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CONFITERÍA EL MOLINO (09/07/1916)
En 1905, en la esquina de las avenidas Callao y Rivadavia de la ciudad de Buenos Aires, comienzan las obras para construir la actual Confitería El Molino.
En 1850 CONSTANTINO ROSSI asociado con el prestigioso pastelero italiano CAYETANO BRENNA eran los dueños de la llamada “Confitería del Centro”, ubicada en la esquina de las calles Federación y Garantías (actuales Rivadavia y Rodríguez Peña).
EN 1866, a partir de la instalación cercana del “Molino Lorea”, el primer molino harinero que se instaló en Buenos Aires, la Confitería del Centro, comenzó a llamarse “Antigua Confitería del Molino”.
En 1905, ROSSI Y BRENNA, comienzan la construcción de la que será la nueva sede de su empresa en la esquina de las avenidas Rivadavia y Callao, frente mismo al Congreso de la Nación y cuando el 9 de julio de 1916, la inauguran, ya lo hacen con su nuevo nombre de Confitería El Molino
A partir de entonces, acompañó la vida intelectual, política y social de nuestro país. LISANDRO DE L TORRE, LEOPOLDO LUGONES, CARLOS GARDEL, OLIVERIO GIRONDO, ROBERTO ARTLT y las jóvenes NINÍ MARSHALL, LIBERTAD LAMARQUE y EVA PERÓN discurrieron por sus elegantes salones disfrutando equisitos manjares, hasta que cerró sus puertas en 2004.
En sus salones con reminiscencias de palacio francés, aún suenan las voces y risas de sus “habitués”, encopetadas señoras que iban a tomar “el té con masitas” y adustos caballeros que se reunían allí para criticar a los gobiernos de turno, imaginar revueltas y porque no, hacerse eco de alguna de las comidillas que le ponían pimienta al Buenos Aires de entonces.
El brillante proyecto del arquitecto FRANCISCO GIANOTT, con su esbelta cúpula y aguja de 65 metros de altura, su espectacular marquesina de metal, sus refinados “vitreaux” italianos y su transgresor “antiacademico art noveau”, la consagraron como una verdadera joya de la arquitectura mundial y hasta la UNESCO ha coincidido con ello.
Pero en su historia no solo hay frivolidades, cuando se recuerda una historia trágica ligada a la caída de Hipólito Yrigoyen: Cuando el 6 de setiembre de 1930 —fecha de la sublevación militar de Uriburu— los cadetes del Colegio Militar fueron baleados desde las ventanas del Congreso y desde uno de los pisos de la confitería y una multitud penetró en ella y la devastó.
Reabrió sus puertas un año después, el 12 de octubre de 1931. Bella y con rasgos definidamente “art-nouveau”, habilita un poema de Oliverio Girondo que pudo —y quiso— festejarla diciendo: : «Las chicas de Flores tienen los ojos dulces / como las almendras azucaradas de la confitería del Molino».