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COMBATE DE CAMACUÁ (23/04/1827)
Durante la guerra con Brasil, una vez ocupado el pueblo de Bagé, el general Alvear supo que un poderoso núcleo de las fuerzas de Barbacena, dirigidas por aquél, personalmente, y por Barreto, acampaba en las proximidades del arroyo Camacuá Chico.
Comprobada la noticia, resolvió sorprender al enemigo y al efecto organizó una columna ligera, a cuyo frente se puso. Emprendió la marcha el día 22, en medio del mayor silencio y conservando oculto el fin de la expedición, moviéndose con admirable rapidez, pues cada jinete llevaba un caballo de repuesto.
Los argentinos pasaron entre las avanzadas imperiales sin ser sentidos, sólo a las ocho y media del día siguiente, 23 fue advertida su presencia por una partida de jinetes que llevó la alarma al grueso de las fuerzas de Barreto. Alvear supo que había sido descubierto, en el preciso instante en que su caballería pasaba un angosto desfiladero que no permitía sino el paso de dos caballos de frente.
Bien secundado por Mansilla aceleró el avance, precipitando sobre los brasileños los gauchos de Lavalleja y los coraceros de Medina: estas fuerzas, al iniciarse la lucha, arrebataron al enemigo muchos caballos, y les causaron 50 bajas. Barreto, aprovechando muy bien los accidentes del terreno, se atrincheró en un cerro accesible únicamente por dos estrechas gargantas: allí le atacaron con mucha energía y singular denuedo los republicanos, mandados por Paz, Mansilla y Lavalleja.
Alvear, aprovechando un momento oportuno, hizo cesar el fuego, al frente de su caballería cargó a los imperiales, que se dispersaron a la primera embestida, siendo perseguidos por más de una legua y media. Los vencedores, cuyos caballos estaban materialmente aplastados, se vieron obligados a suspender la persecución.
De 1.500 hombres que Barreto tenía, sólo 400 lograron escapar, los demás fueron muertos, heridos, o se entregaron a los argentinos. Las bajas de Alvear fueron muy limitadas. Camacuá fue la última victoria del ejército republicano en la campaña gloriosa del Brasil