ASILO DE HUÉRFANOS EN BUENOS AIRES (1871)

El Asilo de huérfanos en Buenos Aires, nació en 1871 para hospedar a los niños cuyas madres habían muerto por la epidemia de fiebre amarilla.

La presencia de menores abandonados, producto de familias desestructuradas por este flagelo y por el no menor dramático acontecimiento que fue la guerra con Paraguay, que acababa de finalizar, debió ser el motivo que impulsó a las autoridades nacionales a disponer su creación, respondiendo así los insistentes reclamos que venía haciendo la Sociedad de Beneficencia desde hacía muchos años atrás, buscando una solución a esta afligente situación.

Hasta ese momento, ante la falta de una contención oficial, la Sociedad de Beneficencia se ocupaba de asistir a las niñas desamparadas en un Asilo que estaba ubicado en la calle Piedad (hoy Bartolomé Mitre), esquina Ombú (hoy Pasteur) y que luego fue trasladado a la calle Bollini.

El gobierno de la provincia de Buenos Aires por su parte, a través de un Comité presidido por el doctor EMILIO CASTRO, puso en funcionamiento un  Asilo para niños varones  desamparados, en una vieja residencia de las calles Alsina y Virrey Cevallos. Ambos establecimientos funcionaron  así, por separado, durante los dos años que duró la construcción del que sería el nuevo Asilo de Huérfanos.

Periódico Primera Página: EL ASILO DE HUERFANOS DE BALVANERA

La obra comenzó en 1869 y fue proyectada y dirigida por el arquitecto, ingeniero y urbanista argentino PEDRO BENOIT, recordado por su intervención en la fundación de la ciudad de La Plata y en la construcción de numerosos edificios públicos, ocupando un predio de dos manzanas de superficie que perteneciera a ADOLFO VAN PRAET, uno de los directores del primer ferrocarril y padre de una de las presidentas de la Sociedad de Beneficencia

Estaba ubicado donde en ese entonces eran los “extramuros de la ciudad”, en la calle México 2650, de la ciudad de Buenos Aires, en una manzana limitada por las calles Saavedra, Independencia y Jujuy, pleno barrio de Balvanera donde se funde con el de San Cristóbal, en el mismo lugar donde hoy se encuentra la Escuela Secundaria Técnica N° 25 «Fray Luis Beltrán» y la plaza José María Velasco Ibarra.

En 1871, finalizó la obra y en abril de 1872, las niñas y los niños alojados en ambos hogares, fueron trasladados al nuevo Asilo para Huérfanos. Según registros de época, cuando se lo habilitó, allí se hospedaron 428 niños, separados por sexo en dos grandes departamentos. Solo se admitían a huérfanos de padre y madre que hubieran muerto por los efectos de la fiebre amarilla.

Si bien en sus comienzos, esta fue una Institución benéfica administrada por el gobierno de la provincia de Buenos Aires,  a través de la Sociedad de Beneficencia y costeada por el gobierno nacional, pronto, ya en 1889, además de prestar servicios como Hogar de Tránsito, se convirtió en un centro para la formación en oficios como carpintería, zapatería, galvanoplastía, fotografía, sastrería y costura, de instrucción primaria y educación musical y en 1891 RAÚL VIDELA DORNA pidió autorización para costear las instalaciones destinadas a alumnos ciegos que se hallaban bajo la protección de la entidad benéfica, en un sector del predio, lo que le fue concedido.

La entrada principal del Asilo se hallaba sobre la calle México 2650, atravesando un zaguán que conducía al patio octogonal, con galerías sostenidas por columnas en cuyo centro se hallaba  una fuente construida en mármol de Carrara (imagen a la izquierda). De pie frente al patio, de espaldas a la calle México, sobre la mano derecha, estaba la capilla cuyo púlpito, tallado por finos ebanistas italianos, era una réplica exacta del que se encuentra en la Parroquia de San Cristóbal. Atravesando el espacio octogonal, se sucedían habitaciones, patios y galerías desembocando en un predio abierto con una gruta, dedicada a la Inmaculada Concepción, muy cerca de la frondosa sombra de un sauce llorón.

En la intersección de las calles México y Jujuy se hallaba el Hogar de Tránsito. Las habitaciones eran ocupadas por los jóvenes mayores de dieciséis años, a los que se les daba almuerzo y cena hasta que consiguieran cierta estabilidad laboral y pudieran independizarse. En el ala sur, con entrada por la calle Saavedra 749, existía una placa de bronce donde se mencionaba a las damas de la Sociedad de Beneficencia de la Capital.

El interior del edificio que ya no existe: fue derrumbado para reemplazarlo por otra construcción de cemento. “Este edificio nunca debió ser demolido, ya que tenía sobrados méritos artísticos e históricos para su preservación. La circunstancia, además, de que fuera un edificio público hubiera facilitado enormemente su conservación.

Un siglo después de su construcción, se encontraba en perfectas condiciones al momento de su desafectación al uso original, pero por falta de valoración social y por la incuria de quienes lo tenían bajo custodia fue abandonado y resistió el lento proceso de saqueo y destrucción al que fuera sometido sin que nadie levantar la voz en su defensa”.

El Asilo de Huérfanos no fue reemplazado por otro edificio, simplemente fue despojado, olvidado y arrastrado a su decadencia” (dixit Roberto Bonifacio en “Buenos Aires, demolida”, Revista Criterio Digital). Ver Edificios memorables que ya no están.

Fuentes: “Buenos Aires, demolida”. Roberto Bonifacio, Revista Criterio Digital; “Album histórico de la Sociedad de Beneficencia de la Capital 1823-1910”; “Patronato de la Infancia, Protección a la infancia. Antecedentes para el estudio de una ley”. Faustino Jorge y Alberto Meyer Arana, Ed. La Caridad, Buenos Aires, 1911; “Sociedad de Beneficencia”. Archivo General de la Nación, Sociedad de Beneficencia; “Origen y desenvolvimiento de la Sociedad de Beneficencia de la Capital”. Alberto Meyer Arana, Buenos Aires 1901; “La caridad en Buenos Aires”, Ed. Sopena, Buenos Aires; “Patronato de la Infancia. Cien años de amor”, Buenos Aires, 1993.

3 Comentarios

  1. Anónimo

    Esta ciudad es bella, fueron tantos años de abandono q terminaron en demolición lamentablemente una parte de nuestra sociedad no cuidamos nuestro rico patrimonio, hoy vemos con estupor como grafitan los frentes, rompen veredas, roban monumentos, ocupan propiedades, se gastan mucho para repararlas y luego los forajidos en minutos lo destruyen todo, una pena… y la justicia..bien, gracias!

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  2. Nora

    Es verdad. Hay muy poca educación para concientizar a los ciudadanos de valorar el patrimonio arquitectónico urbano. Es lamentable. Además, los robos y daños a nuestros monumentos históricos. Como arquitecta aún más.

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  3. Charles Skipper

    ¿Como se llamaba la casa de huérfanos ubicado donde ahora está el Hospital Rivadavia en la avenida las Heras?

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