de 1914, informaba a sus lectores sobre una de las noticias que conmocionaron a la opinión pública de entonces.
La máxima figura de las alas y el deporte de la Argentina moría en su ley, cuando se preparaba para cumplir otra hazaña: el primer cruce aéreo de los Andes.
Mucho se ha dicho de este NEWBERY polifacético, calificado de “destacado sportman, que se ganó la admiración de todos los argentinos, en un mundo sin medios de comunicación masivos, como la TV o Internet. Las palabras del escritor BELISARIO ROLDÁN lo pintan de cuerpo y alma, al despedir sus restos en la Recoleta.
«…ha caído para siempre el que tenía el corazón abierto a todas las emociones puras y la mano lista para todas las lealtades; el que no necesitó dejar de ser bueno para ser glorioso, y a quien la Providencia nos arrebata en vísperas precisas de su hazaña meridiana, como si hubiera querido ella misma conducirlo de una vez a las alturas mayores de donde no se vuelve, pero donde no se sufre. . . «
Una recopilación de datos que realizara el “Instituto Newberiano” y el Departamento de Prensa de la Fuerza Aérea Argentina, apoyada en bibliografía extraída de «Newbery, el conquistador del espacio», de RAÚL LARRA, y de «Jorge Newbery, padre de la patria aeroespacial”, del comodoro SANTOS DOMÍNGUEZ KOCH, revela cómo fueron los últimos momentos en la vida de este pionero.
En la cálida madrugada del 10 de febrero de 1914, NEWBERY logra el récord mundial de altura (6225 metros) a bordo de un Moranne Saulnier de 80 HP en el aeródromo de El Palomar. La máquina francesa, con su nuevo motor Le Rhone, lo ha dejado maravillado. La considera apta y confiable para los vuelos a grandes alturas, por lo que su próximo objetivo, el cruce de los Andes, ya es una decisión tomada.
Dos semanas después, cuando se aproximan las fiestas de carnaval, NEWBERY lleva su aeroplano en tren hasta Mendoza para realizar las primeras prácticas en compañía de su amigo, el aviador BENJAMÍN JIMÉNEZ LASTRA. Los espera TEODORO FELS, quien cumplía allí con una serie de exhibiciones aéreas con una máquina similar a la de Newbery
Luego de una serie de pruebas, decide volver a Buenos Aires para efectuar los últimos ajustes a su aeroplano. En la tarde del 1o de marzo, NEWBERY, FELS y JIMÉNEZ LASTRA regresan al Grand Hotel para preparar las valijas, pero en el vestíbulo se cruzan con unas familias amigas: los OCANTOS, los ESCALADA y los VALIENTE NOAILLES.
-Jorge, qué placer. Queremos verlo volar -dice una señorita.
-No tiene su aeroplano aquí, sale al paso JIMÉNEZ LASTRA.
¿Y, FELS, no es cierto que usted tiene su máquina aquí?
-Sí, señorita, pero a estas horas debe estar desarmada. Ayer le di la orden a mi mecánico.
NEWBERY sólo se limita a sonreír y dirige su mirada a FELS.
Averiguá, le dice. A lo menor BORDONE (el mecánico) no lo ha hecho aún.
FELS va al teléfono, mientras ya son varias las damas que rodean al «dandy» porteño, a quien no dejan de preguntarle sobre su próxima travesía.
-¿Jorge, sabés lo que pasó? Le dice FELS. Anoche, BORDONE fue a un baile de carnaval y no desarmó el Morane.
-Magnífico. ¿Le podrás decir a BORDONE que vaya con la máquina a Los Tamarindos?
-Ya se lo ordené -responde FELS.
NEWBERY busca con la vista a JIMÉNEZ LASTRA.
¿Querés volar conmigo, Tito?
-Con mucho gusto, Jorge.
-Bien, señoritas -enfatiza NEWBERY con una sonrisa-, gracias al carnaval podrán asistir a una exhibición aérea.
En varios automóviles, todos se encaminan al aeródromo. Es una tarde apacible, con un cielo luminoso. Al llegar al campo de Los Tamarindos, a contraluz, el sol recorta la figura del Morane Saulnier de FELS.
-Ayer tiraba algo de ala izquierda. Me gustaría probarlo a mí, dice FELS.
-¿No lo puedo hacer yo? -contesta cordialmente NEWBERY y FELS no insiste.
Ya a bordo de la máquina, la señorita que le ha pedido que volara se acerca y le entrega una medalla de la Virgen de Lourdes para que le diera suerte. Al tomarla, NEWBERY advierte que no lleva consigo el retrato de su madre. Será la primera vez que vuela sin su imagen que, para él, es como un amuleto.
Eran las 18.40. Se inicia el ascenso y la máquina comienza a cabrear hacia la izquierda. Newbery intuye el peligro. Aplica toda su destreza tratando de enderezar el Moranne. Ha prometido a Fels, a sus amigos y a las mujeres, que desde abajo lo siguen con admiración, que intentará un “looping”, para luego caer con pérdida de velocidad.
Listo para emprender la maniobra aprendida en Francia, NEWBERY fija su vista en el horizonte. Tiene la sensación de que el comando no le responde, el viento se torna huracanado y el aparato se estremece hasta el último tornillo de su estructura.
-¡Agarrate bien, Tito! -grita a su amigo, con una sonrisa, en medio del peligro. NEWBERY, a unos 500 metros de altura, inicia el “looping” y el aparato se sacude. El aeroplano va cayendo casi sin velocidad, con el ala izquierda pegada al fuselaje. Desesperado, NEWBERY se esfuerza por enderezarlo.
El último intento
-¡Agárrate, agarrate bien, Tito! – vuelve a gritar. Casi sobre el suelo, cuando faltaban unos 30 metros, detiene el motor y hace un último intento por enderezar el Moranne Saulnier, pero todo es inútil. Cae en forma perpendicular sobre una acequia.
Por aquel entonces, el corresponsal del diario “La Nación” en Mendoza, informaba así lo sucedido: «…Fels y los espectadores corrieron al sitio del siniestro. Newbery yacía muerto, horriblemente destrozado. Jiménez Lastra se retorcía en horribles contorsiones, habiendo perdido el habla y presentando heridas espantosas” (Extraído de una nota de Ricardo Larrondo, publicada en el diario “La Nación”).
Nuevas aventuras en globo
Pese a la muerte de su precursor y más entusiasta aficionado a los vuelos en globo, la actividad no decayó y así tenemos que otros pilotos argentinos realizaron por esa época vuelos destacados. Entre ellos sobresalió EDUARDO BRADLEY quien en marzo de 1914 superó la altura de 6.000 metros metros con el globo “Centenario” y que en octubre de 1915 recorrió una distancia récord de 900 km, uniendo con el globo “Eduardo Newbery” Buenos Aires con la localidad brasileña de Sao Leopoldo.
Pese a la muerte de su precursor y más entusiasta aficionado a los vuelos en globo, la actividad no decayó y así tenemos que otros pilotos argentinos realizaron por esa época vuelos destacados. Entre ellos sobresalió EDUARDO BRADLEY quien en marzo de 1914 superó la altura de 6.000 metros metros con el globo “Centenario” y que en octubre de 1915 recorrió una distancia récord de 900 km, uniendo con el globo “Eduardo Newbery” Buenos Aires con la localidad brasileña de Sao Leopoldo.
Primera travesía de los Andes en globo (1916)
En junio de 1916, los aeronautas, EDUARDO BRADLEY y capitán ÁNGEL MARÍA ZULOAGA, decidieron intentar el cruce de los Andes en globo desde Santiago de Chile a Mendoza y lo proyectaron en tal sentido, de Oeste a Este, porque los vientos predominantes en alturas superiores a los 7.000 metros que necesitaban para trasponer las altas cumbres de los Andes, soplaban generalmente del cuadrante del Oeste, es decir, desde Chile hacia la Argentina.
El 2 de marzo de 1916 se trasladaron a Chile en tren, llevando dos globos: el “Eduardo Newbery” (provisto de cubierta de seda y con una capacidad de 2.200 m3, bautizado así en homenaje al aeronauta desaparecido el 17 de octubre de 1908 con el globo “Pampero”, y el “Teniente Origone”, de 1.200 m3., nombrado así en memoria del primer aviador argentino que perdió la vida durante la carrera aérea a Mar del Plata que se realizara el 19 de enero de 1913.
Pero esos vientos no llegaban y crecía la expectativa de quienes seguían con sumo interés las alternativas de esta proeza que iban a intentar nuestros dos compatriotas. Ya instalados en Chile, ZULOAGA y BRADLEY hicieron, a manera de ensayo y preparación, varias ascensiones, unas más exitosas que otras, pero no soplaba el viento propicio que los llevase hacia el Este (es decir hacia la Argentina), en la altura que requería el cruce de la cordillera, objetivo que además le sería difícil lograr, debido a la mala calidad del gas que disponían para inflar los globos, que no les garantizaba el suficiente poder ascensional.
Así pasaron así varios días, hasta que el 24 de junio de 1916, a las 8.30 el globo “Eduardo Newbery” —esta vez inflado con buen gas, mitad hidrógeno y mitad gas de alumbrado—y habiendo llegado los vientos propicios que esperaban, soltó amarras y rápidamente comenzó a tomar altura.
Era un día frío y luminoso y apenas un pequeño grupo de personas estaban presentes para despedirlos, convencidos de que iban a una muerte segura. Entre los últimos saludos se escuchó una voz que dijo: “Adiós cabezas duras”. La nave llevaba solo los elementos imprescindibles para evitar todo peso inútil.
El globo empezó a tomar altura y a partir de allí, horas difíciles les esperaban a los aeronautas, mientras rápidamente se perdían en las brumas de las altas cumbres de la Cordillera de los Andes. Cuando solamente se habían elevado 500 metros, un furioso vendaval hizo subir violentamente el globo a 4.000 metros. La depresión atmosférica había dilatado el gas y pensaron que la nave iba a reventar. Pero el “Jorge Newbery” siguió su camino, mientras el viento inclinaba la barquilla, peligrosamente. A las 8 y media estaban a 6.500 metros de altura y todavía se divisaban los campanarios de Santiago, pero pronto no hubo otro horizonte que las montañas aterradoramente solitarias. Quedaba todavía un largo tramo de precipicios y picos por recorrer.
A las 12 vieron que era necesario seguir ascendiendo y comenzaron a tirar todo lo que llevaban en el globo: provisiones, medicamentos, altímetro y hasta el lastre, quedándose solamente con sus ropas, las máscaras de oxígeno y el barógrafo sellado fiscalizador de la prueba, suspendido arriba de sus cabezas, en el aro del globo.
Cuando ya no quedaba nada por tirar, se encontraban a 8.100 metros de altura, desplazándose hacia el este y soportando una temperatura de 32 grados bajo cero, que cortaron y quemaron su piel y casi congelaron sus manos. Sin lastre debieron luchar denodadamente para mantener el curso y la dirección de su vuelo, pero a pesar de todo, avanzaban decididamente hacia el Este, la dirección correcta que los llevaría a la Patria.
Por fin, después de 3 horas y 30 minutos de vuelo y de haber sufrido en la barquilla abierta de mimbre que los transportaba, los rigores de temperaturas extremas que llegaban a los 33º bajo cero (ésta se conserva en el Museo Nacional de Aeronáutica), comenzó el descenso. Habían establecido un récord de altura en globo, que se mantuvo invicto por 62 años.
Aterrizaron en el valle del río Uspallata, en la provincia de Mendoza, milagrosamente al borde de un precipicio. La hazaña de ZULOAGA y BRADLEY fue festejada como una proeza de jerarquía mundial, pues el cruce en globo por entre el Aconcagua y el Tupungato había sido realizado a alturas superiores a la de estos picos, algo inédito en la historia de los vuelos en globo.
Unos obreros que trabajaban en una cantera los vieron pasar y celebraron la llegada haciendo estallar cargas de dinamita que casi destruyen el globo. Los dos hombres fueron recibidos como héroes por una multitud entusiasmada.
La hazaña de ZULOAGA y BRADLEY fue festejada como una proeza de jerarquía mundial (cruce en globo por entre el Aconcagua y el Tupungato y a alturas superiores a estos picos). Sus compatriotas y los chilenos la honraron con la alegría y el orgullo que la epopeya merecía y para mantener viva esta increíble hazaña, se dispuso que la barquilla usada en ese vuelvo, se conserve en el Museo Nacional de Aeronáutica de Buenos Aires, donde hoy se la puede contemplar.
Fin de la época de “los intrépidos y las máquinas voladoras”
Más tarde llegaron más esféricos, construyéndose inclusive algunos en la Argentina y fueron vistos a diario por los cielos de nuestra patria hasta el año 1919, en que las prácticas aerostáticas se fueron abandonando hasta caer en desuso, pero las actividades aéreas no se suspendieron. El club siguió funcionando con la Presidencia Honoraria de JORGE NEWBERY y los globos cedieron su lugar a los primeros aparatos mecánicos.