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COMBATE NAVAL DE LOS BAJOS DE ARREGUI (29/05/1828)
Durante la guerra con Brasil, el comandante TOMÁS ESPORA, comandante del bergantín-goleta «8 de febrero» luego de una heroica resistencia, agotadas sus municiones y perdida más de la mitad de su dotación, es vencido y tomado prisionero por el comandante de la nave capitana brasileña, el Capitán OLIVEIRA.
En marzo de 1828, TOMÁS ESPORA, comandante del bergantín-goleta «8 de Febrero», zarpó de Buenos Aires, con el objeto de emprender un crucero sobre la costa del Río Grande, cooperando en las operaciones que en esa zona realizaban las tropas nacionales.
Durante su permanencia en aquellas aguas, ESPORA logró capturar al «Residente», un valioso bergantín de la armada brasileña en viaje de Santos a Montevideo, con las bodegas llenas de café, azúcar y tabaco.
Luego de permanecer en la zona durante más de un mes y ante la imposibilidad de establecer comunicación con sus tropas, ESPORA resolvió regresar y era el 29 de mayo de 1828, cuando, hallándose en las proximidades del Cabo San Antonio, debido a la bruma allí reinante, cayó sorpresivamente en medio de una división naval brasileña mandada por el capitán OLIVEIRA, compuesta por nueve naves de guerra.
Los buques imperiales se lanzaron sobre el de ESPORA y éste se vio obligado a embicar su nave sobre los bajíos de Arregui, próximos a la desembocadura del riacho San Clemente, en la Bahía Samborombón.
ESPORA arengó a su tripulación diciéndole: …. sólo los cobardes se rinden sin pelear y aquí no reconozco sino argentinos y republicanos. Compañeros: arrimen las mechas y Viva la Patria !!! y aquellas costas solitarias, fueron testigos de una lucha memorable que se sostuvo durante diez horas seguidas de nuestro buque, contra el fuego concentrado de las nueve naves enemigas.
La noche interrumpió el fuego y ESPORA, agotadas sus municiones, se dispuso a abandonar el desmantelado barco y después de construir una precaria balsa que les costó cuatro horas de arduo trabajo, envió a tierra a toda su tripulación sobreviviente. A bordo del «8 de Febrero» quedaron ESPORA, su segundo, el capitán TOLL, sus dos asistentes y cuatro heridos graves y allí estaba, a pie firme, cuando el 30 de mayo de 1828, la nave fue tomada por asalto por los brasileños.
Admirados por el coraje desplegado por ESPORA y sus hombres, Oliveira se negó a recibirle la espada expresando que «oficiales que se han portado como los del «8 de febrero» no podrán ser prisioneros jamás» (ver La guerra de Argentina con Brasil).