HACERSE EL CHIQUITO

Se decía «hacerse el chiquito» a la argucia que alguien empleaba para pasar disimulado en alguna situación comprometida, para irrumpir luego, cuando lo consideraba oportuno a sus intereses.

Las duras condiciones de vida que le imponía la naturaleza y las tareas que debía desarrollar el gaucho, lo ponían frente a dos caminos, uno de los cuales debía tomar si quería sobrevivir: el que lo instalaba como hombre guapo, fuerte y sin miedos entre sus semejantes y el que le aconsejaba tratar de pasar desapercibido, eludiendo trabajos riesgosos y enfrentamientos personales.

A este último camino se lo conocía como “hacerse el chiquito”. Un modismo que no debe ser confundido con cobardía: más bien puede relacionarse con la típica “viveza criolla”, porque quien se hacía el chiquito, quizás adoptaba esa actitud momentáneamente, para mostrarse de inmediato y sorpresivamente, en la plenitud de sus aptitudes para enfrentar y superar a aquellos hombres o circunstancias, ante los cuales se había achicado (ver Voces, usos y costumbres del campo argentino).

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