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ALDAO, JOSÉ FÉLIX (1785-1845)
Muere afectado por un tumor mal tratado, el tristemente célebre fraile y general JOSÉ FÉLIX ALDAO.
Históricamente conocido como el general Aldao (por su rango militar) o padre Aldao (popularmente llamado “el fraile” por sus enemigos) por haber sido ordenado por la orden dominica y nunca haberla abandonado formalmente.
Fue el mayor, el más famoso, el más longevo y el único de los hermanos Aldao que murió enfermo en su cama. Nació en la provincia de Mendoza el 11 de octubre de 1785. Inició sus estudios en el Convento de Predicadores de su ciudad natal, recibiendo las órdenes sagradas en Chile en 1806.
A principios de 1817, ALDAO, como fraile domínico, aparece en Mendoza, en el escenario de la gesta sanmartiniana, cuando el general SAN MARTÍN lo designa capellán del Ejército de los Andes, que estaba preparando allí, pero pronto se lo verá incorporado a las luchas, no retomando nunca sus deberes sacerdotales
Antes de marchar las guerrillas que irían a combatir en Guardia Vieja, le solicitó al Coronel LAS HERAS lo armara de una tercerola y un sable y así, se incorporó al Batallón Nº 11 del Regimiento mandado por éste.
Marchó luego con el resto de esas tropas y durante el combate de Guardia Vieja (4 de febrero de 1817), olvidando su investidura eclesiástica y vencido por los ardientes impulsos de su naturaleza y de sus pasiones dominantes, después de haberse batido a fusil, a la par de los Granaderos, cargó a sable sobre los enemigos en fuga, logrando hacer prisionero a un oficial español, comportamiento que le valió ser ascendido a Teniente.
En esta acción, olvidándose que era sacerdote, luchó bravamente, pero dejó traslucir una crueldad innecesaria, lo que disgustó a LAS HERAS, quien le recordó su situación sacerdotal.
El fraile dejó entonces definitivamente sus hábitos y entró como teniente 1° en el Regimiento de Granaderos a Caballo, iniciándose de esta forma en la carrera de las armas, en la que llegó a obtener el grado de Brigadier General. Actuó luego valerosamente en la guerra de la Independencia.
Se halló en Chacabuco y Maipú y más tarde en la campaña del Perú, donde se distinguió como Jefe de guerrilla en la Campaña de la Sierra, siendo uno de los que entraron vencedores en Lima.
Se lo verá más tarde en La Tablada, Oncativo, y en la tragedia de Chancay, batiéndose siempre con increíble audacia y coraje, llegando a ser prácticamente un héroe legendario, en todas las campañas de Chile y Perú en donde había sido comisionado para reclutar y organizar las fuerzas de guerrilla entre los indios de la sierra, para combatir a los realistas.
Pero, terminadas estas acciones por la libertad de Chile y el Perú, en 1824, regresó al país y desde entonces actuó sin descanso como federal en las luchas civiles, y haciéndose famoso por su crueldad.
Se dedicó a la bebida, convirtiéndose en un monstruo feroz y depravado. Apoyó la causa de JUAN MANUEL DE ROSAS y pasó a ser uno de los más sanguinarios personajes que recuerda la historia argentina.
Los acontecimientos políticos y militares de la época llegaron hasta las provincias de Cuyo y hacia allá se dirigió. A su regreso a Mendoza, pronto se vió envuelto en las luchas civiles junto a sus hermanos, dando muestras de extremada crueldad.
Tomó partido al lado de los liberales y al precipitarse los sucesos de 1828 —caída del partido Unitario—, se entendió con el caudillo JUAN FACUNDO QUIROGA.
Al frente del Regimiento llamado “Auxiliares de los Andes”, tomó parte en la Batalla de La Tablada. Al producirse en Mendoza la revolución del 10 de agosto de 1829, acudió desde San Luís y venció a los rebeldes en El Pilar, produciéndose luego la horrible matanza en la cual perdieron también sus vidas FRANCISCO NARCISO DE LAPRIDA y otras personalidades de la época (ver Batalla del Pilar).
Buscando desquite por la derrota que le había infligido el general JOSÉ MARÍA PAZ, preparó un ejército y en combinación con QUIROGA atacó en Laguna Larga u Oncativo, pero fue vencido, tomado prisionero y enviado a Córdoba.
Pero la caída del general PAZ cambió la situación del interior del país, por lo que él, que era llevado prisionero por el general ARÁOZ DE LA MADRID, al ser vencido éste por FACUNDO QUIROGA, en la batalla de La Ciudadela, fue trasladado nuevamente a Salta.
Por virtud de un acuerdo, fue puesto en libertad pero con la condición de que se exiliara en Bolivia. De regreso a su provincia, fue designado Comandante General de Armas por el Gobernador PEDRO MOLINA.
Al prepararse la expedición al desierto del año 1833, comandó la División derecha que debía operar en la región cordillerana y cumpliendo esta misión, obtuvo triunfos destacados sobre las indiadas del cacique Yanquetruz.
En el año 1841 se lo nombró Gobernador interino de Mendoza, a raíz de la revolución que estalló contra el Gobernador JUSTO CORREAS, pero, siendo inminente la llegada a la provincia del general antirosista ARÁOZ DE LAMADRID para oponérsele, fue depuesto por su Delegado.
Luego, librando acciones para retomar su cargo, se sucedieron triunfos y derrotas: El 16 de agosto de 1841 la derrota que le infligiera MARIANO ACHA en la Batalla de Angaco, lo desprestigió ante sus comprovincianos y emprendió viaje a Buenos Aires, siendo recibido y agasajado por JUAN MANUEL DE ROSAS que lo alentó y le reiteró su apoyo.
Volvió a su provincia y el 24 de septiembre de 1841, logra la victoria en Rodeo del Medio, acción que le devolvió el gobierno de Mendoza. Nuevamente en el gobierno, su obra no ofrece nada notable, como no sea el famoso Decreto del 31 de mayo de 1842 por el cual se declaraba -a todos los unitarios “como locos”.
No obstante, se le reconoce haber defendido a su provincia de las fuerzas invasoras y de haber fomentado el asentamiento de campesinos inmigrantes chilenos en el sur de la misma. Ganó la devoción de sus soldados y de toda la gente humilde a la que él alimentó y protegió.
Y si bien, tanto sus soldados como la gente humilde su provincia le fueron siempre adictos y respetaron su nombre, muchos otros lo odiaron. Entre ellos, SARMIENTO, que no toleraba sus actitudes violentas y su informal vida privada.
Cuando en 1836, durante una de sus correrías, pasó por La Rioja, se enamoró perdidamente de DOLORES GÓMEZ, una belleza trigueña, pero poco le duró el amor. Se unirá luego con MANUELA ZÁRATE con quien tuvo cuatro hijos y finalmente con ROMANA LUNA, que le dio cinco hijos.
En 1841, ALDAO, había sido enviada por JUAN MANUEL DE ROSAS, en persecución de las fuerzas unitarias. Llegado a las proximidades de la Posta de la Cabra, provincia de San Juan, alcanzó a los efectivos que iban al mando del coronel MARIANO ACHA y luego de derrotarlo en el Combate de La Charilla (16/09/1841), ordena su inmediata ejecución. Luego de muerto, la cabeza de ACHA fue colocada en una pica y clavada a la vera del camino, como un mensaje macabro para el general ÁNGEL PACHECO que debía pasar con sus tropas por ese lugar.
En 1842 le escribe a JUAN MANUEL DE ROSAS para que logre de su Santidad el Papa, se le otorgue el permiso necesario para santificar en hogar que ha formado con estos nueve hijos, pero su gestión no tuvo éxito. Antes de que le llegara el permiso solicitado, enfermó y falleció el 19 de enero de 1845 en Mendoza, su ciudad natal (ver La muerte del fraile Aldao).