UN TEORICO SINIESTRO DE LA REVOLUCION (15/10/1930)

Así le llamó el diario «Crítica», en un editorial, a CARLOS IBARGUREN, al comentar la conferencia que éste, en su carácter de interventor en Córdoba, pronunció el 15 de octubre de 1930,  en el teatro Rivera Indarte de dicha ciudad, acerca del significado y las proyecciones de la revolución de setiembre de ese mismo año.

En tal circunstancia, Ibarguren había dicho, textualmente: “Uno de los vivos anhelos que animan el contenido de la revolución es el de que en el Estado actúen los representantes genuinos de los verdaderos intereses sociales, en todas sus capas, evitando que el profesionalismo electoral, que no significa ningún valor, acapare el gobierno y se interponga entre éste y las fuerzas vivas y trabajadoras del país».

Tal pensamiento del general Uriburu, que expresa uno de los ideales de la revolución, ha sido torcidamente interpretado por algunos, dándole —quién sabe con qué designios— significados y tendencias antidemocráticas, a fin de convertir al Congreso en parlamento fascista o asamblea compuesta solamente por delegados gremiales y corporativos».

«Los que así entienden equivocadamente las reformas, son los que pretenden que la revolución no debe tener más sentido, ni lo ha tenido, que derrocar al señor Yrigoyen, destruir al radicalismo personalista para que los despojos del gobierno y del país sean inmediatamente repartidos entre ellos».

«En el Parlamento puede estar representada la opinión popular y acordarse también representación a los gremios y corporaciones que estén sólidamente estructurados».

«La sociedad ha evolucionado profundamente del individualismo democrático que se inspira en el sufragio universal, a la estructuración colectiva, que responde a intereses generales más complejos y organizados en forma coherente, dentro de los cuadros sociales».

«Estas trascendentales ideas de las grandes reformas que la revolución anhela, son entregadas al examen de la opinión pública, no para imponerlas por la fuerza sino para discutirlas a la luz de la razón» (ver La revolución de 1830).

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