EL AUTOMOVILISMO EN LA ARGENTINA. SUS COMIENZOS (1887)

Desde 1887, año que llegó a la República Argentina el primer automóvil que recorrió las calles de Buenos Aires, ha sido incesante y muy fecunda la historia de nuestro automovilismo, una pasión que ocupa, luego del fútbol, el corazón de los argentinos.

El primer automóvil que circuló por las calles de Buenos Aires (1887)
En 1887 comenzó a circular por las calles de Buenos Aires, el primer automóvil que se importó desde Europa.

Algunos historiadores aseguran que el primer automóvil en pisar suelo argentino fue un triciclo con motor a bencina “De Dion Bouttón”, llegado desde Francia en 1888 y destinado a DALMIRO VARELA CASTEX, mientras otros afirman que fue un “Holzman” eléctrico de ELEAZAR HERRERA MOTTA, que habiendo llegado al país en 1887, debe ser considerado como el primero en hacerlo, aunque no hay mención acerca de su destino y su presencia en las calles y caminos argentinos, ni figura en los registros municipales.

Las constancias oficiales y los documentos a los cuales se puede recurrir indican que “Holzman” fue realmente el primer auto que llegó al país, importado en 1887. El segundo arribó en 1888 y fue el de Varela Castex. La confusión se debe a que el “De Dion” tuvo un desempeño y una trayectoria más importante que el “Holzman”.

Y es por ello que, ateniéndonos a la trascendencia que uno y otro vehículo tuvieron en el desarrollo de nuestra historia y la relevancia de sus protagonistas, dándole la preeminencia que sin dudas merece, diremos que:

En 1888, Dalmiro Varela Castex trae de Europa el primer automóvil que circuló regularmente por las calles de Buenos Aires, en la República Argentina. Lo había comprado en sociedad con SEBASTIÁN ALCORTA, su íntimo amigo.

Dalmiro Varela Castex, o “Cacerola”, como se lo llamaba, era hijo de JUAN CRUZ VARELA y nieto de FLORENCIO VARELA, ambos, figuras próceres de nuestra Historia.

Era un gran señor, típico porteño, simpatiquísimo y elegante. Siempre vestido con traje gris, galera del mismo tono y un detonante clavel rojo en el ojal. Era trigueño y de cabello blanco, aunque su bigote, gracias a “la Carmela”, se mantenía siempre morocho. A este respecto, se recuerda una contestación que le dio a una señora que se mostró sorprendida por esa diferencia de color: “es natural que sea así señora. El bigote es 20 años más joven que mi cabello”.

El automóvil que trajo, era un “De Dion Bouttón» a bencina, de dos cilindros horizontales y semejaba una araña, sostenida por cuatro altas ruedas de alambre, iguales a las que se utilizan hoy en las bicicletas. Toda la carrocería era de hojalata y no tenía parabrisas ni capota. El acompañante tenía a su cargo tirar de una piolita para que sonora un pito de aire comprimido, como advertencia a los peatones, del paso de este “monstruo mecánico”.

Cuando el auto fue desembarcado en el puerto de Buenos Aires, la Aduana se vio en figurillas para permitir el ingreso ya que al no estar “aforado”, no podía establecer el monto de los derechos que debía abonar el importador, inconveniente que se superó estableciendo una medida “provisional” para permitirle el ingreso al país.

La presencia de un coche “que caminaba solo”, produjo curiosidad y pánico al mismo tiempo entre la población de Buenos Aires. Fue el primer automóvil circulando por la calle Florida: todo un acontecimiento para los transeúntes, que detenían su paso para contemplarlo, mientras los caballos de los “landeau” de las Unzué, de los “dockar” de los Anchorena y de la “victoria” de las hermanas Quintana, encabritados y descontrolados, causaban un verdadero pandemónium a su paso.

Como fue éste el primer automóvil radicado en el país, le correspondió, como era lógico, la patente número 1, que conservó, aunque la llegada de otros coches, provocara luego una aguda controversia con JOAQUÍN DE ANCHORENA el Intendente Municipal, que demandaba ese número para su automóvil, por ser el de la máxima autoridad de la ciudad.

Finalmente, la creación de la categoría de “chapa oficial Nº1” para identificar el coche del Intendente, le ratificó a Varela Castex, el derecho a la “chapa Nº 1 que usó hasta su fallecimiento.

Esta reliquia automovilística, ya vieja y casi destruída, fue adquirida por JUAN CANTER, fabricante de los cigarrillos “La sin bombo” para destinarla a promover sus productos. Transformó su “carrocería” en un gran bombo, le ató cuatro caballos que iban montados por sendos jockeys y lo hacía circular por las calles de Buenos Aires, anunciando su paso con el famoso “pitito”.

En 1895 VARELA importó otro automóvil y esta vez fue un Daimler con motor a explosión. En 1898 le vende el De Dion a otro entusiasta del automovilismo, el doctor MARCELO TORCUATO DE ALVEAR y pronto el deseo de tener un automóvil se apodera de otros entusiastas de la época, entre ellos GUILLERMO FEHLING que importa un auto similar con el cual desarrolla una velocidad de 35km/hora.

Cuando nace el nuevo siglo en 1900 había en la Argentina nueve vehículos, un año después ya ascendía a 129 autos, demostrando el interés que ya despertaban los automóviles entre los argentinos.

Primera carrera con artefactos mecánicos (14/04/1899)
El 4 de abril de 1899 tuvo lugar la primera carrera con artefactos mecánicos que se realizó en la Argentina. Todavía no podía considerarse automóviles a los triciclos impulsados por un pequeño motor de explosión, que conmovieron aquel día a los porteños.

La prueba tuvo lugar en el velódromo de Palermo, donde solían hacerse competencias de ciclistas, pero esa vez la jornada terminó con una atracción diferente. Los protagonistas fueron FRANCISCO RADÉ y otro hombre de apellido PEREYRA, quienes se sentaron al volante de sendos triciclos-automóviles con motor accionado con petróleo, importados al país por la firma Recht y Lehman.

El recorrido era de cinco mil metros y aunque durante los primeros minutos nadie sacó ventajas, Radé terminó triunfando con su máquina que llevaba el sello Peugeot.

Al día siguiente los diarios publicaron en lugar destacados la crónica del suceso que iba a iniciar la historia del automovilismo en la Argentina. Recién dos años más tarde, en noviembre de 1901, iba a realizarse la primera carrera con verdaderos autos de cuatro ruedas.

Primera carrera con vehículos con cuatro ruedas en un circuito cerrado (16/11/1901)
El 16 de noviembre de 1901 se corrió en Buenos Aires la primera carrera con vehículos de cuatro ruedas, en un circuito cerrado, que fue también la primera competencia automovilística del país.

Eran los tiempos de la “belle époque”, cuando la aristocracia nacional se embarcaba en la aventura todavía romántica de las máquinas. Se iniciaban tiempos de grandes cambios, en los que el desarrollo tecnológico iba a ser el mayor protagonista.

Por la ciudad de Buenos Aires ya marchaban los primeros tranvías eléctricos, comenzaba a funcionar la primera usina de la “Compañía Trasatlántica de Electricidad” y el cine asombraba a los porteños que contaban con su primera Sala cinematográfica.

Para completar el panorama, los vehículos mecánicos comenzaban a ser parte de la vida cotidiana de los argentinos y en 1899 en el velódromo de Palermo, se había disputado la primera competencia entre artefactos mecánicos que se había realizado en el país y que fuera ganada por un tal RADÉ.

Pero dos años más tarde, esos triciclos que habían empleado, RADÉ y su rival, dieron paso a los vehículos de cuatro ruedas y el 16 de noviembre de 1901, se inició la historia del automovilismo deportivo nacional. Ese día se realizó la primera carrera automovilística del país. Fueron Jueces de largada y llegada Emilio Casares y Dalmiro Varela Castex y el escenario de la competencia, fue el antiguo Hipódromo Argentino de Belgrano, donde hoy está el estadio de River Plate.

Participaron autos propulsados por vapor, electricidad y nafta y se presentaron los coches más veloces que se hallaban en Buenos Aires, conducidos por los fanáticos del nuevo deporte, pero AARÓN ANCHORENA, precursor de la aeronavegación, piloteando un “Panhard” a nafta y MARCELO TORCUATO DE ALVEAR, futuro presidente de la República, piloteando un “Locomobile” a vapor, fueron sus dos únicos e intrépidos participantes que finalizaron la prueba.

La concurrencia fue escasa pero entusiasta y Alvear cruzó primero la meta con quince metros de ventaja sobre ANCHORENA. Tres años más tarde, en la misma pista, volvieron a enfrentarse ALVEAR, ANCHORENA y otros cuatro competidores, entre los que se contaba JUAN CASSOULET. En esta oportunidad, La carrera fue sobre mil metros y CASSOULET, que manejaba un auto “Rochester”, pronto dejó atrás a todos los competidores, y ganó la competencia a un promedio de 79 kilómetros por hora, una velocidad extraordinaria para la época.

El resultado de estas pruebas marcó la tendencia del futuro: las máquinas impulsadas con nafta terminarán por imponerse sobre los otros combustibles y a partir de entonces, el automovilismo se convirtió en una pasión nacional.

Revancha de una carrera (1904)
Las carreras automovilísticas prendían fuerte en el pueblo de Buenos Aires y tres años después de la primera carrera de automóviles que se realizó en noviembre de 1901, vuelve a repetirse la experiencia en la misma pista.

Volvieron a enfrentarse ALVEAR, ANCHORENA y otros cuatro competidores entre los que se contaba JUAN CASSOULET. La carrera, organizada por la «Sociedad Sportiva Argentina», fue sobre mil metros y Cassoulet, que manejaba un auto “Rochester”, nuevamente fue mucho más veloz, y dejando atrás a sus tenaces perseguidores, ganó otra vez la carrera.

Pero la hazaña casi le cuesta la vida porque su auto llegó a la meta envuelto en llamas. Cassoulet, que no había sufrido ninguna herida, recibió como premio una cigarrera de plata. Más tarde comentó el accidente con elegancia. Dijo: «Me ensucié la ropa, pero salvé la galera».

El automóvil Club Argentino (11/06/1904)
El 11 de junio de 1904 se fundó el Automóvil Club Argentino. Eran los tiempos de la “belle époque” y los automóviles se transformaban en la nueva pasión de la aristocracia porteña. En el país ya se contaban 3.000 autos matriculados y la mayoría andaba por las calles de Buenos Aires causando todavía el asombro de la gente.

El Monumento de los Españoles era el lugar de encuentro de los primeros automovilistas que allí intercambiaban los secretos de la técnica y allí estaba DALMIRO VARELA CASTEX, quien había vivido varios años en Bélgica y había traído información acerca de todos los detalles y posibilidades que ofrecía esta nueva moda.

Los hermanos VARELA CASTEX, FÉLIX ÁLZAGA UNZUÉ, ALFREDO T. FERNÁNDEZ TORRES, CARLOS DE ÁLZAGA, JOSÉ PACHECO ANCHORENA, ALFREDO TORNQUIST, HORACIO ANASAGASTI, JUAN DRYSDALE, UBALDO SÍVORI, EURY THOMPSON, ANTONIO DE MARCHI junto con otros fanáticos de los motores decidieron fundar un Club que albergara su pasión por el automovilismo y se reunieron para ello en la Sociedad Hípica Argentina.

Comenzaron entonces, a poner en práctica su idea y luego de numerosas jornadas de intenso debate y de búsqueda de antecedentes, el 11 de junio de 1904, formalizaron la fundación del Automóvil Club Argentino, con DALMIRO VARELA CASTEX como Presidente y ocupando una propiedad ubicada en la calle Rodríguez Peña 178 de la ciudad de Buenos Aires.

Dos años más tarde el gobierno de JULIO ARGENTINO ROCA encargó al Automóvil Club la creación y mantenimiento de caminos y puentes. Se organizaban caravanas de autos que iban marcando los accidentes del terreno con señales de colores y así se abrieron nuevas rutas desde la Capital a muchos sitios del país.

El ACA se encargó también de organizar la primera carrera de autos que se realizó en la Argentina con un recorrido que iba de Recoleta a Tigre.

En 1932, cuando se creó la Dirección Nacional de Vialidad, el Club participó en la redacción de las nuevas leyes viales y donó las primeras máquinas para el mantenimiento de carreteras. Y en 1936 firmó un convenio con Yacimientos Petrolíferos Fiscales que convirtió a la sociedad en la primera boca de expendio de combustibles y lubricantes nacionales.

 Hoy, el ACA tiene más de 150 filiales distribuidas en todo el territorio y miles de socios utilizan sus prestaciones que van desde estaciones de servicio hasta restaurantes, camping, clubes, seguros y correo privado.

Primer «raid» automovilístico (1905)
JUAN CASSOULET a bordo de un De Dion-Boutón de dos cilindros y 12 caballos de fuerza, realizó el primer raid a Bahía Blanca. Recorre 600 kilómetros a un promedio de casi 80 km/hora, acompañado por su hermano Luis, Esteban Marquesatau y Belisario Zapata.

Primera carrera de autos en rutas abiertas (09/12/1906)
Mientras en Europa las primeras carreras de autos se hicieron en caminos abiertos, en la Argentina la pasión por la velocidad se había estrenado en 1901 en una carrera realizada en el Hipódromo del Bajo Belgrano. Pero faltaba todavía la prueba de fuego para las infernales máquinas y sus audaces conductores que deseaban probarse en caminos sin pavimento.

Cuando según las estadísticas, había ya 10.000 automóviles rodando por las rutas del país, el 9 de diciembre de 1906, organizada por el Automóvil Club Argentino, se disputó en la Argentina, la Primera Carrera de Automóviles sobre Ruta en Sudamérica, compitiendo por la Copa «El País», un periódico que era propiedad de Carlos Pellegrini.

Fue ésta, la primera prueba organizada y fiscalizada formalmente y con inscripción abierta a todo usuario de vehículos a motor que quisiera medirse, ciñéndose a un Reglamento que entre otras normas, establecía que “…. ningún coche podrá tomar parte en las pruebas sin llevar tres personas adultas, incluso al “chauffer”, como mínimum”.

Intervinieron 15 máquinas a lo largo de un trayecto urbano que partiendo desde la Recoleta en la capital Federal, finalizaba en el Tigre Hotel en la provincia de Buenos Aires, y que incluyendo el regreso, también en carrera, totalizaba un recorrido de 38.200 metros y

Ubicados en fila india los autos fueron en caravana hasta la calle Pueyrredón, que era el punto tomado como línea de largada. A la cabeza iba DALMIRO VARELA CASTEX, primer presidente del ACA, y las crónicas de la época cuentan que muchísima gente siguió la partida en medio de la emoción y el asombro.

La carrera comprendía varios tramos de marcha neutralizada, el primero de ellos hasta Núñez, donde nacía el único tramo de camino bueno construido especialmente para automóviles, con alambrados y guardaganados y en el que no se permitía la circulación de vehículos de tracción animal.

Los pilotos debieron atravesar innumerables dificultades: desde fallas mecánicas hasta problemas surgidos por el mal estado de los caminos, pasando por errores en la organización, y por eso, terminada la carrera, surgieron muchas polémicas para establecer quién era el ganador porque las neutralizaciones habían sembrado una enorme confusión. Para algunos se había impuesto MIGUEL A. MARÍN, que manejaba un Darracq de 20 HP, y para otros DANIEL MACKINLAY al comando de un Spiker de 30 HP y que fue el único que completó el recorrido.

Finalmente, un juicio salomónico dictaminó un empate y el Premio de $500 ofrecido para el ganador, se repartió entre ambos competidores.

Luego de aquella histórica carrera, que marcó el punto de partida para las competencias en rutas, cuatro años más tarde se organizó lo que se considera como el primer Gran Premio: el raid a Córdoba que tuvo a JUAN CASSOULET como vencedor.

Una opinión de César Carman, ex presidente histórico del Automóvil Club Argentino.
«Si se tuviera que consagrar una fecha como el “Día del Automovilismo” en la Argentina, propondría que fuese el segundo domingo de diciembre, porque el domingo 9 de diciembre de 1906, señaló el momento que mejor puntualiza el comineo efectivo de la historia del automovilismo en nuestro país, cuyo prólogo se había escrito ya dos años antes con la fundación del “Automóvil Club Argentino”

Ese domingo se corrió entre nosotros, la primera carrera sobre rutas entre La Recoleta (capital) y el Tigre Hotel, en la provincia de Buenos Aires, con cinco minutos de neutralización en San Isidro, San Fernando y el Puente de Tigre. Fue una cerrera formal con quince participantes, auspiciada por el Diario “El País” de CARLOS PELLEGRINI y organizada, claro está por el “Automóvil Club Argentino”.

En homenaje al acontecimiento, recordemos que el primer puesto le correspondió a MIGUEL A. MARÍN, quien, con un coche Darracq, cubrió el trayecto en 28’36”, seguido por FRANCISCO RADE que con un Dietrich del doctor FRANCISCO LAMARCA, llegó a nueve segundos del ganador.

Esta es la información escueta de un hecho que va muchísimo más allá de todos los detalles que se puedan agregar, porque, en cierta forma, podría decirse que al largarse esa carrera, se puso en marcha la vocación automovilística de los argentinos, que iba a justificar primer, en grandes figuras como RAÚL RIGANTI, los hermanos JUAN y OSCAR ALFREDO GÁLVEZ, JUAN MANUEL FANGIO, FROILÁN GONZÁLEZ y CARLOS REUTEMAN (Dixit César C. Carman, legendario Presidente del Automóvil Club Argentino, publicado en  «100 hechos que hicieron la Argentina», editado por la Revista Gente y la Actualidad, Buenos Aires, 1975).

Primer automóvil fabricado en la Argentina (20/04/1907)
En la ciudad de Campana, provincia de Buenos Aires, MANUEL IGLESIAS presenta un automóvil fabricado artesanalmente en su taller mecánico y este es el primero fabricado en el país. Más tarde, ya en 1911, será HORACIO ANASAGASTI quien fabricará un modelo más avanzado de automóvil, utilizando un motor “Ballot” importado, siendo éste el primero que se fabrica en serie.

Primera carrera de autos de larga distancia en rutas (24/03/1910)
A partir de 1910, el Automóvil Club Argentino, comenzó a organizar «El Gran Premio Argentino de Carretera», una competencia de automovilismo de velocidad disputada en forma intermitente entre 1910 y 1978, recorriendo caminos públicos de la República Argentina, inicialmente  reservada a automóviles de “Fuerza Libre” y desde 1937 disputada con automóviles de turismo (coches comunes fabricados en serie), , que posteriormente dieron origen a la categoría “Turismo de Carretera”.

El Primer Gran Premio Argentino de Carretera» (carrera Buenos Aires-Córdoba), se largó el 24 de marzo de 1910 y fue la primera competencia automovilística de larga distancia que se realizó en la República Argentina, inaugurando esta práctica deportiva que organizará luego, carreras cada vez de mayor recorrido.

Aunque ya circulaban automóviles en las principales ciudades, internarse por los caminos del interior era entonces una verdadera aventura. La mayoría eran de tierra, atravesados por ríos y arroyos, sin puentes, y por supuesto, sin ninguna clase de auxilio mecánico.

Quienes se aventuraban a recorrer esas extensiones lo hacían siempre en caravana; es decir, acompañados y protegidos entre varios automóviles debido a que invariablemente se producía algún accidente.

Tanto fue así que sólo nueve competidores se animaron a presentarse el día de la partida, que tuvo lugar a las 4,30 de la madrugada, frente a la Casa Rosada.

En el punto de largada se congregó una multitud deseosa de ver a los intrépidos que iban a lanzarse a una aventura de la cual muchos conjeturaban que no volverían. Era, como se decía en la época “una excursión al fin del mundo”.

El desarrollo de la carrera fue una suma de dificultades a causa de las intensas lluvias que afectaron los caminos, a lo largo de todo el recorrido. Nueve horas después de la partida el primer auto llegó a Rosario completamente cubierto de barro.

Era un Delaunay Belleville conducido por VÍCTOR LABORDE que después de haberse hundido en una zanja tuvo que ser desenterrado por varios caballos, por lo que fue descalificado.

El segundo, pero finalmente declarado ganador, por la descalificación de Laborde, fue JUAN CASSOULET quien conducía una máquina Dion Bouton, que llegó después de romper el radiador y un elástico al empantanarse en una zanja. Otros tuvieron menos suerte como BENJAMÍN ODELL que chocó su Ford contra una vaca y llegó a Córdoba en carreta.

Mientras tanto, mucha gente esperaba a los autos en la terminal ubicada en plaza San Martín, desde el mediodía del 26, bajo una lluvia constante. Pero los corredores se hicieron esperar y el ganador de la carrera, JUAN CASSOULET, hizo su entrada recién el 28, llevándose mil pesos y una copa de premio. Había tenido que esperar cinco horas para librarse de una enorme tropa de ganado. Segundo fue F. CASTRO con un auto Panhard Levassor.

Primer automóvil de serie fabricado en la Argentina (17/09/1911)
El ingeniero HORACIO ANASAGASTI presentó oficialmente su automóvil: el primero fabricado en serie en la Argentina. Si bien es cierto que MANUEL IGLESIAS fue el primero en construir un auto argentino en 1907, fue ANASAGASTI quien primero lo frabricó «en serie».

Horacio Anasagasti, un joven brillante de comienzo de siglo, nacido en 1879 en Buenos Aires, era hijo de una acaudalada familia de origen vasco. Estudió ingeniería en la Universidad de Buenos Aires, fue un apasionado deportista y pionero de la aviación nacional.

En 1907 permaneció un tiempo en Milán tomando un curso de mecánica en la fábrica Isotta Fraschini y cuando regresó al país montó una empresa para construir el primer automóvil argentino.

Emprendedor y con conocimientos de ingeniería, materializó sus sueños y en su pequeño taller donde reparaba los autos de los amigos: comenzó a construir automóviles.

De un nuevo viaje a Europa trajo motores y moldes de madera para fundir piezas y en julio de 1911 tuvo listo el primer prototipo ensamblado con piezas importadas y carrocería nacional.

A fines de ese mismo año, pone en circulación por las calles porteñas su primer automóvil, que con mucho orgullo llevaba en el radiador la marca «Anasagasti». Tenía capacidad para 4 personas, era abierto y más bien grande. El motor era Janvier en dos versiones, una de doce caballos y otra de quince.

Dada la desconfianza del público porteño hacia el producto nacional, Anasagasti viajó a Europa a enfrentar a los grandes constructores del mundo y de esa forma promocionar su creación.

En 1912, participa en la carrera de regularidad de 1515 km. de recorrido, uniendo París Madrid y cumple el trayecto sin puntos en contra. De vuelta en Buenos Aires, toma parte del raid Montevideo – Salto -Montevideo, organizado por el diario «Tribuna Popular». El recorrido era de 2000 km. de duros y ondulados caminos. El resultado fue sin puntos en contra y sin detenciones por desperfectos.

En 1913 participó en el tour de Francia con 3 autos que fueron transportados hasta París. El ingeniero Brown, el marqués D´Averay (con quien corrió Anasagasti) y Marcer Repousseau, fueron los responsables de conducirlos y en este mismo orden, los 3 autos producidos en la Argentina, lograron imponerse a la gran cantidad de Renault, De Dion, Pahard, Morris y hasta Rolls Royce, que participaron de la carrera.

Conduciendo ese modelo bajo el seudónimo de Samurai, logró vencer en la carrera Rosario-Córdoba-Rosario. y al año siguiente empezó a vender los primeros «Anasagasti» a 6.000 pesos en efectivo o en cuotas de 200 pesos. Logró vender tres unidades a Francia y hasta ganó algunas carreras conduciendo sus autos en Europa.

Con el correr de los años, los pocos Anasagastis construidos se fueron evaporando. Sólo quedaron como testimonio de la pasión industrial del impetuoso ingeniero, algunos autos de modelo grande y equipados con motor Ballot, que oficiaron de taxímetros.

La crisis provocada por la Primera Guerra  Mundial, lo dejó al borde de la quiebra y a pesar de que los obreros se ofrecieron a seguir trabajando aunque no pudieran cobrar sus salarios, ya que se les había brindado condiciones dignas de trabajo, no habituales entonces, se vió obligado a cerrar su taller en 1915, después de haber producido unos 50 vehículos.

El ingeniero HORACIO ANASAGASTI murió en 1932 y se lo deberá recordar como un pionero de la industria automotriz Argentina.

La actividad automovilística se oficializa en la provincia de Buenos Aires (26/11/1922)
El Club “Gimnasia y Esgrima de La Plata” organizó una carrera automovilística y puso en disputa la Copa “Gobernador de la Provincia de Buenos Aires”.

El Autódromo “General San Martín” (10/07/1927)
Desde aquella lejana carrera de 1906 las pruebas automovilísticas se habían llevado a cabo en trazados abiertos y sobre caminos de uso público. Solo algunos trazados “cerrados” eran puestos a disposición de los corredores aunque estos no tenían variantes, eran pistas para caballos o atléticas que con simples adecuaciones se usaban para correr carreras con automóviles.

Por tal motivo, a fines de 1926, un grupo de aficionados, entre los que estaban OLIVEIRA CESAR, PAULINO FURIO, PEDRO MALGOR, RUFINO LURO, J. CORDERO, el ex concejal, RODOLFO TRAVERS, y el ingeniero J. MARCHESSOTTI deciden construir una pista para desarrollar allí competencias automovilísticas.

El 10 de julio de ese año, comenzaron las obras sobre un terreno, donado por la familia OLIVEIRA CÉSAR, que estaba ubicado en el Partido de San Martín, a cuatro cuadras de la estación del mismo nombre del Ferrocarril Mire, donde hoy se cruzan la avenida General Paz y avenida de los Constituyentes. Era el «Autódromo General San Martín», también conocido como el “Circuito San Martín», que fue el primer autódromo que tuvo la ciudad de Buenos Aires.

Los trabajos fueron lentos porque el grupo tenía más ideas que pesos y las obras se fueron realizando un poco a la criolla, con más promesas que efectividad. Tenía una pista rectangular de aproximadamente tres mil metros de extensión y un ancho de diez metros. Con curvas peraltadas y muy anchas y con el piso de tierra apisonado con una base de petróleo y según expertos de la época, aunque era un escenario con más defectos que virtudes, permitiría alcanzar los 190 kilómetros por hora a los automóviles.

Los costados del trazado estaban delimitados por una verja de madera y la torre de control y la tribuna principal, estaban ubicadas en el centro de la recta principal y todo el predio fue cercado con un paredón alto. Su construcción demandó una inversión de un millón doscientos mil pesos de la época

A mediados de 1927 la obra estaba terminada y se requirió la correspondiente habilitación municipal, tarea que le fue encomendada al ingeniero MÁXIMO TARDIEU, un dirigente deportivo de la época que informó que “Con su pista de tierra más que mediocre, sus perfiles defectuosos, sus pésimas curvas, el autódromo de San Martín, deficiente bajo cualquier punto de vista, resultará un proyecto fracasado”

A pesar de tan desfavorable informe, se decidió que la nueva pista se inaugurara el domingo 3 de julio de 1927. Aunque llovía intensamente, mucho público se acercó a ver “estos demonios mecánicos” en acción, pero debieron volver a sus casas: El temporal que se abatió sobra la ciudad obligó a suspender la inauguración hasta la semana siguiente.

Finalmente, ese domingo 10 de julio de 1927, se inauguró oficialmente el “Autódromo General San Martín”, que fue el Autódromo Argentino.

Ese día se realizó allí una prueba automovilística que fue organizada por el Automóvil Club Argentino y que se llamó “Campeonato de la Hora”. Contó con la participación de una docena de automóviles y fue ganada por DOMINGO BUCCI conduciendo un Hudson a una media de 136,080 Km/h.,

Pero fueron tantos los inconvenientes, incluidos numerosos “despistes”, el vuelco de uno de los competidores llamado EDUARDO ESTANGUET y los bajos promedios de velocidad registrados, que los vaticinios del ingeniero TARDIEU comenzaron a conspirar contra el futuro de este circuito.

Parece ser que el error estaba en la construcción de la pista, para lo que no se destinó todo el dinero que hubiera sido necesario y que se empleó en rodear al circuito con un imponente e innecesario murallón.

El tipo de suelo de tierra apisonada que tenía un recubrimiento con una mezcla bituminosa, era lo que provocaba constantes riesgos y su reparación exigía frecuentes reparaciones.

En su libro “Medio siglo de automovilismo argentino”, RICARDO LORENZO “BOROCOTÖ”, dijo al respecto: “Lo cierto es que, al irse hundiendo las curvas, porque la tierra cedía, se fue hundiendo el autódromo”.

Poco a poco el circuito de San Martín fue perdiendo uso y por fin, pasando a ser “inoperable”, el “Autódromo General San Martín” fue clausurado en 1931, dejando para el recuerdo, los nombres de los “grandes” ídolos del automovilismo argentino en sus albores: Riganti, “Macoco” Alzaga Unsué, Bucci, Blanco y muchos más.

Fuentes. “Historia del automovilismo argentino”. Una página del Bahía Blanca Automóvil Club; “Archivo de Autos” de Mauricio Uldane; «Archivos de la Revista «Parabrisas»; Ed. Perfil, Buenos Aires.

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