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PALO BORRACHO
Así se lo llama a un árbol conocido en todo el mundo como “yuchán” y que es propio de las regiones cálidas y secas, por lo que en la Argentina, se encuentra principalmente en las provincias de Santiago del Estero, Tucumán y Salta, aunque también los hay en la misma ciudad de Buenos Aires, por su fácil aclimatación a cualquier medio.
El tronco le sirve como depósito de agua en previsión de escasez de la misma. No es cilíndrico, sino casi ovalado e hinchado en el medio, a veces monstruosamente, lo que le otorga un aspecto grotesco, que justifica su nombre.
En época otoñal se cubre de bellísimas flores grandes y de color azul, rosa, blanco, amarillo pálido o crema, colores únicos para cada ejemplar.
Su fruto, una especie de cápsula alargada, parecida a un pepino, contiene en su interior, protegiendo las semillas, un pelillo corto y sedificado (en el comercio lo llaman “paina”), que se usa para rellenar colchonetas y almohadones, pero que no tiene uso textil porque es demasiado corto y frágil. Igual que el ombú, el “palo borracho” no sirve como leña, debido a lo inconsistente de su estructura celular, pero los aborígenes lo utilizaban, como lo hacían con el timbó y el ombú, para hacer sus canoas (que llamaban «piragüa»), partiéndolos longitudinalmente y ahuecándolos (ver Vocabulario criollo abreviado).