COMBATE NAVAL DE MBORORÉ (11/03/1641)

En los primeros días de marzo de 1641 tuvo lugar el combate naval de Mbororé, librado por los jesuitas apoyados por los “guaraníes” contra los “bandeirantes” portugueses que avanzaron hasta las reducciones de San Javier, cerca del río Mbororé.

Casi desde los primeros años de la conquista, los portugueses organizaron bandas armadas que salían en “bandeira” a la caza de indígenas para obligarlos a trabajar como esclavos en las plantaciones del Brasil.

No había fronteras que detuvieran su paso arrasador y a sangre y fuego se internaban en territorios españoles.  A pesar de las repetidas quejas de la corona española ante Portugal, los bandeirantes se apoyaban en una extraña interpretación de las leyes para hacer “legal” lo que no era más que una cacería humana. Se justificaban en una cédula de 1570, emitida por DON SEBASTIÁN, rey de Portugal, que autorizaba a tomar como esclavos a los indígenas cautivos de guerra, hecha bajo licencia real.

No les preocupaba que cientos de indígenas murieran en las plantaciones. Cada día salían a buscar más mano de obra barata e indefensa. Los indios que vivían en estado salvaje combatían hasta la muerte, pero los que vivían en las misiones jesuíticas eran presa fácil y codiciada porque además conocían oficios y sabían trabajar la tierra. Pero esta vez, marzo de 1641, iban a llevarse una sorpresa.

El rey de España, alertado sobre el avance portugués, permitió que se entregaran armas a los guaraníes y así los “jesuitas” en esta ocasión, pudieron armar una respetable fuerza para oponerse al avance de los “bandeirantes” que habiendo remontado el río Uruguay, con 300 canoas, 450 hombres blancos y el apoyo de 2.500 indios invadieron Santa Fe, con la intención de hacer el mayor número posible de cautivos para trabajar en sus tierras.

Los jesuitas organizaron la defensa y para ello armaron una escuadrilla que se componía de 70 canoas, 800 marineros guaraníes al mando del Capitán General de la reducción, el jesuita santafecino Cristóbal ALTAMIRANO y el apoyo de 3.400 indios, fortificados en tierra conducidos por el “general” Abiaru, un guaraní famoso por su coraje.

Cuando los bandeirantes comenzaron a descender de las canoas, los indios se les echaron encima y comenzó la lucha que se prolongó hasta el final del día. Los bandeirantes pidieron una tregua que no fue concedida y el combate siguió bajo una tormenta infernal.  Recién tres días después del desembarco los bandeirantes fueron completamente vencidos y por un tiempo las reducciones vivieron en paz.

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