SARMIENTO Y LA JUSTIFICACIÓN DE MITRE REVOLUCIONARIO (11/10/1874)

SARMIENTO objeta los dichos de BARTOLOMÉ MITRE, justificando su alzamiento contra las autoridades nacionales el 23 de setiembre de 1874 (ver Mitre se declara revolucionario).

Al dejar la presidencia de la Nación, DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO, se refiere a la Proclama del general MITRE, en la que explica las razones de su levantamiento contra la autoridad nacional y en un extenso manifiesto contestando los cargo contenidos en el documento mitrista dice:

«Conciudadanos: entrego en nombre de la moralidad humana, de la amistad traicionada, a la execración de todos los presentes, que éstas mis últimas palabras oyeren, por ahora y por siempre, los nombres de IGNACIO RIVAS, MIGUEL ARREDONDO Y ERASMO OBLIGADO, a quien hice teniente coronel de marina y confié el mando de una cañonera.

«Quien sospechado de la traición que meditaba, se introdujo en la casa privada del Presidente, con recomendación de un respetable amigo que respondía de su honorabilidad, y convencido de que el Presidente no participaba de esas desconfianzas públicas, le dio las gracias, le estrechó la mano, protestando por su honor, fidelidad al gobierno de su patria, partiendo en seguida a desempeñar la honrosa misión que se le confiaba».

Poco más adelante el documento de Sarmiento decía: «Pero hay un Dios que vela por los pueblos y castiga la traición: una cañonera varó y el crimen quedó burlado.

Resultado de imagen para sarmiento domingo faustino

El traidor supo de boca del Presidente confiado, la situación de las cosas y la conjuración tan mañosamente urdida se precipitó perdiéndose la mitad del plan».

«Conciudadanos, me detengo, añadía Sarmiento, «por honor de mi pais en la relación de tan feos actos. Un general asesinado, una cañonera robada.  He aquí los logros de la grande conspiración».

«Detrás de estos hechos, están fortunas quebrantadas, especuladores arruinados e insaciables y otras miserias humanas, que son la consecuencia de nuestros progresos mismos y de las pasiones que la prosperidad desenvuelve «.

Sarmiento se refiere luego a los pretextos o los reales motivos invocados por los sublevados. «¿El fraude en las elecciones?. Consta de la elección practicada en 1852 y dirigida en la ciudad de Buenos Aires por el coronel BARTOLOMÉ MITRE, que organizó los trabajos electorales, que la ciudad opuso, bajo su dirección, nueve mil votos a dos mil quinientos que favorecían la política del Director Urquiza».

«Consta en el Diario de Sesiones de Buenos Aires que los hombres que formaron el núcleo de la conspiración, en nombre del sufragio popular, detuvieron fraudulentamente el curso de la ley de elecciones, que desde 1865 se proponía corregir los abusos electorales, declarándolos públicamente, dichos señores, útiles y necesarios».

«Consta de la administración del general Mitre, que nunca propuso, ni sus partidarios apoyaron ningún proyecto de Ley que tendiese a evitar, corregir y castigar los fraudes ni la violencia en las elecciones».

«Consta, igualmente, que durante esa administración, fueron destituidos empleados superiores por no participar de la opinión del gobierno en una elección popular».

«¿Por qué se quejan, entonces, de los frutos de su propia obra?. Las fuerzas arrebatadas al gobierno, decía, lo han sido por el asesino de IVANOWSKY o por la traición de un Jefe ?. ARREDONDO ha huido del frente de las fuerzas y hallado más hábil y digno de sus talentos militares, asaltar la ciudad indefensa de Córdoba».

«RIVAS anda en los pueblos fronterizos preguntando ansioso qué hay por Buenos Aires, qué fuerzas reúne el gobierno, quiénes traicionaron a los traidores!»

Y reiteraba Sarmiento una opinión que ya había formulado para los jordanistas: «RIVAS, OBLIGADO y ARREDONDO no pueden mandaros, porque no tienen comisión de gobierno alguno, ni aun de un gobierno revolucionario, que no existe: organizado como lo requieren las leyes de la guerra y en el derecho de gentes, en tierra o en mar».

«Sólo han sido capaces de tomar la posición de jefes de bandas, de merodeadores que están a merced de quien los aprehenda» (ver Sarmiento, Domingo Faustino).

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *