O’HIGGINS, EL MEJOR AMIGO DE SAN MARTÍN

“Como sé que usted es el mejor amigo de mi tatita, yo le he suplicado me permita tomarme la libertad de saludarlo, como igualmente a su señora madre y hermana, a las que deseo vivamente conocer. Se ofrece a su disposición, su atenta servidora. Mercedes”. Esta esquela, fechada el 1º  de marzo de 1832, fue escrita por la hija del general SAN MARTÍN. Su destinatario: BERNARDO O’HIGGINS, el mejor amigo  (según algunos historiadores) y compañero de glorias del Gran Capitán.

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SAN MARTÍN y O’HIGGINS se hallaban a en ese entonces en el exilio: el primero en París y el segundo en Lima. Una enorme distancia los separaba, pero, pese a ello, mantuvieron firme su amistad expresada a través de una afectuosa co­rrespondencia, que sólo se interrumpió con la muerte de O’HIGGINS. Ambos habían conquistado la libertad de Chile, y ambos habían contribuido también a asegurar la emancipación del Perú. Gracias a su esfuerzo, el poder español en América fue definitivamente liquidado. Compañeros en las horas de lucha, lo siguieron siendo en los momentos amargos del destierro. Esa comunidad de gloria e infortunio se refleja en las cartas que intercambiaron.

Así decía O’HIGGINS a SAN MARTÍN, el 16 de agosto de 1828: «Compañero y amigo, el más amado: No admiro tanto el tesón con que la facción, la ambición y la demagogia nos persiguen sin cesar, como inaudita ingratitud de casi todos aquellos que, además de sacarlos del afrentoso yugo español, deben a nuestros sacrificios y a nuestros extraordinarios esfuerzos, una existencia y una dicha que gozan, sin permitirnos siquiera el reposo debido a nuestro carácter y benevolencia. ¡Qué detestable y espantosa ferocidad! ¿Qué ciudadano animoso querrá ejercer su be­nevolencia en servir a la Patria, cuando en nuestro ejemplo temerá, con razón, que el pago de su generosidad,  sea la misma negra ingratitud e implacable odio?»

1 Comentario

  1. juan

    Ambos eran miembros de logias masónicas, y traidores al juramento de lealtad a España. Tal vez sin saber el real alcance de la trama, fueron funcionales a un plan maestro urdido por Pitt y Miranda (otro traidor) en Inglaterra.
    Como bien dice el artículo «el poder español en América fue definitivamente liquidado», lo que no dice es que ese poder pasó a Inglaterra y no a los americanos, pasó al Imperio Británico, madre de las logias de América.
    Al final de sus días San Martín dejó entrever su arrepentimiento en una de sus cartas desde el exilio, además de regalar su sable a Rosas, quien se opuso al nuevo poder. Quien mas se arrepintió fué Bolivar, ex masón que llegó a prohibir la masonería, cuando se dió cuenta de lo traicionero de sus planes.

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