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SARMIENTO Y EL CÓLERA (1868)
En setiembre de 1868, DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO, que acababa de llegar de los Estados Unidos y era ya Presidente de la Nación electo, comenzó a estudiar la aplicación de una serie de medidas que había comprobado eficaces en sus viajes por el exterior.
Una de sus preocupaciones había sido estudiar los sistemas de agua corriente que se usaban en el norte y la manera de hacer frente al cólera.
Fue entonces cuando inauguró el primer Servicio público de provisión de aguas corrientes en la ciudad de Buenos Aires. Su discurso suena hoy a profecía, sobre todo cuando dijo: «Para que no nos entreguemos a una culpable seguridad, diré que el cólera no ha pasado aún: está aquí latente entre nosotros y lo estará por larga serie de años y sus gérmenes serán vivificados cada vez que se reproduzcan las condiciones favorables a su desarrollo».
«Si reaparece no culpemos de ello a la providencia, creyendo que gobierna mal su mundo. Si hace estragos, culpémonos a nosotros por nuestra imprevisión e indolencia… Habrá cólera donde quiera que haya desaseo, desnutrición y miseria», palabras que tienen más de 130 años pero que son trágicamente actuales (ver Cloacas y agua corriente en Buenos Aires).