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COSTUMBRES Y COMIDAS DE LOS CARRETEROS (1729)
Los carreteros eran generalmente indios o mestizos que se ocupaban de conducir las carretas. Por lo general, no saben lo que son las medias ni los zapatos, duermen siempre vestidos o echados en tierra sobre un cuero, al sereno, o sentados en el pescante de sus carretas. Por la tarde, una vez sueltos los animales, matan uno o dos bueyes, que les serán suficientes para toda la tropa.
Al día siguiente los desuellan y con la carne aún caliente y sangrante, cada uno retira un trozo según sea su conveniencia y los ensartan en un palo, que clavan en la tierra, de modo que la carne fuera tocada por las llamas que surgen de un fogón circular hecho con piedras del lugar.
Así, moviendo el palo una y otra vez, van chamuscando la carne en todos sus lados, hasta que esta a su gusto y con sus grandes cuchillos, retiran grandes trozos que acercan a sus bocas, para ir comiendo los trozos más pequeños que van cortando, manteniendo siempre en la otra mano el resto de la carne.
Mientras tanto, la cabeza del animal, con cuernos y pelo, que también había sido echada al fuego, comienza a crepitar y cuando revienta su piel por el calor y los pelos se queman, indicando que “el asado con cuero” ya estaba listo, se reparen gozosos este bocado especial para ellos.
El mejor regalo que se les podía hacer era una hogaza de pan, un producto desconocido por muchos y que era bienvenido para acompañar la carne, que como este es el único alimento al que pueden aspirar, los indígenas estaban dispensados por Roma, para consumir carne en cualquier día, sin guardar abstinencia (ver La carteta, navío de las pampas).
Fuente. “Buenos Aires y Córdoba en 1729”. Gaetano Cattaneo, Ed. Compañía de Editoriales y Publicaciones Asociadas, Buenos Aires, 1941.