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EL GRAN COLISEO ESTABLE DE COMEDIAS (10/05/1804)
El 10 de mayo de 1804 se inauguró el Gran Coliseo Estable de Comedias. Luego del incendio del Teatro de la Ranchería, muchos pensaron que era necesario disponer de otra Sala para ofrecer espectáculos al cada vez más exigente público de Buenos Aires. Coincidiendo con ellos, RAMÓN AIGNASE y JOSÉ SPECIALI, tomaron la iniciativa y luego de obtener el permiso de las autoridades virreinales, en mayo de 1803, adquirieron un terreno ubicado en el llamado “hueco de las ánimas” (la esquina de Rivadavia y Reconquista de la ciudad de Buenos Aires, donde hoy está emplazada la Casa Central del Banco de la Nación), una zona que por el abandono que exhibía en ese entonces, nunca llegó a prosperar. A fines de 1803, estando el proyecto paralizado por falta de fondos, los hermanos Olaguer y Feliú (uno de los cuales había sido virrey), se hicieron cargo del mismo y construyeron un Teatro, pero no en el lugar original, sino en la esquina de las actuales calles Reconquista y Cangallo, frente a la Iglesia de la Merced. Este nuevo Teatro, primero se llamó “Teatro Provisional de Comedias» y más tarde, “Coliseo Chico” o “Coliseo Provisorio”, hasta que en 1838, comenzó a llamarse “Teatro Argentino”.
A pesar de que el permiso concedido en mayo de 1803 era de carácter “temporario”, ya que se lo autorizaba a funcionar por solamente una temporada, hasta que se construyera el que sería el definitivo y oficial, por espacio de más de treinta años fue, puede decirse, el único Teatro que hubo en Buenos Aires. Era un edificio de aspecto pobre y modesto. Durante mucho tiempo ni siquiera tuvo revocado el frente. La platea tenía capacidad para 200 personas o poco más, había también varios palcos, entre los que se destacaba el del gobierno, adornado con cortinados y guardas rojas y amarillas, colores que en 1813 se cambiaron por los nacionales y, luego, en la época de Rosas, por el rojo federal.
El escenario tuvo, al principio, una cortina que se corría a los costados y que después de algunos años, fue reemplazada por un telón que, para levantarlo, debían subir dos hombres hasta la parte más alta, uno a cada lado, y luego, a una señal convenida, se asían a las cuerdas que pasaban por roldanas, y en esa forma se dejaban caer, mientras el telón subía. Para bajarlo, se desataban las cuerdas que lo sujetaban y por el propio peso descendía el telón. Era un sistema semejante al que se usaba en España en esa época.
El Teatro fue inaugurado con la tragedia «Zahira», en cinco actos. Dos años más tarde, durante la primera invasión Inglesa, las representaciones decayeron en tal forma que sólo fueron presentadas dos obras: «El montañes sabe bien dónde le aprieta el zapato», y la comedia heroica: «Clelia triunfante en Roma». Recién en 1838, este “Teatro Provisorio”, fue reemplazado por el “Teatro Argentino”, un escenario que tuvo efímera vida, ya que fue demolido en 1872 (ver Los primeros Teatros en Buenos Aires).