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EL TANGO Y SUS COSAS
En el desarrollo de este tema, se podrán encontrar diversas opiniones y encontradas versiones de quienes se han ocupado de estudiar el Tango como expresión de la cultura popular argentina, pero no se puede descartare ninguna.
No es que quizás, algunos hayan tergiversado esa historia. Simplemente pasa que como toda pasión, el Tango genera sentimientos que muchas veces la razón no comparte. Piensen como piensen. Digan lo que digan. Quienes se adentran en los misterios de esa danza “endiablada y sensual”, hablan con el corazón y dicen, escriben e imaginan, lo que el corazón y la pasión les manda.
El origen del Tango?.
«Cum-tango, caram-cum-tan-go. Cum-tango, caram-cum-tam.». En 1836, en la cuenca del Río de la Plata, éstas eran las voces que se acompañaban con golpes de tambor. Los negros le llamaban “tan-gó”. Era parte de un candombe y lenguaje en común entre criollos, inmigrantes y descendientes de esclavos africanos., que no tenían la misma lengua, pero compartían sus compases.
El “tan-go” fue muriendo, pero en el camino de su desaparición, fue sumando la “habanera”, ritmos españoles y otras voces, que, ante la mirada crítica de la Iglesia y la alta sociedad, ya casi a fines del siglo XIX, lo hicieron resurgir, pero ahora, como una música fuerte, sensual y melancólica: el Tango.
El primer Tango
Se dice (aunque no está oficialmente confirmado), que el primer Tango publicado, es decir, la primera pieza musical que tomaba estado público adoptando el ritmo del 2×4 que caracteriza hasta hoy a este estilo musical, fue “El entrerriano”, compuesta y publicada como tema instrumental en 1897/1898, por el compositor y pianista afrodescendiente ROSENDO MENDIZÁBAL, que firmó su obra como ANSELMO ROSENDO.
Recluído en un principio en las pistas de arena de los Mataderos del Sud (de la Convalecencia o del Alto), poco a poco se acercó al centro de la ciudad. No tenía certificado de nacimiento ni tan siquiera Carta de Ciudadanía.
Solamente traía una guitarra, un violín, una flauta y un emigrante alemán que se acopló más tarde: el bandoneón. Esta fue la “orquesta” que comenzó a acompañar este “baile endiablado, sensual y primitivo”, que conquistará al mundo entero.
Los comentarios de esa época fueron duros: tal vez temían que se acercara demasiado a las “clases altas”. A veces le permitían salir a algún escenario “no muy bien visto” y se comenta que fue allá por 1841 que apareció ante el gran público, aunque con reminiscencias de baile español, entremezclado con la música de “Julián Jiménez, una zarzuela local estrenada este año.
Pero para verlo desnudo, era necesario correrse hasta las romerías de Barracas al Norte, donde el más solicitado era “Dame la lata”, cuyo autor era un flautista casi desconocido llamado “Juan Pérez”. Sentada, ocho, quebrada, media luna, corrida. Cosa de nunca acabar.
Pese a su juventud, ya conoce divisiones: en Uruguay tiene un ritmo más apurado y lo llaman “milonga o milongón. El tiempo lo va puliendo, dándole personalidad. Lo viste de compadrito, de mayoral de tranvía, de inmigrante. Cada paso es una nueva forma de aceptación. Tal vez todavía no tenga ni veinte años y ya hay quien quiere vestirlo de frac y llevarlo a los salones de la alta sociedad. ¿Lo dejarán pasar?.
Y sin esperar que le den permiso, es a partir del año 1910, que el Tango abandona el suburbio prostibulario y se instala en 1os escenarios del centro o en las salas de las familias de clase media, iniciándose a partir de allí, una época de oro de nuestra música popular, que explota a principios de siglo XX con la aparición de grandes tangos que recorrieron el mundo y cautivaron con su ritmo “canyengue” y melancólico los públicos más diversos.
El triunfo del Tango (1913).
Aunque el papa Pío X lo condena y en Alemania, mientras el Kaiser les prohíbe bailarlo a sus oficiales, el zar Nicolás II lo tolera y Alfonso XIII lo elogia, en 1913, bendecido en París, el Tango ya está de moda en la ciudad luz. ÁNGEL VILLOLDO y ENRIQUE SABORIDO enseñan a bailarlo y las mujeres escandalizan con el profundo tajo que llevan en sus polleras para bailarlo.
Pronto el Tango es admitido por “la sociedad decente de todo el mundo y hasta las señoritas se atreven a tocarlo en el piano, gracias a una genialidad de ROBERTO FIRPO.
Resulta que este innovador del Tango, en esa época, había ganado una votación realizada para elegir la orquesta que iba a actuar en el Armenonville” de Buenos Aires. Para ello, había superado sorpresivamente a JUAN MAGLIO y al “tano Genaro”, FIRPO en la competencia, introduciendo por primera vez el piano en una “orquesta típica”, logrando que su conjunto interpretara las piezas de su repertorio, otorgándole una mayor suavidad a las formas y a la melodía del “dos por cuatro”.
El nuevo “estilo” creado por MAGLIO causa furor y a partir de entonces graba discos y actúa en los principales cabarets y en los más exitosos saínetes teatrales que se ponen en cartelera. Ese mismo año, compone con EDUARDO AROLAS “Fuegos artificiales” y un año después su célebre “Alma de bohemio”, para una obra teatral donde actuaba FLORENCIO PARRAVICINI, quien poco antes, había entrenado “El tango en París, una obra de ENRIQUE GARCÍA VELLOSO.
El primer “Tango canción” (1917)
El poeta y compositor PASCUAL CONTURSI escribe la letra para el tango “Lita” de SAMUEL CASTRIOTA, la registra como “Mi noche triste” y así “inventa” el tango-canción, una nueva forma de interpretar el tango, adornándolo con sugestivas letras y dándole más importancia a la melodía que al ritmo. CARLOS GARDEL lo canta en rueda de amigos, y lo estrena en el Teatro Esmeralda, donde habitualmente actuaba en dúo con RAZZANO. De inmediato lo graba, para Odeón. Es su primera grabación como solista, y el éxito es fulminante.
Al año siguiente, es incluido en el exitoso sainete “Los dientes del perro”, donde en un figurado cabaret lo canta MANOLITA POLI. En lugar de la habitual letrilla picaresca, en “Mi noche triste” hay un texto poético y un argumento, que desde entonces son característicos del tango-canción:
Tangos famosos y sus protagonistas
En la historia del Tango, hubo algunos que por diversas circunstancias, unas veces mereciéndolo y otras (las menos), no, dejaron su marca en la noche porteña. Fueron interpretados y grabados por la mayoría de las orquestas y se los puede escuchar en los lugares más remotos de la tierra, donde sea el idioma, la religión, las costumbres o el nivel de su economía el que fuere, logra transmitir en todos lados, lo más profundo del sentimiento humano, sus dolores, miedos y alegrías.
“El Choclo”
El 3 de noviembre de 1903, se estrenó “El choclo”, el tango de ÁNGEL VILLOLDO que es quizás el más famoso en el mundo. Por entonces el tango estaba todavía en los límites de una música prohibida y era mal visto por los grupos sociales de clase media y alta que lo consideraban inmoral. Claro que a escondidas de sus padres, muchos chicos de buena familia buscaban dónde escuchar y bailar esa música peligrosa.
ÁNGEL VILLOLDO que fue payador, artista de circo y autor teatral, y compuso sus primeros tangos a partir de 1890, creó la música de “El choclo” antes de 1900. Pasaron los años y un día se lo llevó a su amigo JOSÉ LUIS RONCALLO que dirigía una orquesta en “El americano”, un restaurante elegante que quedaba en la calle Cangallo, frente a la cortada Carabelas. El dueño del local no quería saber nada con el tango y RONCALLO presentó la pieza como una “danza criolla”. El éxito fue tan grande que debía repetirlo varias veces, noche tras noche. Dos años después, VILLOLDO lo editó por primera vez y se lo dedicó a RONCALLO que había hecho posible su popularidad y entonces lo llamó definitivamente tango.
“El choclo” fue el primer tango que se bailó en París, y la primera composición argentina que cobró derechos de autor por su ejecución en el exterior. VILLOLDO es considerado por muchos como el primer letrista del tango, que hasta esa época había sido solo música bailable. Sin embargo, no fue él quien creó los célebres versos para su pieza sino ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO que le puso una letra inolvidable:
“Con este tango nació el tango y como un gripo / salió del sórdido arrabal buscando el cielo”. Y es que realmente “El choclo” significó la salida del tango fuera de su ámbito de arrabal y malevaje. Villoldo autor de muchas otras composiciones famosos como “El Porteñito” y “La Morocha” murió en la pobreza, poco antes que llegara de Francia una importante suma de dinero que debía cobrar.
La morocha
El 24 de diciembre de 1905 comienza a escucharse un nuevo tango en los salones y “piringundines” porteños. ENRIQUE SABORIDO estrena “LA MOROCHA”, un tango al que pronto, ÁNGEL VILLOLDO le puso letra. SABORIDO, bailarín y pianista, “taita” de la noche porteña, lo compuso en una fiesta de Nochebuena que se realizó en la confitería Ronchetti, que estaba en la esquina de Lavalle y Reconquista de la ciudad de Buenos Aires.
Según el relato, más o menos mítico, en la madrugada del 25, acodado en el estaño de “la Ronchetti”, su amigo ÁNGEL VILLOLDO escribió la letra que al día siguiente, estrenó la cupletista LOLA CANDALES, con tanto éxito, que tuvo que repetir su canto ocho veces. Al año siguiente se imprimió y esta partitura, entró en todos los salones porteños, donde el piano comenzaba a introducir el tango, hasta ese entonces, considerado una música prostibularia. El suceso pronto comenzó a repetirse en París, donde se animan a difundir “La morocha” y otros tangos rioplatenses, a pesar de que las autoridades eclesiásticas de esa ciudad los considera inmorales.
Mi noche triste
El 14 de octubre de 1917, es la fecha probable en que CARLOS GARDEL estrenó el tango “Mi noche triste”, el tango de CONTURSI Y CASTRIOTA que abrió una nueva página en la historia de la música ciudadana. Hay más de una versión sobre la fecha y el lugar del estreno, y el comienzo de este tango maravilloso, triste y nostálgico, está sombreado por la leyenda. Lo cierto es que marcó un cambio en la temática y en las letras de la música de Buenos Aires. PASCUAL CONTURSI compuso los inolvidables versos para la música de SAMUEL CASTRIOTA, que originalmente llevaba el nombre de “Lita”. CARLOS GARDEL escuchó el tango, probablemente cantado por el mismo CONTURSI.
Y otra vez los datos son contradictorios y oscuros. Se dice que a GARDEL Lo fascinó la historia, simple y dolorosa, pero que no entusiasmó a RAZZANO, su compañero de dúo. Que fue RAZZANO el entusiasmado y GARDEL el indeciso. También se afirma que el uso del lunfardo, frecuente en el habla cotidiana, era mal visto por el público porque se lo consideraba un argot de los bajos fondos. Y ésta podía ser una razón para estudiar cuidadosamente la presentación. Por fin, GARDEL se decidió a cantar el tema, llegó a un acuerdo con CONTURSI y CASTRIOTA, y fue él mismo quien le dio su título definitivo: “Mi noche triste”.
Según algunos autores, GARDEL cantó el tango por primera vez en el Teatro Empire, pero otros dicen que fue en el Esmeralda. Ante un público silencioso y con fondo de guitarras comenzó a interpretar: “Percanta que me amuraste,/ en lo mejor de mi vida/ dejándome el alma herida/ y espina en el corazón”. La belleza de la composición y la calidad interpretativa de Gardel se unieron para hacer un incomparable éxito.
Milonguita
En mayo de 1920, en el Teatro de la Ópera de Buenos Aires, la cantante MARÍA ESTHER DE POMAR estrenó un tango que tenía música de ENRIQUE DELFINO y letra de SAMUEL LINNING. La pieza formaba parte de un sainete que pasó al olvido sin pena ni gloria, pero el tango, llamado “Milonguita”, se hizo famoso y llegó a ser un clásico de la música popular. Sus versos decían: “Te acordás, Milonguita, vos eras/ la pebeta más linda e’Chiclana/ la pollera cortona y las trenzas/ y en las trenzas un beso de sol. Estercita/ hoy te llaman Milonguita…”.
Desde entonces se tejieron muchas leyendas sobre la existencia de aquella Estercita. Un estudioso de la Academia Porteña del Lunfardo afirmó haber hallado el acta de defunción de la muchacha que inspiró el personaje y que sería una chica de apenas 15 años, hija de italianos y muerta de meningitis, domiciliada en un conventillo de la calle Chiclana.
Sin embargo, si se tiene en cuenta la triste historia de “Milonguita”, mujer de cabaret en plena decadencia, alcoholizada y prostituida, es poco probable que una chica de 15 años haya tenido tiempo para tantas desventuras. Existe otra teoría que afirma que Milonguita era otra mujer llamada MARÍA ESTHER DALTON o MARÍA ESTHER TORRES, quien también vivió en Chiclana y que según dicen, murió el 11 de diciembre de 1920, según un Certificado de Defunción, hallado por un apasionado buscador de la “historia tanguera”. Por último, una versión afirma que los autores caminaban un día por la calle Chiclana y se cruzaron con una mujer espléndida que los hizo darse vuelta. Uno de los dos dijo: “¡Mirá esa Milonguita!”, y entonces nació el tango.
La cumparsita
El tango más difundido en el mundo, fue estrenado el 6 de junio de 1924, durante la presentación de un sainete en el teatro Apolo de Buenos Aires. Pero éste no fue el comienzo de su historia. La obra de GERARDO HERNÁN MATTOS RODRÍGUEZ aparece rodeada de desagradables desencuentros entre músicos amigos y acompañada de largos pleitos judiciales.
Es febrero de 1917 y se acerca el Carnaval. Los muchachos de la Federación de Estudiantes del Uruguay están ensayando para presentarse con una murga y escuchan que alguien desgrana unas notas pegadizas en el piano.
El que toca es GERARDO MATTOS RODRÍGUEZ, un joven estudiante de arquitectura que se reunía para hacer música con sus compañeros en esa vieja casona de Montevideo.
Algunos de los concurrentes le preguntan al pianista ¿Y eso?. Es el tango de un amigo contesta el Becho (apodo con el que se lo conocía a Matos), que no se atrevía nunca a confesar la paternidad de sus obras.
Los muchachos que formaban un grupo llamado “Los Luchadores”, necesitaban una nueva melodía para su comparsa, y esa melodía «de un amigo» no estaba del todo mal. La sede de la Federación más que inquietudes estudiantiles, albergaba timbas y juergas de toda laya, además de muchas deudas. Se debían las cuotas de los pocos muebles adquiridos y el dueño del local reclamaba los meses de alquiler y si no, el desalojo. El mencionado piano era el único con sus cuotas al día, la música era aparentemente sagrada para aquellos rebeldes.
Como hacía falta mucha plata, los ensayos carnavalescos continuaron intensamente, esperanzados en recaudar algo de dinero mediante “la manga” y hasta ganar el premio prometido por el concurso de “murgas” que les permitiría pagar sus deudas.
Llegó el carnaval. La comparsa formada por los 18 miembros de “Los Luchadores” se lanzó a la calle visitando distintos lugares para tirar la manga. La confitería Americana y la Vaquería del Parque Urbano, lugar de reunión de gente linda y sin apuros económicos escuchaba la «marchita» a diario y en el último de estos lugares se habían hecho tan familiares, que un mozo italiano del lugar solía anunciar a los parroquianos.
— Ahí viene la «Cumparsita» de los estudiantes!. La jovial estudiantina vio entonces en esa frase, el titulo para la «marchita». MATOS no sabía entonces que el mismo significaría después la causa de su fama o, porque no, de su gloria.
MATOS RODRÍGUEZ nunca aprendió la grafía musical. Tocaba de oído y por eso, era preciso que alguien llevara las notas de aquella marchita al pentagrama porque pensaba que de ella podía sacar un lindo tango. Recordó entonces al maestro RUÍZ, un pianista español que era conocido suyo y se reunió con él, para que tocándola en el piano, su amigo la volcara en el pentagrama. Dicen que esa primera partitura fue escrita en una pared de aquella casa de Montevideo.
La colaboración providencial de Roberto Firpo. El 28 de marzo de 1917. ROBERTO FIRPO iniciaba en Montevideo su segunda temporada consecutiva en el café y confitería «La Giralda» y dos amigos de MATOS —tal vez por deseo propio o quizás a pedido del mismo— le pidieron a FIRPO que ejecutara el nuevo tango.
ROBERTO FIRPO —según sus propias declaraciones— se habría negado inicialmente a ejecutar el «nuevo tango». Pero la insistencia de sus amigos debió ser mucha, porque al fin decidió leer la partitura y encargarse de su arreglo. Una noche, cuya fecha se ignora— el autor de «Alma de bohemio” decidió estrenar «La Cumparsita», «ante una barra de incondicionales que ocupaban todas las mesas cercanas al palco de la orquesta», que vivaron con aplausos y gritos la obra.
Después de que ROBERTO FIRPO ejecutara “su Cumparsita, MATOS creyó haber alcanzado la fama —o, por los menos, haber empezado a transitar por ella—. Fue así como, el mes siguiente decide viajar a Buenos Aires, para ofrecer su preciado tango a la editora Breyer Hermanos, que para ese entonces, era la representante de la Casa Ricordi en nuestro país.
MATOS regresó a Montevideo a aguardar la contestación prometida y el 26 de abril recibió la respuesta. De su texto se desprende que él mismo había escrito a Breyer Hermanos antes de que éste le comunicara su resolución, y que había reclamado una suma más alta que la que al fin terminó por aceptar. El precio que le pagaron por «La cumparsita», fue de “50 morlacos y 30 ejemplares de la obra, una vez impresa”
MATOS llegó un domingo al Hipódromo de Maroñas en Montevideo, “con sus cincuenta pesos y un optimismo desbordante provocado por un dato de procedencia insospechable que iba a multiplicar su fortuna varias veces, No jugó un boleto en las carreras anteriores, reservando su tesoro para los ganadores destinados a una fija imperdible. Y llegado el momento, se acercó a la ventanilla y puso los cincuenta pesos en las patas de “Skat”. Pero Skat perdió “por una cabeza”. El nombre de su vencedor era “Le perl jeune”.
Pasó el tiempo y con él, la amargura de esa pérdida. El tango “La cumparsita”, cayó en el olvido hasta que el 6 de junio de 1924, se estrena en el teatro Apolo, “Un programa de cabaret”, una mediocre pieza cómica en dos cuadros, original de PASCUAL CONTURSI y ENRIQUE PEDRO MARONI. Pero éste no fue el comienzo de su historia. La obra de GERARDO H. MATTOS RODRÍGUEZ aparece rodeada de leyendas y acompañada de largos pleitos judiciales.
En ese entonces estaba de moda en Buenos Aires el teatro que incluía temas musicales. El tango de MATOS RODRÍGUEZ fue incorporado al sainete y en el segundo cuadro de esa obra, «un cantor de muy buenas condiciones», que se llamaba JUAN FERRARI, gime por primera vez la letra compuesta para “La cumparsita”, por los autores de ese sainete, que además le habían cambiado el nombre y la rebautizaron “Si supieras”. Casi enseguida, CARLOS GARDEL —que era muy amigo de CONTURSI y que siempre trataba de ampliar su repertorio— comenzó en el mismo año a cantarla
A fines de ese año, el tango de MATOS RODRÍGUEZ, recuperó nuevos impulsos, cantado con la versión de MARONI y CONTURSI y volvió a ser uno de los tangos más populares del repertorio ciudadano y se difundió por el mundo. Se dice que un diplomático de entonces contaba con asombro que la había oído en Alemania, interpretada por una banda del ejército prusiano.
El camino, así quedó abierto para las controversias, que suelen suscitarse hasta hoy, entre cronistas del tango, uruguayos y argentinos, amigos o negadores del discutido Becho.
Se inicia un largo y penoso litigio. En 1925, estando MATOS RODRÍGUEZ en París, —donde se hallaba como corresponsal de un matutino porteño, como turista o como improvisado gigoló— se encontró con FRANCISCO CANARO y éste le comentó el «furor» que en Buenos Aires, había obtenido su tango, con la letra de CONTURSI y MARONI, luego de la difusión que de él, hiciera GARDEL a través del disco, llamándolo “Si supieras”.
La alegría de MATOS ante este relato, pronto se diluyó. La letra con la que se cantaba “su tango” no había sido autorizada por él y menos que se le hubiera dado un nuevo nombre a su composición.
MATOS reaccionó rápidamente. Consideró que primero era necesario que él mismo escribiera la letra para su tango y así lo hizo. No se sabe si fue producto de su inspiración o de la de algún escriba que lo hizo por él. Luego retornó de París a Buenos Aires para iniciarles acciones legales a PASCUAL CONTURSI y ENRIQUE P. MARONI, por haber utilizado la música de su tango para la letra que ellos habían compuesto sin su autorización.
La primera sorpresa desagradable que se llevó fue que la editora Breyer hermanos, había transferido la propiedad de su obra a la casa Ricordi y que, en virtud del contrato suscripto con la primera de ellas, sus derechos sobre la misma se encontraban extinguidos.
¿Que hacer entonces?. La actitud de MATOS —bastante habitual en él— fue querellar invocando que a la firma de ese contrato, era menor de edad y que, como consecuencia de ello, el mismo podía ser invalidado.
En la década del 30 se inició un pleito entre MATTOS RODRÍGUEZ, que había escrito la música y su propia letra para el tango que llamó “La cumparsita”, CONTURSI y MARONI, quienes reclamaban su participación por haber sido los verdaderos autores del éxito de ese tango, y la casa Ricordi, que se aferraba tercamente a la validez del contrato suscrito por ellos con MATOS RODRÍGUEZ. Más tarde surgió un nuevo pleito cuando ROBERTO FIRPO aseguró que la obra se había compuesto sobre su tango “La gaucha Manuela”
Las negociaciones no parecen haber sido fáciles, y sólo gracias a la mediación de la «Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música», se alcanzó un acuerdo, cuyas condiciones, sin embargo, se ignoran.
El segundo paso de MATOS —después de haber llegado a un acuerdo con la casa Ricordi y con los demás litigantes,—, fue iniciar juicio para retirar los discos que se cantaban con la letra de MARONI y CONTURSI, a pesar de que estos hablan obtenido un pronunciamiento favorable de la Sociedad Argentina y Compositores de Música (SADAIC) sobre sus derechos.
El 16 de marzo de 1932, CONTURSI murió loco en el Hospicio de las Mercedes. HILDA BRIANO —que era su viuda— y MARONI, ante la dura rigidez de MATOS, contrademandan a éste por «daños y perjuicios, reconocimiento de derechos de coautores y cobro de pesos». El juez RAÚL LOZADA ECHENIQUE —después de apilar fojas durante 16 años— falla a favor de los herederos de CONTURSI y MARONI y MATOS apela y la Cámara Civil confimó la competencia del Juez, por medio de una sentencia dictada en febrero de 1948.
En el interín, fallece MATOS y las partes se sometieron al laudo arbitral del presidente de SADAIC, que en ese entonces era FRANCISCO CANARO, Producido su fallo, se hace público el 10 de setiembre de 1948 y así se sabe el final de esta historia, que en síntesis determina:
- a) reconocer a los herederos de PASCUAL CONTUrsi y a ENRIQUE P. MARONI, el 20 por ciento de los derechos de ejecución que devengue el tango «La cumparsita»; b) los derechos fotomecánicos, los de inclusión en películas cinematográficos, cuando se utilice la letra del mismo, serán repartidos conforme a las normas establecidas por SADAIC, o de acuerdo a los usos y costumbres de plaza; c) las futuras ediciones de “La cumparsita”, deberán registrar las dos letras, con exclusión de las de cualquier otro; y d) la obligación de pagar la suma de cinco mil pesos a Jo- sé Razzano, por desistir del juicio de daños y perjuicios que había promovido contra Matos, por retiro que éste había solicitado de la grabación que GARDEL había hecho de la letra de CONTURSI y MARONI.
Tiempos viejos
El 11 de marzo de 1926, se estrenó el Tango “Tiempos viejos”, el tango que le dio fama a la “rubia Mireya”. y con él empezó a rodar la fama del personaje femenino conocido como la “Rubia Mireya”.
El personaje surgió por primera vez en un sainete de 1923 que se llamaba “El rey del cabaret”, escrito por MANUEL ROMERO Y ALBERTO WISSBACH e interpretado por la actriz EVA FRANCO. Reapareció con letra de ROMERO y música de FRANCISCO CANARO, presentado como parte de un espectáculo de revista en el Teatro Porteño.
Meses más tarde se convirtió en el tema central de la obra “Los muchachos de antes no usaban gomina” que se estrenó en el Teatro Buenos Aires, de la Avenida Corrientes. “La rubia Mireya” tenía como modelo un estereotipo característico del ambiente porteño de principios de siglo: una estrella del famoso bailongo de Hansen en Palermo cuya suerte se apagaba al ser abandonada por su amado.
Pero muchos se preguntaron si Mireya era sólo un producto de la imaginación o había sido una mujer de carne y hueso. Según algunas versiones fue una joven llamada MARGARITA VERDIER, nacida en el Uruguay y que pertenecía a una familia distinguida de origen francés. Alrededor de 1907 se vino a Buenos Aires y posiblemente vivió en el barrio de Almagro o en Nueva Pompeya. Debió ser rubia, bailar maravillosamente, tuvo una triste decadencia y murió de tuberculosis como correspondía a la leyenda romántica de la época.
El personaje reapareció muchas veces, tanto en el teatro como en el cine y MECHA ORTIZ, SUSANA CAMPOS y MARÍA AURELIA BISUTTI entre otras le prestaron sus imágenes. Los tiempos han cambiado pero el tango sigue evocando: “¿Te acordás hermano la Rubia Mireya/ que quité en lo de Hansen al loco Cepeda?/ Casi me suicido una noche por ella/ y hoy es una pobre mendiga harapienta…”.
Primer disco de pasta grabado en la Argentina (01/03/1926)
La inolvidable cantante ROSITA QUIROGA grabó el primer registro fono eléctrico en la Argentina, abriendo una nueva etapa en la historia de la música porteña. Se trataba de “La musa mistonga” y en ella, con su voz extraña y excepcional, ROSITA cantaba a la musa de los arrabales “Que ignora la gloria/ de un día divino/ bajo la fragante/ fronda de Versalles”.
Aunque ese día realizó cuatro grabaciones, esta canción de ANTONIO POLITO y el poeta CELEDONIO FLORES es la primera por el número de matriz. Fue grabada por el sello RCA Víctor, responsable de todas las grabaciones de la cantante. Nacida en 1901, su nombre completo era ROSA RODRÍGUEZ QUIROGA y fue la iniciadora de un nuevo camino para la mujer en el tango. Del lenguaje menospreciado del suburbio, de los modismos de los inmigrantes de su barrio de la Boca, supo hacer una forma de arte.
Sumó gracia, ironía y emoción, aunque no faltaron las críticas hacia la “decencia” de su estilo. Debutó en 1924 como la primera intérprete solista de la radio, cantando canciones nativas que pronto cambió por el tango. Entonces sólo se le pagaba con un pocillo de café. No le gustaba actuar en público y salvo tres meses en el teatro, en 1930, hizo toda su carrera en la radio y a través de grabaciones.
Fue también la primera intérprete de tango que se escuchó en Japón y en 1970 viajó a Osaka invitada por una peña tanguera que llevaba su nombre. Prácticamente dio fin a su carrera a los 35 años, cuando había alcanzado fama y fortuna. Volvió a grabar en 1952 y en 1984, un mes antes de su muerte, realizó una grabación que fue su despedida.
Personajes en el recuerdo de un viejo porteño
En las dos últimas décadas del siglo XIX nacieron en Buenos Aires, numerosos hombres de tango, que le dieron la calidad necesaria para afianzarlo en el tiempo».
«Unos compusieron melodías perdurables, otros les pusieron letra y algunos, sintiendo su latido, simplemente lo bailaron, llevándolo poco a poco a los salones, por mérito de sus valores, cada vez más comprendidos».
«Tal fue el caso de José Ovidio Bianquet, alias «El Cachafaz», nacido el 14 de febrero de 1885, año en el que también llegaron Ernesto Ponzio (el «pibe Ernesto», autor de «Don Juan», nacido el 10 de julio), Samuel Castriota (autor de «Mi noche triste», nacido el 2 de noviembre) y Juan de Dios Filiberto (creador de «Caminito» con Coria Peñaloza, de «Malevaje» con Enrique Santos Discépolo y los clásicos «Botines viejos», «El pañuelito», «Quejas de bandoneón», «Clavel del aire», «La vuelta de Rocha» y tantos otros)».
«Tanto fue el éxito de «Caminito», que el maestro Cobani, profesor de música en el Colegio Champagnat de la ciudad de Buenos Aires, al finalizar la década del 20. lo incorporó al repertorio de sus alumnos de la primaria. Claro que no faltó el hermano marista que cambió la palabra «desde» por «dicha», con lo que despersonalizaba la esencia de esta letra».
«Años después se inauguró la calle «Caminito» en el barrio La Boca, aunque en realidad no fue precisamente éste el lugar que inspiró sus versos al poeta Coria Peñaloza, sino «Olta», un espléndido paraje de la provincia de La Rioja, donde naciera su madre, descendiente del famoso «Chacho Peñaloza», lo que explica el carácter de himno agreste y definitivo de la música que le puso el maestro Filiberto».
«El primer tango del músico de la ribera, se llamó «Guaymallén» y mereció que el doctor José Ingenieros en 1915, lo tuviera entre sus músicas favoritas y dijera de él, «es un tango reamente muy original».
«Otro recuerdo que me viene a la memoria, poniendo en evidencia la increíble trabazón que el tango siempre ha tenido con gente y hechos de nuestra historia, es el referido a una anécdota que contara en su libro «El tango y Gardel» el escritor Sobrino, que fuera asesor del Departamento de Cultura del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación».
«Dice allí que en el año 1944 visitó a Alfredo Namuncurá, uno de los hijos del Manuel Namuncurá el cacique que luego de ofrecer gran resistencia al avance del «blanco», en 1884 se rindió al coronel Pablo Belisle, de las fuerzas comandadas por el general Roca».
«Alfredo Namuncurá, también cacique de los pagos de San Ignacio, en la provincia de Neuquén, sobre el río Aluminé, lo recibió con sus hijas Verónica y Belarmina. Declarados todos ellos admiradores del tango, y como Sobrino había llegado llevando una vieja «victrola» a cuerda y unos cuantos discos de pasta, «Caminito entre ellos», les enseñó a bailar el tango y quedaron hasta tarde hablando del tango y sus intérpretes, especialmente de Carlos Gardel».
«Un personaje muy querido por los Namuncurá que recordaban la amistad que mantuvo «el zorzal criollo» con Ceferino Namuncurá , cuando ambos estaban en el Coro de los padres salesianos. Un indígena y un francés, más criollo que el dulce de leche».
«Fenómeno de integración que se repitió luego entre tantos intérpretes que llegando de distintas tierras religiones y costumbres, unieron sus corazones y sus sentimientos en letras y músicas tangueras. Valga como ejemplos el del «tano Marino» con el «gallego Morán», creador de «El abrojito», tango de Berstein».
«Y si seguimos recordando, no queremos olvidarnos de José Ovidio Bianquet, que hacía filigranas tangueras en el «Teatro Olimpo» que estaba ubicado en la actual avenida Pueyrredón 1463, ni del reducto tanguero que funcionaba en la avenida Santa Fe, en el tramo comprendido por las calles Canning (hoy Scalabrini Ortíz) y Arévalo, cenáculo que reunía a varias «orquestas típicas» de renombre».
«Ni de los Cafés «milongueros» como el «Atenas» y «La Paloma», que se hallaban junto al arroyo Maldonado (hoy entubado bajo la avenida Juan B. Justo), donde el violinista Rafael Tuegola compuso «Zorro Gris» con versos del periodista Francisco García Jiménez».
«Que hermosos recuerdos éstos.!!. Como se ve, todos los barrios de Buenos Aires eran buenos para escuchar o bailar tango y las serenatas se prendían en cualquier balcón, para tocar los valses «Olga», «Corazón de artista» o «Noche de frío» bajo las estrellas” (Pablo Solari Parraviccini).
La industria se hace tanguera
El primer establecimiento industrial que lo produjo fue “La Martona”, la mítica empresa de Vicente Casares, que en 1902 lo lanzó al mercado y se hizo famoso, cuando salió al aire un tango que se llamaba “Llegó el dulce de leche”.
En un principio fueron infructuosos los esfuerzos para descubrir el origen y el autor de este tango. Ni SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores), ni los “habitués” del viejo “Café Tortoni”, uno de los cenáculos de la música ciudadana, pudieron responder a estos interrogantes y la razón era que en esa época, los tangos no tenían letra y con la misma música se habían compuesto algo así como dos homenajes, uno a la “Hesperidina”, una famosa bebida producida por Bagley y el otro, al dulce de leche de La Martona”.
En 1965, satisfaciendo una iniciativa del compositor y productor artístico Ben Molar, donde hacía mención que Carlos Gardel y Julio de Caro, dos “próceres” de nuestro Tango, coincidentemente, cumplían años el 11 de diciembre, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, decretó que ese día debía ser festejado como el “Día Nacional del Tango”. Más tarde, fue la UNESCO quien en 2009, reconociendo al Tango como tradición argentina y uruguaya, lo categorizó como “Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”
Fuentes. “Libro del tango: arte popular de Buenos Aires”. Horacio Ferrer, Buenos Aires, 1980; “Crónica Argentina”. Ed Codex S.A., Buenos Aires, 1979; “Buenos Aires, historia de cuatro siglos”, José Luis Romero y Luis Alberto Romero, Editorial Abril, Buenos Aires, 1983; “Tango aborigen”. Alberto González Arzac, Buenos Aires, 2007; “Tango”. Manuel Hidalgo Huerta, Ed. Biblioteca Nueva, Buenos Aires, 2001; “Historia del Tango”. Varios autores; Ed. Corregidor, Buenos Aires, 2011; “El Tango, desde el umbral hacia dentro”. Rafael Flores, Revista Todo es Historia Tomo 62; «Memorias de un porteño». Pablo Solari Parravicini; “Aporte afrocriollo. Breve historia crítica del tango”. José Gobello, Ed. Corregidor, Buenos Aires, 1999; Valeria Méndez, Ernesto Gutiérrez, Leonardo Fernández, Franco Spinetta; “eldestapeweb.com.