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EL MIRADOR DE CHACARITA (1870)
Al Mirador de la Chacarita, lo hizo construir un inmigrante italiano a fines del siglo XIX y está ubicado en la manzana delimitada por las calles Loyola, Bonpland, Aguirre y Fitz Roy de la ciudad de Buenos Aires.
Allí, entre una añosa arboleda de olivos, magnolias y palmeras, emerge una singular y casi misteriosa cúpula de hierro y vidrio. Se trata del «Mirador Comastri”, una antigua casona de planta cuadrada construida entre los años 1870 y 1875 en estilo renacentista italiano, que gracias a la movilización de los vecinos y al tartaranieto de su original propietario, don AGUSTÍN RARAFAEL COMASTRI, salvó de la «piqueta del progreso”
COMASTRI fue uno de esos miles de inmigrantes italianos que allá por el año 1860 vino en busca de un futuro promisorio, a “hacer la América”.
Y bien que la hizo. Vinieron desde la Toscana con su mujer CLEMENTINA CATALDI y de a poco fueron armando un establecimiento industrial en lo que era el “Partido de Belgrano-Chacarita”.
Esas tierras donde se establecieron, llegaron a ocupar unas 60 manzanas aproximadamente entre las actuales calles Corrientes, Niceto Vega, Dorrego y el arroyo Maldonado (hoy entubado bajo la avenida Juan B. Justo), que dedicaron a la horticultura.
Cultivaron árboles frutales, tuvieron viñedos y hasta fabricaron ladrillos. A fines del siglo XIX, desde el Mirador se divisaban las 60 manzanas que ocupaba el establecimiento de la familia Comastri.
En una de esas manzanas, Comastri encargó al arquitecto EUGENIO BIAGINI que le construyera una casona para su ya multitudinaria familia al estilo de las señoriales viviendas campestres llamadas “villas” en su Italia natal. BIAGGINI la enclavó estratégicamente en el terreno.
La hizo de planta cuadrada, simétrica, con una importante galería en el acceso y con los pisos superiores que se van escalonando hasta rematar en un particular mirador de acero y vidrios de colores, uno de los pocos miradores que queda en pie en Buenos Aires.
La historia es larga y parecida a muchas otras en nuestro bendito país, A mediados de los 80, el futuro promisorio de COMASTRI empezó a desdibujarse: ya le habían expropiado parte de sus tierras para hacer el “Ferrocarril Pacífico» y luego para ampliar el Cementerio de Chacarita (ver El Cementerio de la Chacarita. Su origen).
Para rematarla, según cuenta el historiador DIEGO A. DEL PINO, con la mala idea de invertir fuertes sumas de dinero en una compañía financiera que quebró. Cuando COMASTRI falleció en 1892, a los 61 años de edad, las tierras se dividieron entre la viuda y los 10 hijos, quedando sólo en pie, la manzana del Mirador.
En la década de 1920, los herederos se la alquilaron al “Consejo Nacional de Educación” que instaló allí la “Escuela al Aire Libre N° 4”, que funcionó hasta que pasó a ser una residencia para estudiantes universitarios y luego, a partir del año 1957, la ocupó la actual “Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) Nº34 “Ing. Enrique Martín Hermitte”.
El problema es que hasta pasada la década de 1970, la conciencia sobre el patrimonio, sea arquitectónico, paisajístico, histórico o inmaterial era inexistente, tanto en los círculos académicos, como en la opinión pública.
Sobran ejemplos de casonas, palacios, magníficos edificios demolidos o mal intervenidos. En el caso de la «villa Comastri”, además de dejarla caer casi hasta el estado de ruina, le «pegotearon» construcciones, que seguramente serían necesarias, pero a los ojos y criterios de hoy, son totalmente desafortunadas ya que este tipo de edificio, derivado de las villas palladinas, deber estar “en solitario”, para que se puedan percibir sus cuatro fachadas.
Pero los tiempos cambiaron y gracias a la iniciativa y movilización de los vecinos, de la colaboración del “Centro Vecinal de Participación, de la Junta de “Estudios Históricos” de Chacarita y Colegiales”, de la “Asociación de Amigos del Parque Los Andes” y el seguimiento persistente del arquitecto Raúl Comastri entre otros, el edificio y el predio están en vías de recuperación.
El edificio pasó de manos del Ministerio de Educación al de Cultura porteño y en 2004 la Legislatura lo declaró “Sitio de Interés Cultural”.
Fue dotado de “protección cultural” por medio de una normativa de «Áreas de Patrimonio Histórico” y ya se cumplieron las dos primeras etapas de la restauración.
Los equipos de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural del Gobierno de Buenos Aires, consolidaron su estructura, restauraron los revoques exteriores, las carpinterías, las galerías (incluso la que da al frente) y se recuperaron los esplendores de su interior, por ahora solamente en una de sus alas.
Ahora falta una tercera etapa, en la que además de recuperar el resto de las habitaciones del edificio y los jardines, se proyecta “correr” el cuerpo posterior que no es original, para volver la villa a su condición natural y despegar el “Mirador” de los otros edificios cercanos que lo rodean.
Los vecinos siguen estos trabajos de cerca. Vienen bregando desde hace muchos años para que se convierta en un “Centro Cultural” ya que como en un tiempo, fue un faro de prosperidad a la vera del arroyo Maldonado, quieren que ahora irradie cultura hacia la comunidad. En definitiva no oiden, ni más ni menos, que su destino respete la memoria y el alma del lugar.