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EL CABILDO DE BUENOS AIRES RESTABLECE EN EL MANDO A CISNEROS (23/05/1810)
El 23 de mayo de 1825, los residentes españoles en Buenos Aires, realizan una última jugada para revertir los sucesos que desembocaron en la Revolución del 25 de Mayo de 1810.
En la mañana del 23 de mayo de 1810, una vez reunido el Cabildo de Buenos Aires, lo primero que dispuso fue suspender la continuación del Cabildo Abierto iniciado el 22 de ese mes, según lo dispuesto el día anterior.
Luego, realizó el escrutinio de votos emitidos en la jornada anterior (que debía haber sido verificado por la Asamblea popular, pero no lo fue) y como resultado de dicha gestión, concluyó «que como el voto de la inmensa mayoría de los congregados expresaba que el virrey debía cesar en el mando, recayendo éste en el Cabildo, con voto del Síndico procurador, el Cabildo Ordinario de Buenos Aires, reasumía sus funciones, hasta la creación de una Junta que debía organizar el nuevo Cabildo en la forma que se estimase conveniente, mientras se reunían los diputados provinciales que debían establecer la forma de gobierno,
así se lo hizo saber al virrey CISNEROS, expresándole que quedaba en posesión del mando, sin otra novedad que la de nombrársele acompañantes con quienes deberá gobernar hasta que se concretase la reunión de todos los Diputados del virreinato.
.Qu{e había pasado?. La mayoría de los sufragios emitidos el día anterior , demandaban la cesantía del virrey y la entrega del gobierno —provisoriamente al Cabildo de Buenos Aires— hasta constituirse una Junta elegida por el pueblo. El Cabildo Abierto había demostrado el pensamiento de los patriotas y la solidaridad de algunos grupos, pero era evidente la diversidad de opiniones debido a la falta de unidad de la masa revolucionaria.
Sus vacilaciones fueron aprovechadas por el Cabildo ordinario para elaborar un audaz plan que burlaba la voluntad popular. En efecto: los Regidores se creyeron con facultades suficientes como para nombrar por sí solos —sin consultar al pueblo— una Junta provisional, que tomaría el mando «mientras se congregaran los diputados que se han de convocar de las provincias interiores, para establecer la forma de gobierno que corresponda».
La audacia culminó con la designación del propio virrey como Presidente de la Junta. Sólo 25 votos —de los 155 que disponían la cesantía del virrey— conferían al Cabildo Ordinario atribuciones para constituir una Junta en la forma que creyere más conveniente. Estos sufragios minoritarios respondían a la fórmula de RUÍZ HUIDOBRO, que fue apoyada, entre otros, por CHICLANA.
Un insólita decisión burla la voluntad del pueblo. En la mañana del 24 de mayo de 1810, se reunió el Cabildo de Buenos Aires y dispuso «que continúe en el mando el Excmo. señor Virrey don Baltasar Hidalgo de Cisneros», presidiendo una Junta de Gobierno integrada por Juan Nepomuceno Solá, cura párroco de Montserrat, el comerciante José Santos Incháurregui (ambos españoles), y los criollos Juan José Castelli, abogado de la Real Audiencia, y Cornelio Saavedra, comandante del cuerpo de Patricios.
Esto era ignorar totalmente lo acordado durante el Cabildo Abierto el 22 de mayo y simplemente acatar lo propuesto por Cisneros en su proclama del 18. Tan imprudente era la actitud del Cabildo, que Cisneros mismo, al conocerla, indicó «que juzgaba muy conveniente se tratase el asunto con los jefes de los cuerpos, pues la resolución del Cabildo no parecía en todo conforme con los deseos del pueblo».
Los jefes militares, consultados, manifestaron que la agitación popular sólo se calmaría con la absoluta separación del virrey. El Cabildo, viendo la imposibilidad de sostener su resolución, cedió aparentemente y, con la intención de ganar tiempo, pidió una compañía de Patricios para que escoltase a la persona encargada de participar al pueblo, por medio de un bando, que quedaba definitivamente alejado del mando el señor virrey.
El vecindario pasó, al parecer, sosegadamente la noche, pero sin embargo, no cesó el movimiento en los cuarteles y en los puntos habituales de reunión de los cabecillas del movimiento popular (ver La histórica Semana de Mayo de 1810).