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BELGRANO Y LA INFANTA CARLOTA (1808)
El 3 de marzo de 1808, luego de que Napoleón invadiera España, la Infanta Carlota,princesa de Portugal, envió al Río de la Plata, con un mensaje para Liniers, al médico italiano CARLOS JOSÉ GUEZZI, que también desempeñaba el papel de espía. En el documento anunciaba que ante la usurpación del trono español y la prisión de su hermano Fernando, se consideraba depositaria y defensora de los derechos de la dinastía borbónica en América y se ofrecía para trasladarse inmediatamente a Buenos Aires. Aunque parezca extraño, el ofrecimiento fue apoyado con entusiasmo por un grupo de criollos, entre los que se contaban MANUEL BELGRANO, JUAN JOSÉ CASTELLI, ANTONIO LUIS BERUTI, HIPÓLITO VIEYTES y NICOLÁS RODRÍGUEZ PEÑA, quienes dos años más tarde iban a liderar la Revolución de Mayo .
En sus Memorias, MANUEL BELGRANO explicaba así los motivos de ese apoyo: … «pasa un año, y he ahí que sin que nosotros hubiésemos trabajado para ser independientes, Dios mismo nos presenta la ocasión con los sucesos de 1808 en España y en Bayona. En efecto, avívanse entonces las ideas de libertad e independencia en América, y los americanos empiezan por primera vez a hablar con franqueza de sus derechos.
En Buenos Aires se hacía la jura de Fernando VII, y los mismos europeos aspiraban a sacudir el yugo de España por no ser napoleonistas. ¿Quién creería que don Martín Álzaga, después autor de una conjuración, fuera uno de los primeros corifeos?. Llegó en aquella sazón el desnaturalizado Goyeneche: despertó a Liniers, despertaron a los españoles y a todos los jefes de las provincias; se adormecieron; los jefes americanos, y nuevas cadenas se intentaron echarnos, y aún cuando éstas no tenían todo el rigor del antiguo despotismo, contenían y contuvieron los impulsos de muchos corazones que desprendidos de todo interés, ardían por la libertad e independencia de la América, y no querían perder una ocasión que se les venía a las manos, cuando ni una vislumbre habían visto que se las anunciase.
Entonces fue que no viendo yo un asomo de que se pensara en constituirnos y ví, a los americanos prestando una obediencia injusta a unos hombres que por ningún derecho debían mandarlos, traté de buscar los auspicios de la Infanta Carlota y de formar un partido a su favor, oponiéndome a los tiros de los déspotas que celaban con el mayor anhelo para no perder sus mandos; y lo que es más, para conservar la América dependiente de la España aunque Napoleón la dominara; pues a ellos les interesaba poco o nada, ya sea Borbón, Napoleón u otro cualquiera, si la América era colonia de la España.