ESTECO

Así se llamo una primitiva ciudad que estuvo situada en la margen izquierda del río Pasaje, ocho leguas al sur de El Quebrachal, en el departamento de Anta, en la provincia de Salta.

Cuando en 1609, ALONSO DE RIVERA  fundó la ciudad de Talavera de Madrid, los antiguos pobladores de Esteco vinieron a ella y comenzaron a llamarla la Esteco Nueva, nombre que se impuso sobre el oficial de Nueva Madrid.

Hoy, el nombre sobrevive, no sólo en un topónimo: la “Estación de Esteco” (un poblado ubicado en la comarca donde existió la ciudad antigua), sino que la leyenda popular, al cabo de los siglos, lo mantiene vigente recordándola no como una ciudad más, entre otras de las fundadas por los españoles, que por causas diversas desaparecieron en la época de la colonización.

Una ciudad condenada
«Tendrá treinta casas y en todo su distrito casi 2.000 almas y  muy pocos indios ; cáense todos muertos de repente todos macilentos ; las cofradías y casas sagradas tan sin respeto que es menester andar a palos para que «tengan» las varas del Santísimo Sacramento. Bien muestra Dios que con esta ciudad nada progresará».

Peste contínua, sapos, culebras, tigres, un monte toda la ciudad y los mayores temblores que yo he visto en las Indias (Carta del Obispo de Tucumán, fray Melchor Maldonado al rey de España (29 de diciembre de 1634), incluída en la obra «Historia del Tucumán» de Manuel Lizondo, Editada en Tucumán en 1941)

Resulta que la primitiva Esteco tuvo un rápido enriquecimiento por ser un centro de intenso comercio y se transformó en una “ciudad pecadora” que desapareció (como Sodoma y Gomorra) como castigo por la corrupción, el desorden y la lujuria de sus habitantes.

Aunque por  algunas crónicas y tradiciones, se menciona también la posibilidad que en 1692, fue destruída por un gran terremoto, según lo afirmó el famoso padre Bárzana. Aunque probablemente lo cierto sea fue destruida por los indios y sus habitantes buscaron un nuevo emplazamiento: Esteco la Nueva, a la que según Juan Alfonso Carrizo, en su «Cancionero de Salta», se refiere la leyenda,

RICARDO MOLINARI y MANUEL CASTILLA han dedicado sendas elegías a la ciudad de Esteco y la copla admonitoria, recuerda a los que perseveran en el mal: «No sigas ese camino / no seas orgulloso y terco / no te vayas a perder / como la ciudad de Esteco”.

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