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EL SAN ROQUE PORTEÑO
Fue un mito perdido del viejo Buenos Aires. Era un personaje que podría ser catalogado como un “loco lindo”, de los tantos que daban al Buenos Aires de antaño, un toque de feria universal, de lo divertido y lo curioso.
Otro de esos desopilantes vividores, excéntricos y pintorescos seres que fueron desapareciendo corridos por otras urgencias, costumbres y exigencias que transformaron a las “aldeas” de antaño, en las grandes urbes del mundo.
Se decía que su verdadero apellido era Gralera; que “era un rico comerciante, al que un revés de la fortuna volvió loco” y que creyendo ser el santo, comenzó a deambular por las calles de Buenos Aires ocupándose de los animales que encontraba a su paso.
Se declaró “protector de los perros” y cuando veía uno herido, enfermo, o abandonado, “San Roque” lo curaba, lo atendía y lo llevaba a formar parte de un verdadero rebaño de canes que lo seguían por las zonas más céntricas de la ciudad de buenos Aires.