LA GAZETA DE BUENOS AIRES LAMENTA EL DESTINO DE ALGUNOS PERSONAJES (1816)

«Inútil derroche de hombres útiles», dice «La Gazeta de Buenos Aires», en su edición del 28 de julio de 1816.

«Por definición, todos los proyectos revolucionarios son ásperos. Para afuera y para adentro, es decir, respecto de sus opositores y de sus propios partidarios».

«En 1789, la Revolución Fran­cesa llevó a la guillotina más revolucionarios que realistas y el mismo movimiento de Mayo de 1810, no ha escapado a esa trágica ley, aunque la intensidad de las represiones no llegó, sino por excepción, a extremos cruentos».

«Sin embargo, el tratamiento que se le aplicó a muchos de los personajes de la conducción revolucionaria, constituyó un irreparable derroche, un dilapidación de capitales humanos irrecuperables».

«Puede afirmarse que casi ninguno de los hombres públicos que actuaron durante el siglo XIX, desde 1810 en adelante, se ha salvado de enjuiciamientos o sanciones».

«Desde SAAVEDRA, que fue confinado en San Juan, hasta BELGRANO, sometido a juicio después de su expedición al Paraguay, pa­sando por el malogrado Castelli, todos han soportado esas ordalías».

«Bien puede decirse que las revoluciones devoran a sus hijos. Recordemos que de los hombres que rodearon a Alvear han sido condenados a diversas penas el ex director POSADAS, VALENTÍN GÓMEZ, AGUSTÍN DONADO, HIPÓLITO VIEYTES, BERNARDO MONTEAGUDO, los hermanos NICOLÁS Y SATURNINO RODRÍGUEZ PEÑA, ÁLVAREZ JONTE, PEDRO AGRELO».

«Y cuántos más podemos agregar a esta lista, sin olvidarnos de MARIANO MORENO, MANUEL DORREGO, MANUEL MORENO, JUAN LARREA, VICENTE LÓPEZ Y PLANES y otros que fueron mandados a prisión, al exilio  o a la muerte. Qué precio pagó la Patria, sacrificando así a sus propio sostenedores?».

«No se está haciendo aquí la defensa de nadie. Se sabe que muchos dirigentes patriotas cometieron errores graves y es indiscutible que un régimen republicano debe controlar a sus gobernantes en todo momento, durante y después de su gestión».

«Pero lo que resulta criticable es la saña que cada bando vencedor aplica al vencido cada vez que un cambio de gobierno eclipsa la fortuna de éstos».

«Las Provincias Unidas carecen de un conjunto numeroso de dirigentes que se hagan cargo de las delicadas funciones de gobierno. Sin duda, con el tiempo los habrá, pero ahora estamos improvisándolo todo porque de todo carecemos. Parece suicida, pues, que nuestros magros elencos queden diézmanos con cada variación del régimen político de turno» (ver Finales amargos para mujeres y hombres públicos argentinos).

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