ARTIGAS, JOSÉ GERVASIO DE (1764-1850)

General, héroe uruguayo de la independencia; estrechamente relacionado con los líderes argentinos durante los primeros años de la lucha por la independencia. Hombre de muchos amigos y muchos enemigos. «»el Blandengue heroico», como lo bautizara el doctor EDUARDO DE MADARIAGA.

Admirado por unos y combatido por otros en la convulsionada época que le tocó actuar, en su larga lucha contra españoles, porteños y portugueses, se mantuvo fiel a sus ideales republicanos y federales, de los que fue el caudillo máximo en la región del Río de la Plata. Defensor a ultranza de la unidad nacional rioplatense e incansable luchador contra la dominación española. Aun aquellos que no lo querían, lo respetaban y su valor les impuso respeto aun a sus enemigos.

«La libertad de América forma mi sistema y plantarlo es mi anhelo» dirá en alguna oportunidad y dedicó su vida a ello.

Nació en Montevideo, ciudad capital de la Banda Oriental el 19 de junio de 1764, en el seno de una familia prominente de reconocida posición social. Su abuelo paterno figuró entre los primeros pobladores de Montevideo.

Después de cursar sus estudios en el Colegio franciscano de San Bernardino, se dedicó a las tareas rurales en las estancias de su padre prefiriendo la vida en las estancias familiares junto a los gauchos.

Luego trabajó como proveedor de cueros y productos pecuarios que adquiría en la campaña para venderlos a los exportadores de Montevideo. A los 30 años, ARTIGAS ya era reconocido como caudillo por los gauchos entre quienes vivía y a los que se imponía por a fuerza de su personalidad y su prestigio, compartiendo con ellos sus juegos y sus “fogones” o tocando el acordeón.

En 1797 ingresó como soldado de caballería en el Regimiento de Blandengues recientemente creado por ANDONAEGUI con el objeto de liberar de bandidos a la Banda Oriental y proteger la frontera con el Brasil y comenzó a destacarse, sentando fama de valiente, sereno y dueño de una voluntad de hierro.

En 1799, era Ayudante mayor del Cuerpo y, en 1804, por pedido del gremio de hacendados al virrey SOBREMONTE se dedicaba a limpiar de bandidos el interior de la Banda Oriental. En 1805 Se retiró del ejército y se casó con su prima RAFAELA ROSALÍA VILLAGRÁN, pero poco después retornó al servicio activo y en 1806 y 1807, nuevamente como oficial del Regimiento de Blandengues, participó en la Reconquista de Buenos Aires.

Ni bien vencido el comandante inglés CARR BERESFORD, Artigas se embarcó hacia Montevideo para llevar la noticia del triunfo. Su barco naufragó y debió llegar a la costa nadando.

Más tarde puso toda su energía y experiencia en la causa revolucionaria y en 1807, participó en la infructuosa defensa de Montevideo contra las fuerzas británicas.  En febrero de 1811, cuando ELÍO declaró la guerra a la Junta de Buenos Aires, el entonces capitán Artigas desertó de la guarnición de Colonia y se puso a disposición del gobierno porteño, que le dio el grado de teniente coronel, 150 hombres y 200 pesos para iniciar el levantamiento de la Banda Oriental.

Después del “Grito de Asencio”, Artigas fue nombrado Comandante de los voluntarios orientales que se habían levantado contra ELÍO. Bajo la autoridad del gobierno de Buenos Aires entonces, encabezó en la Banda Oriental la lucha por la independencia contra los españoles, logrando su primer éxito de importancia en Las Piedras el 18 de mayo de ese año, combate que abrió el camino para el sitio de Montevideo, que impuso, junto con JOSÉ RONDEAU, incorporándose con sus efectivos a la fuerza sitiadora.

Al concertar el gobierno porteño un armisticio con los españoles el 20 de octubre de 1811, ARTIGAS manifestó su desagrado por los términos acordados en ese documento y se retiró con sus tropas. Seguido luego por las cuatro quintas partes de la población oriental, protagonizó el famoso “éxodo oriental” y se dirigió hacia la provincia de Entre Ríos.

Estableció su campamento a orillas del Ayuí, en esa provincia y a partir de entonces, durante catorce meses, mantuvo una actitud recelosa ante el gobierno de Buenos Aires y entró en conflicto con SARRATEA, enviado por el primer Triunvirato para reemplazarlo como Jefe de las fuerzas que debían expulsar a los españoles de la Banda Oriental.

A fines de 1812 se reanudaron las operaciones contra los españoles y, al ser reemplazado SARRATEA por RONDEAU, el caudillo oriental, aunque desconfiando aún del gobierno de Buenos Aires, decidió sumar sus fuerzas a las que comandaba RONDEAU y ambos, nuevamente, el 8 de diciembre de 1812, y por segunda vez, pusieron sitio a Montevideo.

Su participación en la Asamblea del año XIII. Este es un capítulo de la historia de ARTIGAS que merece una consideración especial y comenzaremos diciendo que en 1813, por sugerencias de JOSÉ RONDEAU, el Segundo Triunvirato invitó a ARTIGAS a enviar representantes a la Asamblea del Año XIII.

La Banda Oriental eligió a sus Representantes en un “Congreso del Pueblo” llevado a cabo en la localidad de “Tres Cruces” y por inspiración de Artigas, se les dio precisas instrucciones de claro sentido federalista, con explícitas instrucciones escritas y sugerencias a favor del establecimiento de un sistema de gobierno republicano-federal, esencia de una inconmovible oposición a la política centralista de Buenos Aires.

Cuando los Diplomas de los Diputados Orientales fueron rechazados, aduciendo pretextos formales, pero que en realidad era porque se consideraba que estas instrucciones se oponían a los designios de Buenos Aires, RONDEAU trató de convocar otro Congreso para elegir nuevos Diputados en reemplazo de los rechazados, pero ARTIGAS no lo aceptó. Rompió abiertamente con RONDEAU y con el gobierno de Buenos Aires y abandonó el sitio de Montevideo aumentando así sus divergencias con el gobierno porteño.

Pero la influencia de su ideario, se había extendido a las provincias argentinas del Litoral y eso lo alentó a formar, en 1814, una Federación con las provincias argentinas del litoral, incluyendo Entre Ríos, Corrientes, Córdoba, Santa Fe, Misiones y la Banda Oriental. Nació así la “Liga de los Pueblos Libres” o Liga Federal, que con él como Protector, se convirtió en una verdadera amenaza para el gobierno centralista de Buenos Aires por su alianza con los caudillos.

El Director Supremo, GERVASIO ANTONIO DE POSADAS, recientemente nombrado para ocupar ese cargo en reemplazo del Segundo Triunvirato, como responsable del gobierno porteño, lo declaró “traidor a la patria” y puso precio de $ 8.000 a su cabeza.

“No hay circunstancia capaz de reducirme a variar de opinión. Esclavo de mi grandeza, sabré llevarla a cabo, dominado siempre de mi justicia y de mi razón. Un lance funesto podrá arrancarme la vida, paro no enviIecerme. El honor ha formado siempre mi carácter; él reglará mis pasos”.

Así contestó Artigas a Manuel de SARRATEA cuando el representante del gobierno porteño, en febrero de 1813, lo declaró “traidor a la patria” Porque el “caudillo de los orientales” no se sometía a las pretensiones centralistas de Buenos Aires.

1814 lo encuentra a ARTIGAS al frente de la Liga de los Pueblos Libres, formada por las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Córdoba y la Banda Oriental.

Como Protector de la Liga, el caudillo oriental luchó junto con los jefes litoraleños contra el centralismo del Directorio. Un cambio en el gobierno de Buenos Aires significó la rehabilitación de ARTIGAS, a quien se le entregó el dominio de Montevideo, que había sido ocupado por las fuerzas porteñas en 1815.

Ese mismo año, en el Congreso de Oriente, reunido en Concepción del Uruguay, las provincias de la “Liga”, además de Misiones, resolvieron no concurrir al Congreso de Tucumán convocado por el Directorio y las hostilidades con Buenos Aires, no tardaron en reanudarse.

En 1816, ARTIGAS defiende nuevamente su territorio contra una nueva invasión de los portugueses y durante un largo y sangriento año, rechazando dinero y honores que se le ofrecían para que cejara en su empeño, siguió combatiendo y los mantuvo a raya, llegando a derrotar a una División portuguesa en su propio territorio ( ).

Pero en 1817, los portugueses, muy superiores en número y materiales, en 1817 toman Montevideo y en 1820, lo derrotan totalmente en Tacuarembó.

Mientras tanto, las luchas entre el Directorio y los caudillos del Litoral, continuaba hasta que el   1º de febrero de 1820, el gobernador de Entre Ríos, FRANCISCO RAMÍREZ, con ayuda de fuerzas artiguistas, obtuvo sobre las fuerzas nacionales comandadas por JOSÉ RONDEAU, la decisiva victoria de Cepeda y firman, el 23 de febrero de ese año, un tratado de paz (el Tratado del Pilar) que suscriben ESTANISLAO LÓPEZ, Gobernador de Santa Fe, FRANCISCO RAMÍREZ, Gobernador de Entre Ríos y MIGUEL DE SARRATEA, por el Directorio Supremo de Buenos Aires.

Este Pacto, que contradecía las miras de ARTIGAS, el cual exigía se declarase la guerra a los portugueses, significó el rompimiento entre ARTIGAS y sus antiguos aliados y fue la chispa que encendió una corta y sangrienta lucha entre estos tres caudillos.

ARTIGAS se une entonces con Corrientes y Misiones en el pacto de Ávalos, firmado el 24 de abril de 1820 y entra en Entre Ríos dispuesto a someter a RAMÍREZ, pero resulta derrotado. Luego, el prócer uruguayo fue vencido en una serie de pequeños encuentros (Arroyo Las Tunas, Sauce de Luna) que culminaron en el Combate de Ábalos, librado el 24 de julio de 1820, en la provincia de Corrientes.

Artigas en el exilio. Finalmente después de diez años de acción militar y política ininterrumpida defraudado por los acontecimientos que impusieron su rompimiento con RAMÍREZ, caudillo de Entre Ríos, junto con la invasión brasileña al Uruguay, se vio forzado a dirigirse a Paraguay en busca de apoyo, pero fue detenido por el régimen de GASPAR RODRÍGUEZ DE FRANCIA..

En 1845 se trasladó a una chacra cercana a Asunción. Allí vivió humildemente, en una .situación ambigua entre prisionero y refugiado político, pero con la consideración y las atenciones del dictador Francia, primero, y de CARLOS ANTONIO LÓPEZ, después, así como también de los indios y los pobres que lo rodean, quienes lo llaman en guaraní “Coraí Marangatú” (Padre de los pobres o, mejor quizás “Bondadoso señor) y donde recibió la visita de mucha gente que respetaba su inquebrantable coraje, pues no aceptó nunca regresar al Uruguay.

Cumplidos ya los 60 años y acompañado por su fiel asistente ANSINA, volvió a ocuparse de las tareas rurales, viviendo en una casi extrema pobreza (La pequeña pensión que tenía asignada, la repartía entre los pobres del lugar), hasta que, después de tres décadas de exilio paraguayo, ARTIGAS murió, a los 86 años, el 23 de setiembre de 1850.

Sus restos fueron repatriados al Uruguay en 1855 y durante la ceremonia en la que se los recibió, el gobierno lo declaró oficialmente “Fundador de la nacionalidad oriental”, título con el que se lo distingue en la historia. Muchos juicios contradictorios se han formulado sobre el caudillo oriental pero en su larga lucha contra españoles, porteños y portugueses, siempre  se mantuvo fiel a sus ideales republicanos y federales, de los que fue el caudillo máximo en la región del Río de la Plata.

Quizás la mejor explicación de sus conductas la dio él mismo, al general JOSÉ MARIA PAZ, cierta vez que éste lo visitó en el Paraguay. Las palabras de ARTIGAS, recogidas por PAZ en sus “Memorias”, dicen así:

“Yo no hice otra cosa que responder con la guerra a los manejos tenebrosos del Directorio y a la guerra que él me hacía por considerarme enemigo del centralismo, el cual sólo distaba un paso del realismo. Tomando por modelo a los Estados Unidos yo quería la autonomía de las Provincias dándole a cada Estado un gobierno propio, su Constitución, su bandera y el derecho de elegir a sus representantes, sus jueces y gobernadores entre los ciudadanos naturales de cada Estado Esto es lo que yo h1abía pretendido para mi Provincia y para las que me habían proclamado su Protector.

Hacerlo así habría sido darle a cada uno lo suyo. Pero los Pueyrredones y sus acólitos querían hacer de Buenos Aires una nueva Roma imperial,   mandando sus procónsules a gobernar a las provincias militarmente y despojarlas de toda representación política, como lo hicieron rechazando los diputados al Congreso que los pueblos de la Banda Oriental habían nombrado y poniendo precio a mi cabeza”

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