LA PRIMERA ACADEMIA DE MÚSICA EN LA ARGENTINA (27/07/1822)

Fundada por VIRGILIO RABAGLIO, el 8 de junio de 1822, se inauguró en Buenos Aires, la primera “Escuela de Música” que tuvo la ciudad.

Alrededor de los años 1822-1823, el gobierno de las Provincias Unidas comenzó a poner mayor atención en las actividades culturales, que hasta ese momento no ocupaban su agenda.

Los años precedentes, dominados por una feroz controversia que derivó en el llamado “caos de 1820”, patentizó la necesidad de llenar espacios, que lejos de las disputas por el poder, estaban llamados a contener más satisfacciones para la cultura y la espiritualidad de la población.

Fue entonces que durante el gobierno de MARTÍN RODRÍGUEZ se crearon varias instituciones con el fin de promover y consolidar las diversas prácticas musicales: la Escuela de Música, el teatro Coliseo Provisional, la Academia de Música y Canto, la Sociedad Filarmónica, y la Sociedad del Buen Gusto por el Teatro, ámbitos a los que se sumaron algunos espacios públicos, para ofrecer espectáculos artísticos de diversos géneros.

El 8 de junio de 1822, se inaugura una “Escuela de Música” en la casa del político y comerciante Ambrosio Lezica, ubicada en la calle 25 de Mayo 77 (numeración antigua) de la ciudad de Buenos Aires, que estaba bajo la dirección de VIRGILIO RABAGLIO, un músico italiano que había llegado a Buenos Aires en 1820

El 27 de julio de ese mismo año, durante el gobierno de MARTÍN RODRÍGUEZ se funda la “Academia de Música y Canto”, en cumplimiento de políticas culturales inéditas, buscando, no sólo instalar un espacio desde el cual afianzar el aprendizaje de la música, sino que, como se puso en evidencia luego, fue debido al interés de su ministro BERNARDINO RIVADAVIA, en fomentar la creación de entidades asociativas.

Dirá el gobernador MARTÍN RODRÍGUEZ en oportunidad de esa inauguración: “….¡Cordialidad, unión, uniformidad en interés y opiniones os reclamo. Buenos Ayres será así para todos, siendo el ejemplo también de muchos pueblos”.

Por su parte, para su promoción, la prensa hizo hincapié en los beneficios que una institución formal de música otorgaría a la sociedad porteña. En relación con ello, se afirmó que instituciones tales como la Escuela de Música: “…. prescindiendo de lo que contribuyen a la civilización, otras mil circunstancias la hacen necesaria. La causa de la independencia exitó desde el principio algunas enemistades entre las familias. Sucesivamente, en el curso de la revolución, la efervescencia de los partidos, han producido también rivalidades […] repetidas concurrencias, en que se pusieran en contacto las personas, bastarían por si solas a desarraigar para siempre de los corazones los restos que hayan podido quedar de esas tristes enemistades”

El 24 de octubre del mismo año, el músico y eclesiástico JUAN ANTONIO PICASARRI, fue puesto a cargo de la misma y bajo su dirección, la Academia cobró nuevos impulsos y fueron numerosos los músicos argentinos que se formaron allí, trayendo luego por mérito de sus aptitudes, el reconocimiento del mundo musical hacia estas tierras, como lo fue el caso del maestro JUAN PEDRO ESNAOLA, destacado compositor que compuso la música del Himno Nacional Argentino.

El maestro PICASARRI había llegado a Buenos Aires en 1783 y al año siguiente, entró en el seminario de la ciudad regenteado por su tío JUAN BAUTISTA GOIBURU. En 1796 fue ordenado sacerdote y desde 1793, fue maestro de capilla de la Catedral de Buenos Aires.

En 1818, debido a su público rechazo al movimiento independentista producido en Buenos Aires en Mayo de 1810, se había visto obligado a abandonar el país con su sobrino, el ya nombrado ESNAOLA.

En 1822 ambos volvieron a Buenos Aires y ese mismo año, PICASARRI, fundó la Sociedad Filarmónica, con la que realizó obras conocidas de compositores en Argentina (ver La música en la Argentina. Sus orígenes).

Fuentes :»Historia Argentina”, Ediciones Océano, Barcelona, España, 1982; “Diccionario Histórico Argentino”. Ione S. Wright y Lisa M. Nekhom. Emecé Editores, Brasil 1994; “La Historia en mis documentos”. Graciela Meroni, Ed. Huemul, Buenos Aires, 1969; “Estampas del pasado”. Busaniche y J. L. Solar, Ed. Hachette, Buenos Aires, 1971; “Mármol y bronce”. José M. Aubin, Ed. Ángel Estrada y Cía., Buenos Aires, 1911; Diccionario Histórico Argentino”. Ione S. Wright y Lisa M. Nekhom. Emecé Editores, Brasil 1994; «La actividad musical en Buenos Aires entre 1804-1827». Guillermina Guillamón; Historia de la cultura argentina”. José C. Ibañez, Ed. Troquel, Buenos Aires, 1969; “Cronista Mayor de Buenos Aires”, Editado por el Instituto Histórico de la ciudad de Buenos Aires).
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