CRIOLLOS ANGLÓFILOS.(1806)

Entre las fuentes documentales de las invasiones inglesas hay una de inestimable valor: es el relato del capitán del Ejército británico ALEXANDER GILLESPIE, participante, de la primera invasión a Buenos Aires, publicado en 1818 en Londres con el título «Observaciones coleccionadas en Buenos Aires y el interior de la República».

Gillespie combatió durante el primer ataque británico a la capital del .Virreinato, y después de la ocupación se desempeñó como Comisario de prisioneros. Tuvo por eso oportunidad de vincularse social y políticamente con muchos elementos cultos de la sociedad porteña y de participar activamente en las conspiraciones proinglesas de algunos personajes locales. Más tarde veremos cómo esta idea de unir nuestro futuro a los de la corona inglesa, sigue vigente cuando CVARLOS MARÍA DE ALVEAR, solicita la protección de Inglaterra para las Provincias Unidas del Río de la Plata. (ver Alvear pide la protección de Inglaterra)

Según narra él mismo, refiriéndose a esas actividades: «teníamos en la ciudad algunos amigos ocultos, pues casi todas las noches, después de oscurecer, uno o más ciudadanos criollos acudían a mi casa para hacer el ofrecimiento voluntario de su obediencia al gobierno británico y yo agregaba  su nombre a un libro en que se había asentado esta decisión. Finalmente el número de éstos llegó  a cincuenta y ocho…».

Después de la Reconquista, el oficial británico fue internado en San Antonio de Areco y, posteriormente, en Calamuchita; pudo así enriquecer sus memorias con las observaciones acerca del interior del país. Tras la derrota y capitulación del general JOHN WHITELOCKE, después de la segunda invasión, GILLESPIE regresó a Inglaterra con las fuerzas vencidas y se retiró del servicio activo.

Las memorias del capitán inglés fueron publicadas en la Argentina en 1921, en una traducción de CARLOS A. ALDAO, quien en el prólogo de la edición dice con respecto al autor: «No obstante el fracaso final de las armas británicas en el Río de la Plata, que podía haber amargado su corazón, y que, como él mismo lo relata, estuvo dos veces a punto de ser asesinado en Buenos Aires, había con tal entusiasmo del país y sus habitantes nativos, que no puede menos de halagar nuestro orgullo nacional.

Asi, pues, este libro encierra el doble interés de describir minuciosamente un acontecimiento que nos concierne de cerca, considerado del punto de vista británico, y de referirse en sus descripciones y comentarios a una época netamente colonial y de aislamiento, en que el país no estaba aún invadido por nuevas ideas y nuevas costumbres».

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