LOS CIRCOS QUE VIERON LOS ARGENTINOS EN EL PASADO

La historia circense es tan antigua como la humanidad: el pueblo romano ya en el siglo X a. C., fue quien englobó en el concepto “circo” todas las actividades recreativas que se realizaban dentro de un espacio circular,:combates de gladiadores, carreras de carros, sacrificios, lucha con y entre animales..

Los espectáculos circenses comenzaron a aparecer en el Río de la Plata en 1757, pero lejos de esos contenidos. Fue cuando acróbatas, volatineros, payasos y malabaristas que actuaban con el nombre de “Arganda” se presentaron en el Coliseo de Buenos Aires, de AGUAIR y SACOMANO, mientras la familia de FERNANDO GARCÍA con JOAQUÍN DUARTE, JOAQUÍN OLÁEZ y GACIATÚA lo hacían en la Plaza de Toros de Retiro y en el Circo de la Alameda.

El Circo Bradley (1820)
Del primer “Circo” del que se tiene alguna referencia es del “Circo Bradley”. Se sabe únicamente, que hacia 1820, ofrecía en Buenos Aires, espectáculos itinerantes al aire libre, con jinetes y payasos y que compartía el público con una compañía de espectáculos circenses, que se decía era propiedad de un tal JOSÉ CHIARINI.

El Circo del Parque Argentino (1827)
En 1827 levantó su carpa en el “Parque Argentino” (quizás la primera que se veía en Buenos Aires), un Circo que tenía 60 escaños con capacidad para 6 personas cada uno y 16 más pequeños para 4 personas cada uno. Una gran Galería para que se ubicaran quienes, contando con menos recursos, podían presenciar el espectáculo permaneciendo de pie. Todas las entradas eran sin numerar y no tenía palcos o comodidades especiales para las damas, como era costumbre en los teatros de la época.

Fue inaugurado con el apoyo de JUAN MANUEL DE ROSAS, que buscaba así, facilitar el acceso a los espectáculos teatrales a los grupos sociales más humildes e injustamente radiados de la sociedad, e inhabilitados para alternar con “la aristocracia” en las Salas Teatrales existentes.

Su público, constituido en su gran mayoría por negros, mulatos, sirvientes, gauchos, “orilleros” y “malvivientes”, veían expuestos en esas representaciones de números ecuestres, de habilidad y de fuerza física, los valores que ellos más respetaban, como ser el coraje, la destreza y la libertad que demostraban vivir los “artistas” y pronto lo consagró como su paseo y entretenimiento favorito.

El Circo Criollo (1879)
Pasado el tiempo, y ya sin ROSAS en el gobierno, ese fue el escenario donde en 1879, nació el “sainete o circo criollo”, un espectáculo con pista circense y escenario, donde las obras teatrales, jugaban un papel preponderante.

Los historiadores afirman que el “Circo Criollo” fue el primer espectáculo que puso en juego algo de la identidad sudamericana, por haber sido el primero que dejó de imitar las artes provenientes de Europa.

Se caracterizaba por tener dos partes, durante la primera, los “aristas” exhibían sus habilidades como volatineros, caballistas, malabaristas y payados, y durante la segunda, que era el turno de los “verdaderos artistas”, se representaba un “drama criollo”, que generalmente se basaba en la exposición de algún tipo de historia de actualidad, denuncia de injusticia, persecución o desgracia de su protagonista, con escenas de recelos, miedo, enredos, abandono y violencia.

“Juan Moreira” (1879 ó 1884?), una obra de EDUARDO GUTIÉRREZ fue la primera de ellas a la que le siguieron luego una larga serie de éxitos, algunos de cuyos nombres, aún se recuerdan: “Calandria” de MARTINIANO LEGUIZAMÓN, «El conventillo de la Paloma»,  de ALBERTO VACCAREZZA, «Justicia criolla», de EZEQUIEL SORIA, «Gabino el mayoral», de ENRIQUE GARCÍA VELLOSO, «El desalojo», de FLORENCIO SÁNCHEZ, «Los disfrazados», de CARLOS MAURICIO PACHECO.

 Y fue entonces cuando surgieron GERÓNIMO y JOSE PODESTÁ, “PEPINO EL 88” (1) y tantos otros ídolos populares que hicieron las delicias de nuestros abuelos, antes de que pudieran pegarse a la Radio, para escuchar su “novela de la tarde”.

El Circo Olímpico (1836)
En el Jardín del Retiro, comenzó a ofrecer funciones la Compañía de Volatines “Hijos del País”, los primeros “volatineros y artistas circenses criollos”. Lo hizo bajo el nombre de Circo Olímpico”, y este fue el primer Circo de carácter nacional.

Circo Flor América (1865)
SEBASTIÁN SUÁREZ, luego de presenciar ávidamente cada presentación circense que se realizaba en Buenos Aires y la campaña, supo aprender los diversos trucos y técnicas de la actuación. utilizaba maquillajes y ropas estrafalarias y así se convirtió en Tony el payaso. A la entrada de la precaria carpa que había armado con bolsas de arpillera descartadas, colocaba un cartel que decía: «Circo Flor América». Así nació el primer circo presentado por un ciudadano nativo de Buenos Aires, al que luego ALEJANDRO RIVERO (yerno de Sebastián Suárez) bautiza “Circo Unión” y luego “Circo de los 7 Hermanos Rivero”.

A fines del siglo XIX surgieron numerosos circos criollos argentinos como el Circo Ecuestre, el San Carlos, Circo Paysandú o Circo Pabellón General Lavalle, y en la primera década del siglo xx el Queirolo, el Anselmo, el Giani, el Unión, el Fassio, el Saporitti, o el Alarcón, entre otros.

El Coliseo Frank Brown (1910)
En 1910 FRANK BROWN, el famoso payaso inglés, inaugura su primer circo en Buenos Aires. Es el “Coliseo Frank” que estaba ubicado en la calle Florida, entre Paraguay y Córdoba, en la ciudad de Buenos Aires (nomenclatura actual), un lugar que había quedado desocupado por la desaparición de algunos comercios que estaban allí, dejando un gran baldío que el gobierno municipal, decidió arrendar a los dueños del circo.

Fue construido con el apoyo de la Comisión de Festejos del Centenario de la Revolución de Mayo, pero eso no impidió que estallara un escándalo. Cuando se estaban preparando los festejos por esa festividad, un grupo de exaltados vecinos, considerando que una carpa en ese lugar constituía una afrenta para el prestigio de una calle que era ejemplo de una metrópolis progresista como Buenos Aires (Otros decían que era una ofensa para la ciudad, la presencia de esa carpa, que atraía un público de “dudosa calidad” y finalmente otros argumentaban que fue su cercanía a las instalaciones del Jockey Club”, lo que atrajo la ira de quienes no lo querían cerca de ese reducto de la aristocracia porteña).

Sea cual fuere lo que los impulsara, lo cierto es que durante la noche del 14 de mayo de 1910, le prendieron fuego. El lugar que dejó hoy está ocupado por las instalaciones del Centro Naval.

Apenado por lo sucedido, BROWN emprende un viaje hacia Europa y regresa en 1917. Recibido con afecto, pronto se olvida de lo sucedido con su primer circo y decididamente encara levantar una nueva carpa:

…. «la sonrisa que veo en los ojos de los niños cuando vienen a mi circo, me hacen el hombre más feliz de la tierra» dirá, explicando quizás así, la razón de su vocación de payaso.

El Hippodrome Circus (1917)
El 5 de mayo de 1917, en la que será su segunda experiencia como empresario circense en estas tierras, abre sus puertas el «Hippodrome Circus». Estaba ubicado en Carlos Pellegrini y la avenida Corrientes (nomenclatura actual), justo donde hoy está el Obelisco y reiniciaba así su actividad circense, interrumpida en aquel fatídico 1910.

Sólo durará siete años, pues en 1924, las obras que imponía la modernización de Buenos Aires, traerán la piqueta y el circo “Hippodrome” será demolido.

El Circo Sarrasani (1924)
El 1º de abril de 1924, HANS STOSCH abre las puertas de su circo al público de Buenos Aires. Se trataba del «Circo Sarrasani» y venía de triunfar en las grandes capitales del mundo.

Hijo de un fabricante de vidrios alemán, HANS STOSCH, abandonó su casa a los 15 años para unirse a una troupe circense y atrapado por ese mundo, el 1º de abril de 1901 abrió su propio circo en Dresde, su ciudad natal. Para que su nombre sonara más exótico le agregó al suyo, el apellido Sarrasani, pensando que con las reminiscencias italianas del mismo, el nombre de su circo tendría mayor aceptación.

En 1901 presentó por primera vez su espectáculo, al que llamó “El Palacio del Circo”, en el centro de la ciudad, anunciándolo como “el más moderno y grande de Europa. A partir de entonces, “El Sarrasani”, como se lo empezó a llamar, se convirtió en una atracción incomparable para el público europeo. Ofrecía acróbatas chinos y javaneses, trapecistas japoneses, pirámides humanas, equilibristas, payasos y cientos de animales maravillosamente adiestrados.

Al finalizar la primera guerra, STOCH decidió reorganizar su empresa y emprendió entonces una larga gira por Sudamérica. En 1924 llegó a la Argentina, donde fue recibido en audiencia privada por el presidente de la República, MARCELO T. DE ALVEAR, quien lo autorizó a instalar su carpa en Buenos Aires.

La levantó en un predio ubicado en la zona de Retiro y allí comenzó a ofrecer una serie de espectaculares presentaciones que fueron ávidamente presenciadas por un público, que maravillado por ese despliegue de lujo, habilidad y coraje, a partir de entonces, lo erigió en uno de sus espectáculos favoritos.

En 1935 enfrentado con el nazismo, STOSCH se lanzó a una nueva gira por Sudamérica y al morir, ese mismo año, estando en Buenos Aires (otros dicen que en San Pablo), su hijo “Junior” se hizo cargo de la dirección junto con su viuda, GERTRUDE KUNTZ, quien, al regresar a Europa, dejó en nuestro país a todos los artistas de origen judío, para que no sufrieran las consecuencias de la persecución nazi.

JUNIOR STOSCH murió en 1941 en Alemania y GERTRUDE, que heredó el circo, fue encarcelada dos semanas por la Gestapo. En 1948 volvió a Buenos Aires y reabrió el Sarrasani que durante muchos años fue un mundo de fantasías para grandes y chicos.

Cerró definitivamente sus puertas a mediados de los 70 y Gertrude se mudó a San Clemente del Tuyú, en la provincia de Buenos Aires, donde falleció el 4 de junio de 2009, a los 96 años de edad.

(1). El 6 de octubre de cada año se celebra el “Día del Circo Criollo”, en recordación de JOSÉ PODESTÀ (Pepino el 88), nacido en esa fecha.

Fuentes. “Historia del Circo en Buenos Aires”. Laura Mogliani, Ed. Universidad Nacional de Tres de Febrero, provincia de Buenos Aires, 2017; “Historia del Teatro en Buenos Aires”. Mariano Bosch, Ed. Imprenta El Comercio, Buenos Aires, 1910; “El circo criollo”. Raúl Castagnino, Ed. Lajouane, Buenos Aires, 1953; “Historia de los orígenes del Teatro Argentino”. Mariano Bosch, Ed. Soler-Hachette, Buenos Aires, 1969; “Tres sainetes criollos”. López de Gomara y otros; Ed. Biblioteca Básica Universal, Buenos Aires, 2019;

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