EL CRICQUET EN BUENOS AIRES (1806)

EL CRICQUET llegó a Buenos Aires en 1806, de la mano de los ingleses que habían participado en la primera invasión al Río de la Plata (ver Prisión para los jefes de la primera invasión de los ingleses)

El vecindario de Buenos Aires no había tenido nunca la oportunidad de observar costumbres extranjeras. En 1806, todavía eran raros los viajeros provenientes de países europeos y más raro aún, era que se radicasen aquí.

Por eso, en los últimos meses de 1806, con motivo de la ocupación de los ingleses, los porteños tuvieron la oportunidad de conocer algunos de sus hábitos, sus maneras de ser, y hay que decir que en algunos casos, esas costumbres, les parecieron bastante interesantes y hasta podría afirmarse que les había gustado adoptar.

Es el caso de una actividad a la que, primero durante la ocupación y luego mientras estaban prisioneros, los ingleses alojados en el Retiro, llamaban «cricquet».

Una crónica de aquella época decía a este respecto: «… este deporte, consiste en tratar de tirar una pelota chica, hecha con cuero retobado, a fin de que pase dentro de un arco de medio metro de alto formado con tres palitos verticales y uno horizontal que los une por arriba».

«Mientras el que tira la pelota, a unos ocho o diez metros, trata de hacerla entrar en ese arco, su adversario, se esfuerza en evitarlo, golpeando la pelota con un palo ensanchado en uno de sus extremos (que ellos llaman «bate») y enviándola lo más lejos posible, adonde deben ir a buscarla, los compañeros del que arrojó la pelota».

«Mientras se busca la pelota, el defensor del arco, recorre rápidamente la distancia entre el arco y el lugar donde se arrojó la pelota y cada vez que va de un lado al otro, se marca un punto a favor de su equipo».

Tal la descripción que de este juego, típicamente inglés, hace el redactor, agregando que los ingleses se pasaban horas jugando a este juego y que considerando lo inofensivo del mismo, a diferencia de nuestro «pato», «carreras cuadreras» y otros entretenimientos de los hombres de nuestra campaña, bien podría ser adoptado para pasar el tiempo de una manera más tranquila e inofensiva (ver Cuarenta y seis días de gobierno inglés en Buenos Aires).

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