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LA REVOLUCIÓN DE CARLOS TEJEDOR (02/06/1880)
El 2 de junio de 1880, CARLOS TEJEDOR, el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, se alzó en armas contra el gobierno del presidente NICOLÁS AVELLANEDA.
Antecedentes
En cumplimiento de normas dictadas por el gobierno nacional, referidas a la tenencia de armas por parte de la población civil, el 15 de febrero de 1880, tropas de la Guardia Nacional, ocuparon en la madrugada de este día, el Polígono de Tiro, donde se instruía a los ciudadanos en el manejo de las armas.
El gobernador de Buenos Aires, CARLOS TEJEDOR, en vista de este hecho, que consideraba lesionaba la soberanía provincial, resolvió que continuasen en los ejercicios en las calles de la ciudad.
Por su parte, las tropas de línea avanzaron y se apostaron frente al la Casa de Gobierno, lo que dio motivo para que los ciudadanos, presumiendo el estallido de un movimiento revolucionario, se acuartelaran y tomaran posiciones.
Hacía ya algún tiempo que tanto el gobierno nacional como el de la provincia de Buenos Aires marchaban en desacuerdo respecto a diversos asuntos y uno de ellos, era sus diferentes interpretaciones de la Constitución, referida al armamento del pueblo, que pretendía, como un derecho propio, resistir a toda medida de la autoridad de la Nación que la juzgase fuera de la ley.
El gobernador de Buenos Aires doctor CARLOS TEJEDOR apoyaba estas ideas, desconociendo los decretos del ejecutivo nacional que ordenaban el desarme de la población civil y cuando el conflicto parecía más inminente, varias comisiones pasaron a conferenciar con ambos gobernantes y después de mutuas explicaciones, tanto las fuerzas de línea como las de ciudadanos abandonaron su actitud hostil y se retiraron, salvándose así, en aquel momento, que se ensangrentase la ciudad con un nuevo combate entre hermanos.
No obstante parecer que la controversia había sido sanjada, se presume que el 7 de abril de ese año, doctor TEJEDOR firmó una Tratado de amistad y defensa con el gobierno de Corrientes, entre cuyas cláusulas seguramente se incluía el compromiso de colaborar con el envío de tropas, en caso de ser necesario, en defensa de los intereses de ambas provincias.
Estando así las cosas, se acercaba el fin de la presidencia de NICOLÁS AVELLANEDA y para sucederlo, surgieron, las candidaturas del general JULIO ARGENTINO ROCA y del gobernador de Buenos Aires CARLOS TEJEDOR, paladín de su autonomía
Meeting por la paz. Ante la inminencia de las próximas elecciones presidenciales, que se anticipaban turbulentas por el antagonismo de sus protagonistas, el 9 de mayo de 1880, con el propósito de influir en favor de la paz, para que no se alterase el orden de la República y para que las elecciones se realizasen en orden y armonía ciudadana, se realizó en la ciudad de Buenos Aires un gran meeting y se calcula que concurrieron al acto, más de 30.000 personas. La lucha electoral nuevamente caldeó los ánimos y Tejedor organizó milicias porteñas, llamadas rifleros se formaron batallones de estos rifleros o tiradores, uno por cada parroquia, al mando de jefes de línea. Estos batallones desfilaron por las calles de Buenos Aires, so pretexto de ejercicios de tiro.
Reunión del general JULIO ARGENTINO ROCA y el doctor CARLOS TEJEDOR. A bordo de la cañonera Pilcomayo, surta entonces en aguas del río Luján, el 25 de mayo de 1880, se celebró a la célebre entrevista entre el general ROCA, Ministro de Guerra del gabinete del Presidente NICOLÁS AVELLANEDA, y su enconado enemigo, el doctor TEJEDOR, Gobernador de la provincia de Buenos Aires.
El general Roca, tratando de limar asperezas y evitar una contienda armada entre los argentinos, fue quien preparó este encuentro con la esperanza de que de allí salieran soluciones favorables. No resultó así y poco después estalló la guerra civil entre las fuerzas del Gobierno Nacional y los seguidores de CARLOS TEJEDOR, decididos a impedir la federalización de la ciudad de Buenos Aires, en los términos contenidos en el proyecto que a tales efectos presentara el Presidente AVELLANEDA.
El 29 de mayo, el Presidente de la Nación, doctor NICOLÁS AVELLANEDA, dispone la intervención de la provincia de Buenos Aires a raíz de la beligerancia de su gobernador CARLOS TEJEDOR, de quien se presumía estaba organizando una fuerza revolucionaria.
Llegado el 1º de junio, ingresa por el Riachuelo, un barco con 5.000 fusiles Schneider y 500.000 cartuchos comprados por el gobernador de Buenos Aires y el 2 de ese mes, el Gobernador de Buenos Aires, decidido a impedir que el general ROCA asuma como Presidente de la Nación, estableciendo una continuidad con la presidencia de AVELLANEDA, que él considera nefasta para los intereses de Buenos Aires, se declara en abierta oposición al proyecto del Presidente AVELLANEDA para federalizar a la ciudad de Buenos Aires y moviliza sus tropas.
Ese mismo día, 2 de junio, en un alarde fuerza y como una clara provocación, desfilaron por las calles de Buenos Aires, 30.000 hombres con armas, pertenecientes a los efectivos reclutados y armados por el gobernador de Buenos Aires y éste muestra así que se dispone a combatir contra el gobierno nacional.
En respuesta a esta actitud, el Presidente AVELLANEDA, dispone la intervención de la provincia de Buenos Aires, y declara en rebeldía al Gobernador, «instando a sus habitantes a que le negasen obediencia».
Pocas horas después, siendo ya el 4 de junio, ante la violencia que se avecinaba y el temor de verse rebalsado por los disturbios, dados los aprestos y exposición de fuerzas que hacía TEJEDOR, el Presidente AVELLANEDA abandona la ciudad de Buenos Aires y se dirige al pueblo de Belgrano (en aquella época no formaba parte de la Capital) donde instala la sede de su gobierno. Avellaneda en Belgrano.
AVELLANEDA en Belgrano Avellaneda fijó la residencia del poder público en Belgrano, a principios de junio, en 1880, si bien el de hospedó en el cuartel 1º de la caballería, de Chacarita de los Colegiales.
El presidente -recuerda Felipe Yofre- «ocupaba una pieza grande, con piso de ladrillo, y tenía una humilde cama de hierro. Había llevado consigo de su famosa biblioteca «El arte de hablar», de Hermosilla».
Desde la Chacarita el presidente iba a caballo hasta Belgrano, para entrevistarse con los legisladores adictos o para su familia. «Vestía de pantalón azul oscuro» – informa Yofre -, con anchas franjas de seda acordonadas del mismo color, una gorra azul oscura con visera charoladas, saco azul oscuro con jinetas en los dos hombros y calzaba bota corta debajo del pantalón.» Los congresistas llegaron a Belgrano por diversos medios: carruajes, botes, lanchas y, algunos en el Villarino, como Dardo Rocha».
En 1880 Belgrano era una aldea, con calles sin empedrado borrosas o polvorientas, según el tiempo. Reinaba en ella una profunda calma. Algunas casas de pensión, como la señora Josefa Calvo, acogieron a los legisladores que pudieron escapar de Buenos Aires.
En la pensión mencionada, frente a la plaza, vivieron los diputados por Santa Fe, con el doctor Pedro Lucas Funes a la cabeza, y los de Mendoza, presididos por el doctor Juan R. Serú.
No había ningún hotel y sólo existía el Bar Watson, ubicado en el solar que actualmente ocupa el museo Larreta. En aquel invierno lluvioso del 80, los congresistas tenían podas diversiones: los naipes o las tertulias en casa de Rafael Hérnandez.
La Chacarita de los Colegiales, como se llama por entonces ese actual barrio porteño, había sido antiguamente una propiedad de los jesuitas, confiscada en tiempos de Carlos III y puesta bajo la administración de la junta de Temporalidades. Según la tradición, los padres de la compañía de jesús llevaban a ese lugar de vacaciones a los alumnos de sus colegios de Buenos Aires, de donde vino a llamarse Chacarita de los Colegiales.
En la noche del 21 de junio el general JOSÉ M. ARREDONDO planeó un golpe de mano a Belgrano, por el bajo de Palermo, para tomar presos a los congresistas. Pidió para ellos a TEJEDOR un batallón y Belgrano vivió momentos de tensa expectación. El coronel LEOPOLDO NELSON, de las fuerzas legales, emplazó una batería en Palermo; pero no fue menester utilizarla porque los tejedoristas consideraron un golpe inútil y tardío el planeado por Arredondo.
Carlos Tejedor, asume de facto el Gobierno de la Nación. Habiendo sido abandonada la Capital por el Presidente de la Nación, el 9 de junio, el doctor TEJEDOR, se instala en la Casa de Gobierno y asume como Presidente «de facto» de la República y dispone nuevos aprestos militares.
El gobernador de Corrientes, que estaba de acuerdo con este movimiento, nombró al general BARTOLOMÉ MITRE como su representante ante TEJEDOR, para que firmaran un Pacto de alianza ofensiva y defensiva, para el caso de que el Gobierno Nacional decidiera seguir adelante, tal como estaba proyectada, con la federalización de la ciudad de Buenos Aires, decisión cuyo rechazo compartían ambos gobernantes.
Con arreglo a este pacto y con la clara intención de «nacionalizar» este movimiento, para solventar los gastos que le demandaría esta participación en la revuelta, se hizo un envío de dinero y armas al gobierno de Corrientes.
Estado de sitio en las provincias insurrectas.. Estallado el movimiento armado contra el Gobierno Nacional, encabezado por los gobernadores de Buenos Aires y Corrientes y que amenazaba la tranquilidad pública, el 10 de junio, el Presidente AVELLANEDA, en acuerdo de ministros, dictó un Decreto imponiendo el Estado de Sitio en las provincias de Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe, medida que fue aprobada definitivamente por el Congreso Nacional el 17 del mismo mes.
El Presidente AVELLANEDA, había logrado reunir hasta ese momento unos 6.000 hombres de tropa de línea que llegaron en ferrocarril e incorporó a sus fuerzas cañones Krupp y ametralladoras Gatling, mientras que los «rifleros» de TEJEDOR levantaron barricadas en las calles de Buenos Aires e incorporaba a sus fuerzas a los batallones «Voluntarios de San Telmo», «Tiradores de Barracas», «Defensores de Buenos Aires» y varios de «Bersaglieris» con sus plumas en el sombrero, y cuya inclusión decía de la entusiasta intervención de los italianos en nuestros asuntos domésticos.
Combate de Olivera. Finalmente, el 17 de junio de 1880, se inician las hostilidades, librándose la batalla de Olivera. En Puente Olivera, provincia de Buenos Aires, el coronel EDUARDO RACEDO al mando de las fuerzas del Gobierno Nacional, aniquiló a las comandadas por el coronel JOSÉ INOCENCIO ARIAS, compuestas por doce mil hombres de Infantería y Caballería, que defendía la posición del Gobernador TEJEDOR
Combate de Puente Barracas. El 20 de junio, las fuerzas rebeldes nuevamente vuelven a encontrarse con las leales al gobierno, esta vez comandadas por el coronel JULIO CAMPOS y el general NICOLÁS LEVALLE respectivamente en el Puente Barracas, donde se libra un sangriento combate en el que los rebeldes logran vencer a las fuerzas de LEVALLE, imponiéndoles la huída. El gobierno logra finalmente reunir una fuerza compuesta por casi 40.000 hombres bien armados y equipados y ordenó un ataque final contra los revolucionarios.
Combate de Puente Alsina. El 21 de junio, ambos contendientes se encuentran en el «Puente Alsina» y libran allí un feroz combate que dejó un saldo de 3.000 muertos entre ambos bandos.
Considerado por el historiador ADOLFO SALDÍAS como «el lóbrego día de la resistencia», en el Puente Alsina se libró este sangriento hecho de armas entre las fuerzas rebeldes comandadas por el coronel INOCENCIO ARIAS, que respondían al gobernador de Buenos Aires, doctor TEJEDOR, y las del Gobierno Nacional al mando del coronel EDUARDO RACEDO. Los rebeldes fueron destrozados completamente, muriendo al frente de sus hombres el coronel MANUEL VÁZQUEZ, jefe de la brigada Santa Fe.
Combate de Los Corrales. Al día siguiente, 22 de junio, en «Los Corrales», combaten las fuerzas leales al mando del Ministro de Guerra doctor CARLOS PELLEGRINI y las que bajo el comando del coronel HILARIO LAGOS, pertenecían al rebelado Gobernador de Buenos Aires doctor CARLOS TEJEDOR, quien luego de un tenaz encuentro, logró doblegar a su oponente.
Mediación del Cuerpo Diplomático. El 23 de junio, viendo que la violencia, no parecía ceder, algunos miembros del Cuerpo Diplomático acreditados ante nuestro país, decidieron intervenir y trataron de arribar a un armisticio entre las fuerzas en pugna.
Estaban en esas gestiones, cuando en la mañana del 24 de junio, la escuadra nacional, que se mantenía leal al gobierno, sometió a un intenso bombardeo a la ciudad de Buenos Aires, que se hallaba en poder de los rebeldes.
Desde los buques «El Plata», «Los Andes» y el «Villarino» se arrojaron durante más de una hora, metralla, que alcanzó los edificios ubicados en la zona de las calles Paraguay y Córdoba, donde se habían atrincherado los «rifleros» y en la Plaza del Retiro donde se produjeron numerosas bajas.
Fin de la revolución. El 30 de junio, ante la defección de la provincia de Corrientes, que no concurrió con sus efectivos, como se había comprometido a hacerlo mediante el Tratado firmado con TEJEDOR el 7 de abril y la certeza de su inminente derrota, TEJEDOR decide deponer su actitud y acepta entrar en conversaciones para definir su capitulación, marcando así el fin de la revolución que encabezara.
Nombró al general BARTOLOMÉ MITRE como su representante para que acuerde las condiciones para suspender su movimiento revolucionario y en un gesto de unidad y de paz, renunció a la gobernación de la provincia y retiró su candidatura a la presidencia de la Nación.
Más de 5.000 vidas útiles perdidas, numerosas propiedades destruídas, cuantiosas sumas quemadas en combates y el descalabro del sistema republicano, fue el costo de este inútil enfrentamiento, que sería uno más en la larga cadena de despropósitos que identificó la sangrienta historia protagonizada por hombres que no fueron capaces de encausar sus diferencias, sin recurrir a la violencia (ver Revoluciones, motines y sublevaciones en Argentina).
ES UNA DESCRIPCIÓN EXCELENTE DE LOS HECHOS ACAECIDOS.
ronaldo o messi messi
En los siguientes cuarenta años de su fundación, Buenos Aires consolidará su posición de centro “cosmopolita, comercial y guerrero”. Pero lo hará de espaldas a su núcleo de tradición original.
De espaldas al “Gran Tucumán” y de frente al Océano Atlántico, mirando a la Europa convulsionada.
Buenos Aires se negará a reconocer en los hechos y sistemáticamente, los doscientos cincuenta años de vida cultural preexistentes a Mayo. Rescató su escudo fundador hace muy poco tiempo.
Izó su símbolo, casi desconocido, en la Plaza de la República. Pero como todo aquello que no se concientiza, se ignora en su simbología.
Desde la última reforma constitucional, esta situación se agravó. Buenos Aires ha dejado de ser la Ciudad de la Nación toda o la Capital Federal de los argentinos, para ser Ciudad Autónoma.
Ha vuelto a pertenecer a quienes la habitan, de espaldas a la Nación –al “interior”- y su reciente “código de convivencia” es una demostración de “contracultura”, como lo es la Secretaría de Cultura de su Jefatura de Gobierno. Por ello siempre decimos que esta es la ciudad más
civilizada del país y la más inculta.
Señor Almand: Le agradecemos su comentario. Es un excelente diagnóstico de una realidad que debería abrumarnos por el mal que le causó en el pasado y que le está causando todavía hoy a nuestra querida Patria.
Perdón por el error. Quise decir Armand